Desde sus comienzos experimentales hasta convertirse en leyendas del rock progresivo, la banda creó algunos de los álbumes más icónicos de la historia.
En sus inicios, enfrentaron adversidad, falta de entendimiento, e incluso rechazo. Sin embargo, su música elaborada y experimental, siempre sincera y visionaria, gradualmente conquistó al público. Fundada en 1964 en Londres, la banda compuesta originalmente por Syd Barrett, Roger Waters, Nick Mason y Richard Wright, y posteriormente consolidada con la incorporación de David Gilmour, dio como resultado clásicos como "Another Brick in the Wall (Part II)" y "High Hopes". Estas canciones, entre muchas otras, se instalaron de manera definitiva en el inconsciente colectivo de millones de fanáticos alrededor del mundo, incluidos los argentinos.
Sigma 6 y los primero años
La historia comienza con Sigma 6, una banda formada por Waters, Mason y Wright mientras eran estudiantes en la Regent Street Polytechnic de Londres. La agrupación pasó por varios nombres, incluyendo Megadeaths, The Screaming Abdabs, The Architectural Abdabs, y The Abdabs. Fue con el nombre Tea Set que los fundadores, Syd (voz y guitarra rítmica), Roger (voces y bajo), Richard (voces y teclado) y Nick (batería), se consolidaron como grupo.
En esta etapa, Bob Klose también formaba parte de la banda como guitarrista solista. Klose, cuyo estilo estaba influenciado por el jazz, tuvo que abandonar la banda en el verano de 1965 debido a presiones familiares relacionadas con sus estudios. Esta salida permitió a Barrett asumir un rol más protagónico como guitarrista y compositor principal del grupo.
El nombre "Pink Floyd" fue idea de Barrett, quien se inspiró en dos músicos de blues: Pink Anderson y Floyd Council. Era un melómano consumado con una vasta colección de discos, y un día, mientras escuchaba un álbum del bluesman Blind Boy Fuller, leyó en la contraportada los nombres de Pink y Floyd, lo que le inspiró a bautizar a la banda como The Pink Floyd Sound, nombre que eventualmente se simplificaría a Pink Floyd.
Así fue como el 5 de agosto de 1967, la banda lanzó The Piper at the Gates of Dawn, su primer disco grabado en los estudios Abbey Road y considerado un pilar del género psicodélico. Las presentaciones en vivo complementaron el concepto que presentaba la banda, con shows que incluían luces y proyecciones convirtiendo los recitales en experiencias sensoriales y redefiniendo lo que un concierto de rock podía ser.
Sin embargo, el éxito de la banda se vio empañado por la frágil salud mental de Syd Barrett. Su comportamiento errático y el uso excesivo de LSD llevaron a la banda a tomar la decisión de reemplazarlo. En diciembre de ese mismo año, David Gilmour se unió al grupo como guitarrista y vocalista, marcando el inicio de una nueva era para Pink Floyd.
La incorporación de Gilmour trajo un cambio en la dinámica y el sonido del grupo. Con Gilmour a bordo, la banda grabó A Saucerful of Secrets (1968), un álbum que muestra una transición hacia un sonido más experimental y progresivo. Aunque Barrett todavía contribuyó a este álbum, su participación fue mínima debido a sus problemas de salud.
La salida definitiva de Barrett se dio en abril de 1968. Waters comenzó a asumir un papel más dominante como compositor y líder del grupo, con Gilmour y Wright aportando al desarrollo musical de la banda.
El ascenso al éxito global
Con la nueva formación, Pink Floyd continuó su evolución musical y alcanzó un éxito sin precedentes con el lanzamiento de The Dark Side of the Moon en 1973. Este álbum, que aborda temas como la avaricia, el envejecimiento y la salud mental, se destacó por su uso innovador de grabaciones de sonido, sintetizadores y efectos de estudio. Se trata de un disco que es ampliamente considerado uno de los discos más influyentes en la historia de la música popular, y su impacto se sigue sintiendo hoy en día.
Pink Floyd continuó su racha de éxitos con álbumes como Wish You Were Here (1975), Animals (1977) y The Wall (1979). Cada uno de estos trabajos exploró temas sociales y personales con una profundidad lírica y musical poco vista en el rock britanico. Después del lanzamiento de The Final Cut en 1983, Waters decidió abandonar la banda, dejando a Gilmour y Mason como los miembros principales restantes. La salida marcó el fin de una era, pero no significó el fin de la banda. Gilmour asumió el liderazgo y, junto con Mason y Wright (quien regresó al grupo), continuó produciendo música bajo el nombre de Pink Floyd.
En 1987, el grupo lanzó A Momentary Lapse of Reason, seguido por The Division Bell en 1994, la última colaboración entre los miembros fundadores. El disco marcó el final de Pink Floyd, siendo el último álbum de estudio lanzado antes del fallecimiento de Wright en 2008. Aunque la banda se disolvió oficialmente en 1995, estas dos obras demostraron que la banda aún tenía la capacidad de crear música relevante y emocionalmente resonante.