
Nieva en Buenos Aires y las calles parecen un campo de batalla. Cada paso de Juan Salvo (encarnado por Ricardo Darín) en plena nevada se pierde con la música de fondo que hace más profunda la desolación de la ciudad. Así termina el primer capítulo de El Eternauta, con una de las escenas favoritas de Federico Jusid, el autor de la banda sonora original de la producción que se estrenó por Netflix el 30 de abril.
La serie dirigida por Bruno Stagnaro y adaptada por él mismo junto a Ariel Staltari es, sin dudas, el suceso más importante de la industria nacional audiovisual en este 2025. Está basada en la icónica novela gráfica creada en 1957 por Héctor G. Oesterheld con ilustraciones de Francisco Solano López, un texto que, además, representa parte de la historia política, cultural y militante de la Argentina. A días de su estreno, la serie sigue siendo un boom: se posicionó en el top 10 de las más vistas en la plataforma en 87 países y pronto se emitirá su segunda temporada.
La música compuesta por Jusid completa la narrativa identitaria heroica de la serie argentina. Está disponible en una playlist en Spotify y, a lo largo de las 24 canciones, tras ver la serie, se pueden recuperar los momentos más transcendentales. “En mis trabajos a veces arranco con el guion; otras, como en este caso, con los primeros montajes. Siempre trato de entender qué tiene que hacer la música, cuál es la tarea, cuál es el lugar, cuál es su función. En todos los proyectos intento entender cuál es el lugar de la música y por ende, cuál es mi tarea. Eso siempre es lo más difícil”, dice Jusid a Billboard Argentina.
Jusid es pianista, director de música sinfónica y compone música para cine y televisión desde mediados de los 90. Hace un poco más de 30 años vive fuera de la Argentina y actualmente está radicado en España. Habiéndose estrenado esta serie, sigue trabajando: lo está haciendo para la serie británica-estadounidense The Night Manager, que tuvo una primera edición con Olivia Colman, Hugh Laurie y Tom Hiddleston. Además, musicalizará una versión inglesa sobre Robin Hood.
Ahora dice que mira con enorme alegría y sobre todo con enorme sorpresa todo lo que está pasando con El Eternauta. “No porque no tenga suficientes méritos, pero a veces, hay cosas geniales que no encuentran eco. Es un negocio tan raro el audiovisual, uno nunca termina de saber de qué va esto”, agrega.
-¿Cómo fue tu relación previa con El Eternauta?
–Lo había leído de jovencito. Siempre me impresionó como pieza de ficción y luego me impresionó por toda esa otra parte extra narrativa que tiene para nosotros los argentinos: el momento en el que fue escrito, lo premonitorio de muchas de sus afirmaciones y la suerte que corrió su autor y su familia. Siempre me impactó todo eso, pero también lo audaz de la historia por eso me encantó que me llamaran.
-¿Cuál fue el trabajo que hiciste para diseñar la música?
-Como en muchas películas de acción o thrillers, la música va con la trama. Pero aquí está contando un viaje de unos personajes que son llamados a ser héroes sin haberlo querido ni elegido, con los recursos que tienen, que son acotados. No son unos tipos ni del ejército ni de la NASA ni del FBI. Entonces la música tiene que entender, por un lado, la necesidad de la trama, de la acción, de las invasiones, de los bicharracos que los atacan. Pero, por otro lado, de lo que les pasa emocionalmente a estos personajes. Por eso es una banda sonora compleja desde el planteo, porque no es otra serie de acción o de ciencia ficción. El Eternauta tiene todo el tiempo ese doble juego entre la cuestión apocalíptica y la cosa mucho más pequeñita de cómo lo viven nuestros protagonistas.

-¿Cómo se logra ese juego entre lo “intro” del personaje y lo colectivo que sucede en el contexto?
–Estamos en un momento mundial de un individualismo tremendo a todo nivel. Es decir, los héroes son individuales, las figuras, los modelos, de los más jóvenes, en general. Y estamos menos acostumbrados a esta colectividad, a aceptar que salimos todos juntos o no salimos. No sé si cuando Bruno (Stagnaro) empezó a hacer El Eternauta era consciente de cuán oportuno es ese mensaje para los argentinos y para el mundo. En ese sentido es muy conmovedor. Y musicalmente es difícil porque siempre uno está acostumbrado a trabajar con el leit motiv del o la protagonista, pero acá hay cierto tema heroico que les corresponde a todos. El que lo lleva más de la mano es Juan Salvo porque es al que le toca dar los primeros pasos, pero que no hubiesen sido posible sin toda la banda detrás.
