
Desde los 17 años, Mashelo aprendió a grabar, mezclar y componer música Cuando se escucha una canción como “Las Féminas”, con un ritmo bailable, percusiones caribeñas y sintetizadores modernos, quizá lo último que uno se imagina es que fue creada en un home studio por un artista que, además de
cantar, se encarga de cada etapa del proceso musical. Ese es Mashelo, un cantante y productor ecuatoriano que ha decidido caminar por la vía independiente, apostando por su talento y su constancia para hacer de su carrera algo totalmente suyo.
La historia de Marcelo Clavijo ―cuyo nombre artístico es Mashelo― no comenzó con reflectores ni grandes campañas de promoción. Nació en Guayaquil, Ecuador, y empezó a los 17 años a trabajar en su home studio, persiguiendo un sonido urbano y tropical que le hablara directamente a su gente. En ese entonces, todavía no pensaba en subirse al micrófono. Era productor, creador de atmósferas sonoras, aprendiz incansable de la mezcla, la grabación y la conexión emocional a través del ritmo.
Pero como muchas veces sucede, el mismo camino le fue abriendo nuevas puertas. A los 19 años, lanzó su primer sencillo como cantante, titulado “SOLO”, y con ese paso dio inicio a su carrera como solista. Un año más tarde, con el tema “MAMASITA”, alcanzó más de 100,000 reproducciones y comenzó a sonar en países como Ecuador, Colombia y México. El salto había sido real, y el talento detrás del estudio se convirtió también en voz sobre el escenario.
Mashelo aprendió que el talento no basta: se necesita visión y constancia
Mashelo ha construido su camino sobre la independencia. No por casualidad, cuando habla de su proceso creativo, lo deja muy claro. “Trabajo totalmente independiente desde la producción, composición hasta el lanzamiento del tema”.
Y no es una pose. En lugar de esperar que otros aporten ideas, el artista prefiere sentarse en su estudio, buscar sonidos que lo inspiren y dejar que “la musa” haga el resto.
Así fue como nació su más reciente sencillo, “Las Féminas”, una canción que no solo se construyó desde cero en su propio espacio, sino que también responde a lo que Mashelo observa y siente en su entorno. Inspirado por las mujeres que frecuentan discotecas, algunas con problemas a cuestas y otras simplemente buscando una noche de alegría, la canción propone dejar los problemas atrás y
disfrutar la vida.
En cuanto al sonido, Mashelo mezcla estilos con naturalidad. En esta canción, por ejemplo, optó por una fusión entre dembow y techno, con influencias del Caribe. Así como detalles electrónicos como synths y brasses de influencia americana. El resultado es un tema bailable, dinámico y emocionalmente potente, hecho para el cuerpo, pero con una carga emocional que no se disfraza.
El dominio técnico que ha cultivado en más de ocho años en la industria le permite moverse con total autonomía. Y no solo en lo musical. También piensa su carrera como una estrategia a largo plazo. Reconoce que el talento no lo es todo.
“La disciplina, la paciencia y la constancia son claves”, afirma, y añade que entender la música también como negocio ha sido uno de sus grandes aprendizajes.
Hoy, Mashelo representa a un artista que se atreve a romper estructuras y a una generación de músicos que se forman en casa. Aquellos que aprenden a grabar, mezclar y escribir por su cuenta. Y que, además, entienden la industria no solo como un espacio de expresión artística, sino también como un entorno donde se necesita visión, constancia y estrategia.
Su historia no es la de un ascenso meteórico ni la de un artista fabricado por la industria. Es la historia de alguien que supo construir su voz desde lo más básico, y que no esperó a que otros lo impulsaran. Entendió que, si tenía algo que decir, también tenía los medios para hacerlo.