
La entrega de los Premios Gardel 2025 reunió a buena parte del mapa musical argentino en el Teatro Coliseo de Buenos Aires. Con transmisión en vivo por TNT y Max, la ceremonia volvió a funcionar como termómetro festivo de lo que suena e importa en la Argentina. Organizados por la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas (CAPIF), los galardones cumplieron su edición número 27, en un contexto atravesado por tensiones culturales y políticas que se filtraron en los discursos de los artistas.
El Gardel de Oro quedó en manos de CA7RIEL & Paco Amoroso por Baño María, el disco que combinó provocación, producción y una imaginería visual que ensanchó los bordes del pop local. Pero el foco de la noche no estuvo solo en los ganadores, sino en lo que se dijo, y lo que se insinuó, desde el escenario: las palabras de Teresa Parodi, el guiño a lo colectivo de Lali, la apelación a Discépolo por parte de Lidia Borda, los agradecimientos de La Joaqui, las referencias a la independencia artística de Dillom y los mensajes en defensa del arte como bien público.

La ceremonia, de poco más de dos horas, tuvo música, flashes, performances y triunfos. A continuación, cinco momentos que definieron la noche y dejaron algo más que premios en vitrina.
El Gardel de Oro para CA7RIEL & Paco Amoroso
Paco y Cato no inventaron nada. Y sin embargo, todo en ellos parece nuevo. Se llevaron siete estatuillas -igualando un récord que hasta ahora solo pertenecía a Gustavo Cerati en los Gardel-, incluido el premio mayor por Baño María, su primer álbum conjunto, el cual marcó un punto de inflexión en sus carreras. El disco consolidó al dúo como una de las propuestas más sólidas y originales del nuevo pop argentino, con un sonido que cruza funk, electrónica y rap, y una puesta visual que funciona como extensión de su identidad artística. “Nosotros empezamos viendo películas y terminamos haciendo una”, dijo CA7RIEL al recibir uno de los premios. La frase resume bien el proyecto: se trata de una narrativa escénica, performática, expansiva, que los llevó del circuito under al Tiny Desk de NPR, del streaming local a Coachella, y de ahí al mainstream sin perder singularidad.

Teresa Parodi: la música toma posición
En una noche sin posicionamientos institucionales ni discursos oficiales, fue Parodi quien tomó la palabra con claridad política. Al recibir el premio a Mejor Canción de Folklore por “Siempre a la misma hora”, compuesta junto a su nieto Okto, la artista dedicó su estatuilla a Cristina Fernández de Kirchner, luego de que la Justicia le concediera prisión domiciliaria en la causa Vialidad.

“La música es amor, se premia aquí el amor. Por eso digo no al discurso del odio que reina en nuestro país hoy. Digo no al vaciamiento cultural que pone en peligro instituciones maravillosas que son un orgullo nacional”, dijo al subir el escenario. “Hay tanta patria en el arte. Digo no a la descalificación permanente de las sociedades de gestión colectiva que cuidan, defienden y distribuyen los derechos intelectuales de los creadores y creadoras y de los intérpretes de la música. Digo no a la persecución y la estigmatización de los que piensan distinto”, agregó.
Su intervención marcó el tono del evento, su mensaje fue retomado por artistas de distintos géneros y generaciones, que se sumaron con palabras y gestos a una defensa explícita del arte como espacio de resistencia.
El mensaje colectivo de Lali, Walas y Lidia Borda
Cuatro artistas de escenas muy distintas coincidieron en un mensaje común. Al cierre de la ceremonia, Lali celebró su título como Canción del Año por “Fanático”, convirtiéndose con 13 estatuillas en la cantante femenina más premiada en la historia de los Gardel, por encima de Mercedes Sosa. “La canción es de la gente, y quiero sumarme a la gran Teresa. Te amamos. Quiero agradecer tus palabras y humildemente sumarme a ellas”, dijo, antes de cerrar: “Así como el arte es un hecho colectivo, toda salida de cualquier situación de mierda es colectiva”.
Más temprano, Walas, junto a Massacre, al recibir el premio por Mejor Álbum Grupo de Rock a Nueve, dejó un mensaje directo: “Defendamos la libertad de expresión, la cultura, la comunicación y la vida, por favor”. En sintonía, Lidia Borda citó a Discépolo -“La gente mala vive, Dios, mejor que yo”- para reflejar la precariedad que atraviesa a quienes hacen música independiente en el país.
Dillom ganó, se burló y dio la espalda
Incómodo, irónico e impredecible. Dillom fue distinguido con el Gardel a Mejor Álbum de Rock Alternativo por su trabajo titulado Por Cesárea. En su discurso, aprovechó para enviar un mensaje ponzoñoso. “Gracias a Sony, a Universal, a Warner, a McDonald’s, a Nike y a Adidas”, dijo desde el escenario, un comentario sirvió como reafirmación del trabajo que viene haciendo con Bohemian Groove Corp, sello independiente que fundó junto a su equipo.
Más tarde, el músico ofreció una de las performances más comentadas de la noche: interpretó su canción “Cirugía” completamente de espaldas al público (y a la industria). Incluso, fue escurridizo con la steady-cam que intentó captarlo de frente para que su cara se viera en la transmisión televisiva. La decisión desconcertó a la audiencia e incluso sorprendió a colegas como Lali, que registró el momento desde su butaca y lo compartió en sus redes sociales.
Charly, Santaolalla y Trueno: otros grandes ganadores
Charly García volvió a demostrar por qué sigue siendo un referente ineludible del rock argentino. Se llevó dos premios: Mejor Canción de Rock por “Yo ya sé” y Mejor Álbum de Artista de Rock con La lógica del escorpión. Gustavo Santaolalla, por su parte, recibió el reconocimiento como Productor del Año y ganó Mejor Álbum de Banda de Sonido Cine/TV por Pedro Páramo. En la escena rapper, Trueno fue la gran figura: su tema “Real Gangsta Love” se llevó el de Grabación del Año y Mejor Canción Urbana, mientras que El último baile fue elegido Mejor Álbum Urbano.