
Hay una tensión futbolera que atraviesa la forma en que Bestia Bebé se planta frente a la historia de la música argentina. Como si el clásico duelo Racing vs. Independiente se trasladara del barrio sur al escenario porteño. “Yo con esto me re duermo”, dice Tom Quintans mientras señala el vinilo de Tango, aquel disco que Charly García grabó con Pedro Aznar en los ochenta. “Encima, con Pedro… Nosotros somos más del palo de los Ramones”, añade, y Chicho Guisolfi asiente entre risas: “Ratones Paranoicos, Pappo, Flema, Almafuerte, Hermética. Esa es la verdadera”. El canon emocional compuesto por Fito, Spinetta, Calamaro y toda esa camada que define el “rock nacional” para la mayoría, los ubica en la vereda opuesta.
Desde hace más de una década, el grupo arrastra esa bandera como una cruz y una elección. Nunca buscaron subirse al tren del mainstream; se mueven por sus propias vías. Son hijos de la autogestión, de la ética del fanzine y del boca a boca. Nacieron del under y ahí siguen, por decisión propia, porque saben que “lo verdadero nunca se vende del todo”. «Cuando conocí al Chango, me cambió la cabeza», cuenta Tom, en referencia a Santiago Motorizado, líder de Él Mató a un Policía Motorizado y padrino no declarado de buena parte de la escena alternativa. «Ahí entendí que se podía hacer todo desde abajo, sin esperar que nadie te venga a salvar», dice. De esa epifanía nació el grupo. Pasando por la batería, la guitarra, el micrófono y la composición, Quintans está arropado por un equipo que funciona como una familia de Boedo: Chicho en el bajo, Topo Topino en guitarra y el Polaco Ocorso en batería.
El debut llegó en 2012 con un disco homónimo. Le siguieron Jungla de Metal 2 (2015) y Jungla de Metal 3 (2017), grabados en estudios históricos como ION y Moloko Vellocet, pero sin perder nunca el sonido de barrio. Después vino Vamos a destruir (2023), un título más cercano a un advertencia que a una metáfora. Y ahora presentan Siempre escucho las mismas canciones, su primer disco en vivo. “Queríamos que fuera lo más fiel posible. Con las pifias, el público, yo diciendo boludeces entre temas… Así sonamos, esto somos. Lo mezclamos con mi hermano Felipe, y quedó espectacular”, cuenta Tom. “Siempre soñamos con tener un disco así. Escuchábamos los de los Ramones o Metallica cuando éramos chicos. Cerrabas los ojos y te transportaban. Queríamos que pasara eso”, suma Chicho.
Cada álbum fue una apuesta independiente, levantada con recursos propios y voluntad colectiva. No es la nostalgia lo que los impulsa, sino otra cosa, una fidelidad a sí mismos que bordea lo dogmático, aunque ellos aseguran no serlo. “Si quisiéramos ganar guita, haríamos otra cosa. Nos pondríamos una gorrita, haríamos reggaetón, pero esto es lo que sentimos. No es una apuesta porque creamos que nos va a ir bien. Es una forma de vida”, señala Tom.
Esa forma de vida implica también ciertas frustraciones. “Bohemian Groove hizo bien lo que nosotros queríamos hacer. Les va increíble”, admite con mezcla de orgullo y resignación. Mencionan a Dillom, hojean la edición de Billboard Argentina donde aparece en la tapa, y reconocen que hay un nuevo modelo de independencia, “más profesional». Pero para ellos sigue siendo una práctica artesanal. «Hoy hay bandas que están de moda y son independientes. Tienen sus propios sellos, manejan sus carreras. Nosotros venimos haciendo eso desde hace un montón, pero desde otro lugar. Más chico, más under. Lo que celebramos es que haya lugares donde tocar sin que te rompan el culo. Esa es la base para una escena de verdad. Que no todo pase por Capital, que haya circuitos en las provincias, que se pueda girar sin fundirse”, explica el frontman.
El diagnóstico no deja lugar a dudas. Sin medios que apoyen, sin espacios disponibles y sin un público dispuesto a bancar, ninguna escena puede mantenerse en pie. Sin embargo, después de 13 años, Bestia Bebé sigue apostando al rock desde la esquina menos transitada. “Lo que más nos importa es que nos divierta, que sigamos siendo amigos, que no se transforme en una obligación”, dice Tom, y Chicho cierra: “No hay mejor salida un fin de semana que tocar con tus amigos. Si sale mal, al menos nos bancamos el bajón juntos. Y si sale bien, lo disfrutamos el doble”. Mientras los géneros que dominan las listas cambian, ellos permanecen firmes en su convicción de hacer lo suyo, respetando sus propias reglas y sus propios términos.
¿Qué es lo que sigue haciendo que elijan el rock como bandera en lugar de cambiar de cauce?
Chicho: Nosotros hacemos la música que nos gusta, es lo que nos llena realmente. Es algo que venimos haciendo desde chicos y no lo cambiaríamos aunque la moda cambiara o nos prometieran que otro camino nos daría más plata. Además, nadie te garantiza nada en este negocio. Por eso, en cierto sentido, seguimos “apostando” a esto, pero no como una jugada estratégica, sino porque es lo que nos sale de adentro y lo que sentimos de verdad.
