En el turbulento año de 1981, mientras Argentina se debatía en una de las crisis económicas más duras de su historia y bajo el régimen autoritario de la dictadura militar, una chispa de felicidad aterrizaba en el escenario más importante del país. Esa chispa tenía un nombre que resonaba en todo el mundo: Frank Sinatra. A sus 65 años, el cantante hizo historia en el corazón de la capital con una serie de shows que marcaron la historia de la música nacional (e internacional).

La llegada de Sinatra a Buenos Aires el 2 de agosto de 1981 no pasó desapercibida. Acompañado de su esposa Bárbara, el icono popular atrajo la atención de toda la prensa y la farándula local, convirtiéndose en el centro de todas las conversaciones y el foco de todas las miradas. Su visita coincidió con un momento crucial en la historia argentina, donde la situación económica era crítica y la represión política estaba en su apogeo. Sin embargo, por unos días, los argentinos dejaron de lado sus penurias cotidianas para adentrarse en la magia de la música y la voz del artista estadounidense.

Desde su llegada, Sinatra se convirtió en el protagonista indiscutible de la escena porteña. Los preparativos para los seis shows programados, cuatro de ellos exclusivos en el Hotel Sheraton y dos en el Luna Park, estuvieron marcados por la expectativa y la emoción. Ricardo Finkel, el empresario detrás de las negociaciones, junto con el apoyo financiero de Ramón "Palito" Ortega, hicieron posible el sueño de muchos argentinos de ver en vivo a una leyenda.

Los conciertos de Sinatra no solo fueron un evento cultural, sino también un fenómeno político. La dictadura militar buscaba mostrar una imagen de apertura y modernidad al mundo, utilizando la visita del compositor como parte de su estrategia de relaciones públicas. La reunión entre Sinatra y Roberto Viola, así como las declaraciones del cantante en una entrevista para la revista Gente, formaron parte de esta estrategia, aunque también suscitaron críticas y controversias.

Todo un estadio rendido ante Sinatra

El repertorio de "La Voz" durante sus actuaciones en Buenos Aires fue una combinación de clásicos que siguen sonando en las radios y sorpresas inesperadas. Canciones como 'My Way', 'New York, New York' y 'Strangers in the Night' resonaron en el Luna Park, transportando al público a una época dorada de la música. Pero el artista también sorprendió al público al interpretar algunas canciones en español, mostrando su respeto por la cultura argentina.

"Espero que todos los públicos me aplaudan siempre así. Y poder tener la alegría de esta noche toda mi vida", expresó Sinatra, tras realizar su primer show.

Detrás de cada gran espectáculo hay un equipo excepcional, y Sinatra no fue la excepción. Su banda, compuesta por músicos de primer nivel, ofreció un acompañamiento impecable que realzó aún más la calidad de su actuación. El nivel de producción de los conciertos fue insólito para la época, yendo más allá de lo que se consideraba posible en Argentina en ese momento.

Sin embargo, la visita no estuvo exenta de desafíos logísticos y financieros. La histórica subida del dólar entre la firma del contrato y la realización de los conciertos complicó la situación económica, y "Palito" Ortega se convirtió en el rostro visible de las dificultades financieras que enfrentaba el proyecto. A pesar de ello, el contrato se cumplió hasta el último centavo, y el propio cantante reconoció el esfuerzo del equipo de producción local en años posteriores.

Pero la noche del concierto no solo fue un evento para los fanáticos de la música, sino también para la sociedad argentina en su conjunto. La visita de Sinatra marcó un antes y un después en la historia cultural del país, elevando la vara en términos de espectáculos internacionales y mostrando al mundo la vitalidad y el talento de la escena musical argentina.