El reggae, creado en Jamaica y moldeado por las influencias del Calipso, el Rocksteady y el Blue Beat, capturó el corazón de músicos jamaiquinos ansiosos por emular los sonidos del rock que llegaban desde Estados Unidos. El género transformó el panorama del país y le dio voz a comunidades marginadas, buscando promover la unidad y la conciencia social. Pero fue recién en los años 70 cuando este estilo encontró su camino hacia las costas argentinas, gracias a la pasión y la curiosidad de un hombre: Fernando Monsegur.

Un poco de historia…

Para comprender cómo el reggae se arraigó en el país, es necesario explorar los antecedentes culturales y musicales tanto de Jamaica como de Argentina en la década de 1970. Jamaica había visto el surgimiento del reggae como una expresión poderosa de la identidad y la lucha social. Desde Bob Marley hasta Jimmy Cliff, la música jamaiquina había ganado reconocimiento global por su ritmo distintivo y sus letras profundas que abordaban temas de justicia social, amor y espiritualidad.

Por otro lado, Argentina en aquella década estaba experimentando un período de agitación política y cultural. La música popular nacional estaba dominada por géneros como el tango y el rock nacional, que reflejaban las tensiones y los cambios sociales de la época. Sin embargo, había un apetito creciente por explorar nuevas influencias musicales, especialmente entre músicos y productores que buscaban expandir los límites de lo que se consideraba "argentino" en términos de sonido y estilo.

Monsegur y su encuentro con el reggae

Fue en este panorama donde Monsegur, un productor y músico argentino conocido por su trabajo en el jazz, desempeñó un papel crucial. Motivado por una combinación de intereses personales en el buceo y la música, viajó a Jamaica. Más allá de las playas paradisíacas, descubrió una rica escena musical donde el reggae era el latido de la vida cotidiana.

Durante su estancia en Kingston, la capital de Jamaica, tuvo la oportunidad de explorar las disquerías locales donde encontró discos simples de 45 rpm con nombres escritos a mano como "Scaba badí bidú". Estos álbumes, con sus ritmos hipnóticos y sus melodías repetitivas, capturaron la imaginación del productor, quien decidió llevar algunos de ellos de vuelta a Buenos Aires para explorar y adaptar su contenido musical.

De vuelta en la ciudad, Monsegur compartió su descubrimiento con Donald Clifton McCluskey, conocido artísticamente como Donald, un reconocido cantante argentino de la época. Juntos, escucharon los discos jamaicanos y comenzaron a experimentar con los ritmos y las estructuras musicales que encontraron. Lo que comenzó como un ejercicio de curiosidad pronto se transformó en una colaboración creativa que daría lugar al primer reggae registrado en Argentina.

Bajo la dirección musical de Horacio Malvicino, un productor argentino, Monsegur y Donald adaptaron los ritmos jamaiquinos con elementos musicales locales, creando así una versión única y localizada del reggae. La canción resultante, "Scaba badí bidú", capturó la esencia del reggae mientras incorporaba influencias argentinas, asegurando su relevancia y popularidad en el contexto musical argentino de la época.

A medida que la canción ganaba popularidad, abrió nuevas puertas para la exploración de la música caribeña y africana en el país, influenciando a una generación de músicos y oyentes argentinos que buscaban expandir sus horizontes musicales. Además, la melodía fue registrada sin problemas en SADAIC, el organismo argentino de derechos de autor, asegurando su reconocimiento como un producto auténtico y original de la creatividad local.

El reggae, que una vez fue un género musical extranjero poco conocido en Argentina, ahora es parte integral del paisaje musical del país. Su influencia se extiende más allá de la música para abarcar la moda, el arte y la cultura juvenil.