-¿Cómo se materializa todo eso en el trabajo musical?
–Hay un trabajo de mucho diálogo, en este caso, con el director. Es muchísimo el trabajo. No es solo componer y poner las notitas en el papel pentagramado sino que es buscar un sonido. Para este proyecto conté con Fran Sokolowicz, que es un productor musical brillante, a él le llevo mis piezas, mis propuestas y le digo lo que estoy buscando. Por ejemplo, voy con la idea de sonidos de los bichos y él me dice: “¿Qué te parece si en vez de este sonido usamos un gimbri marroquí pero tocado con un arco o con un serrucho?”. Así empezamos a probar. Es un trabajo muy de artesanía, y es intangible porque es musical, pero a su vez es casi tangible porque se va buscando más allá. Por ejemplo, tenés el bombo y buscás los sonidos raspando el cuero de una manera distinta. Acá tenía que sonar un thriller no convencional de ciencia ficción y de Argentina. Para eso también cuento con un equipo brillante y muy generoso que está entregado a esa búsqueda. El trabajo de música para audiovisual es muy de fábrica y muy de equipo.
Un rescate de la cultura nacional
La música original compuesta por Jusid dialoga con una llamativa y por momentos conmovedora selección musical en la que están desde Carlos Gardel a Gilda, pasando por Manal, Mercedes Sosa, Él mató a un policía motorizado, El Reloj, Intoxicados, Soda Stereo, Pappo’s Blues, Billy Bond, Sui Generis, Pescado Rabioso y Los Nombradores del Alba. Más argentino no se consigue. “El mérito de esa selección es absolutamente de Bruno”, comenta Jusid. “Charlamos y comentamos porque a mí me tocó interactuar con la música de tal manera que cuando aparezca, por ejemplo, la Misa Criolla o los temas de rock no suenen raros y que todo quede integrado”.
-En lo sonoro, ¿qué quedó y qué trajiste al diseño musical de aquella primera lectura tuya de El Eternauta’
–Cuando empecé a trabajar para la serie, no volví a revisar la historieta. Me centré en la adaptación de Bruno como si fuese una pieza nueva. Estoy seguro que al escribir, toda esa vivencia de joven habrá estado ahí operando, pero no fue un ejercicio consciente. En cuanto a lo emocional, fue como cerrar un pequeño círculo. Es algo que yo leí muy joven cuando vivía en la Argentina y llevo 30 años viviendo afuera, en muchos lugares del mundo, pero siempre fuera de la Argentina. Hacer esa conexión fue de alguna manera reconectar con el muchachito que todavía vivía ahí, que iba al conservatorio, que quería estudiar música y que bueno, entendió mal o bien que le iba a venir bien conocer el mundo y viajar.

-¿Qué es lo que te conmueve de todo lo que está pasando con esta serie plagada de argentinidad?
-A mí me emociona mucho el impacto que tiene en la Argentina. Siento que nuestro país tiene una fertilidad de talento enorme, de gente brillante, de gente entregada, y no siempre una inteligencia colectiva que nos ayude. Hay veces, que todos aquellos y aquellas que han sobresalido en sus actividades, han brillado en sus disciplinas científicas, artísticas o lo que fuere, lo han tenido que hacer un poco solos, irse a otro país o ser reconocidos afuera. Hasta hace un tiempo ocurría hasta en el deporte. Me parece que, si nosotros unimos ese talento natural, esa adaptabilidad con un ejercicio de solidaridad y de inteligencia colectiva, vamos a poder finalmente avanzar. Si nos vamos salvando solos a los ponchazos, van a ser parches siempre. Me parece un mensaje muy oportuno.
-¿Cuáles son tus momentos favoritos de El Eternauta?
-La primera salida de Juan Salvo a la nieve es un momentazo brutal. Como espectador y como músico es un momento hermoso porque tiene el temor de su salida, la tensión, el encuentro con su amigo muerto que está ahí tirado en el suelo, y luego ese plano maravilloso de Buenos Aires, apocalíptico y nevado, que es de una belleza muy especial. El ataque de los bichos me ha dado para divertirme muchísimo porque imaginate, semejantes cascarudos. Hicimos cosas que en otros trabajos me hubiesen echado sin duda, así que mi agradecimiento a la valentía de Bruno y de K&S porque me puse a raspar todos los instrumentos. Hay un sonido muy chirriante, es un momento favorito. Y sin hacer spoilers, el final de la serie es también uno de mis momentos favoritos.