¿No sienten que están yendo a contracorriente en el panorama musical actual?
Chicho: No estoy seguro de que sea ir a contramano realmente. El rock sigue presente en todos los festivales y en Argentina la gente sigue siendo muy rockera. Lo que pasa es que no es lo que venden los grandes medios ni lo que está de moda ahora. Si abrís una playlist en Spotify o mirás las portadas editoriales, casi no aparece ninguna banda de rock; predominan el trap y lo urbano.
Si querés verlo como una contracorriente, está bueno también. Es bancarte lo que te identifica y plantarse firme desde ese lugar. Además, lo nuestro nunca estuvo en la tapa de los medios. Seguimos desde la independencia, bien desde abajo.
Llevan años apostando a la independencia en la música. Desde esa experiencia, ¿cómo perciben la escena actual? ¿Cree que todavía queda mucho por construir?
Tom: La escena está muy bien. Es interesante porque hoy en día hay artistas que están “de moda” -entre comillas- como Dillom y varios otros que aparecen en la tapa de Billboard, y son independientes. Tienen su propio sello y eso se parece bastante a lo que nosotros venimos haciendo con el nuestro desde hace años.
Celebramos que haya muchas bandas nuevas. Algunas me gustan, otras no, pero lo importante es que haya variedad, movimiento, y que existan espacios para tocar. Ahí es donde se genera la movida, donde empieza a formarse una escena. Cuando las bandas tienen todo en contra, es muy difícil que algo crezca. En cambio, cuando hay productores en el interior, no solo en Capital, se puede armar un circuito real, salir a tocar, empezar a girar. Que esas cosas pasen es clave. Y lo mismo vale para los medios, las revistas, los portales. Si los medios le dan bola a las bandas nuevas, la escena crece y con ella crece todo: la música, la industria, la cultura.
¿Qué se defiende hoy cuando se decide apostar por el formato álbum?
Chicho: Venimos de otra época. Cuando éramos chicos, para escuchar música tenías que esperar que alguien te la pasara: un amigo, tu hermano, tu viejo. Llegaba a través de un CD o un vinilo que encontrabas en tu casa. Por eso nosotros seguimos editando en esos formatos. Creemos en eso que perdura, que no es simplemente darle “play” en la compu y que desaparezca al segundo siguiente.
Y hay gente que todavía valora eso. Sobre todo en el rock, que tiene un público más melómano, más acostumbrado a escuchar discos enteros. Eso no se perdió. Entiendo que un pibe de 15 escuche un tema y después salte al siguiente, pero ese no es nuestro público.
El público del rock es distinto. Todavía le presta atención a las letras, quiere tener el disco, ir al recital, conocer los temas en vivo. Si hoy sacás un disco de los Stones, su gente lo va a escuchar entero, lo va a comprar en vinilo y lo va a ver en vivo. Esa cultura sigue viva.
¿Qué lugar ocupa para ustedes ese “rock nacional clásico”?
Tom: Hay una época del rock nacional que quedó como canonizada, como si ese fuera “el” sonido del rock argentino. Se la inmortalizó, se repite en todos lados, como si fuera intocable. Y la verdad, a mí no me representa. Obvio que tienen sus hits, son canciones recontra conocidas, tipo Fito Páez, por ejemplo… pero no me llega. No es lo que escucho ni lo que me identifica. Puedo reconocer que marcaron una época, que fueron importantes, pero no es el palo del que venimos nosotros ni el que nos moviliza.
Chicho: Nos encantan Los Redondos, Sumo… De ese palo, sí. Pero, por ejemplo, Cerati ya nos queda más lejos. Está en otra vereda, más cerca de Fito, digamos. Y con Charly… lo respeto, obvio, pero nunca me terminó de mover. No es algo que escuche hoy. Hay discos que son zarpados, eso nadie lo niega, pero a esta altura ninguno de nosotros los pone. Son cosas que tal vez escuchabas en la secundaria, te las re quemaste, y ya no te llegan igual.
Tras 13 años de carrera, ¿qué es lo que los mantiene en movimiento?
Tom: Las ganas de hacer música. Yo toco desde los 12 años y lo que más disfruto es juntarme a tocar con mis amigos, con mi hermano, estar todos los días haciendo música. Eso es lo primero y lo más importante. Después, dentro de la banda, lo que más valoramos y priorizamos es que nos divierta, que nos llevemos bien, que haya comunicación y respeto por lo que quiere hacer cada uno. Eso es fundamental. No queremos que esto se transforme en una obligación o en un “vamos a tocar, pero no me hables porque me caés mal”. Hay bandas que funcionan así, y la verdad, no me gusta esa idea. No me gustaría llegar a eso. Para nosotros, siempre fue salir a tocar y cagarnos de risa. Esa era nuestra salida.
* La banda tiene programadas dos presentaciones en Buenos Aires, el 20 y el 28 de junio en Niceto Club, donde repasarán sus temas más emblemáticos. Además, emprenderá una gira por Europa que se extenderá del 18 de julio al 9 de agosto, con fechas confirmadas en ciudades de España, Francia y otros puntos del continente.