El músico británico llegó a nuestro país por quinta vez, en el contexto de su "Got Back Tour".
A los 82 años, cuando muchos se retiran a una vida tranquila, el ex Beatle sigue eligiendo los escenarios más grandes del mundo para recordarnos por qué es eterno. Dos conciertos monumentales, 37 canciones, seis instrumentos en sus manos y un caudal de energía que difícil de poner en palabras. Lo que para algunos artistas significa toda una vida, para el cantante es apenas un nuevo capítulo de su inagotable carrera. Desde su primera visita a Argentina en 1993 hasta este octubre de 2024, pasaron más de tres décadas. A lo largo de este tiempo, regresó en cinco ocasiones, pero el fervor del público no disminuyó. Al contrario, parece que con cada visita el vínculo entre el cantante y sus seguidores se fortalece, como si el paso del tiempo solo alimentara la devoción de generaciones que nunca lo vieron con The Beatles pero que lo veneran como a un mito viviente.
Este fin de semana, en el marco de su "Got Back Tour", el Estadio Monumental de Buenos Aires, escenario de innumerables noches históricas, recibió una vez más a Paul McCartney. La cifra oficial de asistentes fue de 70.000 personas por noche, cifras oficiales de los organizadores DF Entertainment y DG Experience. En dos noches intergeneracionales, padres, hijos, abuelos y nietos se unieron en un recorrido musical que abarcó más de seis décadas de historia. Y no es solo la nostalgia lo que impulsa a las multitudes a asistir; es la oportunidad única de estar frente a una leyenda que no se detiene. Porque es capaz de interpretar clásicos como “Hey Jude” y “Let It Be” con la misma pasión de siempre, y de sorprender con una resistencia que muchos artistas jóvenes podrían envidiar.
"Can’t Buy Me Love" fue la elegida para dar inicio a ambos shows, estableciendo el tono de un setlist pensado para complacer tanto a los fieles seguidores de toda la vida como a aquellos que disfrutaban de su música en vivo por primera vez. Los éxitos de los Fab Four, Wings y su carrera en solitario se sucedieron de manera fluida, logrando un equilibrio ideal entre lo familiar y lo novedoso, manteniendo la energía del público en todo momento. McCartney repasó los grandes éxitos que definieron su carrera. Desde las enérgicas "Drive My Car" y "Junior's Farm", hasta la delicadeza de "Blackbird". Temas icónicos como "Let It Be" y "Hey Jude" provocaron un coro masivo, mientras que baladas íntimas como "My Valentine" mostraron el lado más personal del músico.
Desde los primeros años de The Beatles en Liverpool, hasta su trabajo con el productor George Martin, las presentaciones fueron una retrospectiva vívida de cómo cuatro chicos cambiaron el curso de la música para siempre. A lo largo de las veladas, el ex Beatle dedicó momentos especiales a recordar la influencia de John Lennon y George Harrison, pilares fundamentales en su trayectoria. Uno de los instantes más conmovedores de la noche llegó con la interpretación de "Here Today", una balada personal que McCartney le dedicó a su "querido hermano" Lennos. El tributo a Harrison fue igualmente conmovedor, cuando Paul interpretó "Something" acompañado por un ukelele que perteneció a su compañero de banda.
Una de las preguntas que ronda en la mente de los fanáticos cada vez que McCartney visita Argentina es: "¿Será esta la última vez?". Aunque dejó el escenario con un optimista "Hasta la próxima", la realidad es que su avanzada edad plantea interrogantes sobre el futuro. Sin embargo, la respuesta de los fans parece ser clara: siempre estarán allí, esperando su regreso para conectarse con una época que, aunque lejana, sigue siendo vital y relevante. Mientras tanto, el público argentino se prepara con entusiasmo para el espectáculo del 23 de octubre en el Mario Alberto Kempes.