
El líder de Las Criaturitas de la Ansiedad dice haber soñado que caminaba desnudo por la calle antes de lanzar Berrinche. "Era demasiado para mí lanzar estas canciones, sobre todo en una industria que premia otras cosas, que muchas veces no valoran el contenido", confiesa con una mezcla de pudor y militancia. Porque su nuevo disco, además de íntimo, es incómodo. No por su sonoridad -que es más bien cálida y acústica- sino por su manera de decir las cosas. En plena era de TikTok, donde frases como “No tengo hambre, tengo ansiedad” lo llevaron a viralizarse, la banda se planta desde otro lugar. Apuesta por guitarras de nylon, percusión natural, y un lenguaje que molesta. Hay un deseo consciente de bajarse del tren bala de la música “descartable” para construir algo que pueda durar más de tres scrolls.
Lejos del estudio, la agrupación eligió aislarse durante diez días en una cabaña en El Calafate, donde trabajaron con foco absoluto. “Grabamos jornadas de 16 horas por día. Nos prestaron una casa y nos fuimos a hacer el disco que necesitábamos hacer, no el que convenía hacer”, comparte Alan Sutton. Allí, entre paisajes patagónicos y sin distracciones, encontraron el clima ideal para registrar un álbum más honesto. “Fue un proceso muy sincero. No hubo maquillaje, no hubo ironía. Solo canciones que salieron desde un lugar de verdad”, resume.
¿Qué se mueve por dentro -en lo emocional, en lo creativo- cuando llega el momento de soltar un disco al mundo?
Particularmente con este disco me pasaron muchas cosas, porque fue un trabajo muy íntimo. Incluso tuve pesadillas ese fin de semana; soñaba que caminaba desnudo por la calle. Era demasiado para mí lanzar estas canciones, sobre todo en una industria que premia otras cosas, que muchas veces no valora el contenido.
Se está entregando música a la juventud sin pensar en que justamente la consumen jóvenes. Y ojo, no estoy en contra de que cada uno haga lo que quiera, me parece perfecto. Pero en esta época de individualismo exacerbado, siento que tenemos que ir un poco más allá. No tiene que ser político en el sentido partidario, porque no creo en eso, pero sí político desde una postura humana. No podemos quedarnos callados. Este disco intenta hablar desde ese lugar.
¿Cómo creés que lo que consumimos culturalmente influye en la decadencia social y cultural que percibís hoy?
Vivimos en una era de consumo inmediato y de un individualismo brutal. Falta sentido de comunidad en todos lados. No es que el mal esté en un solo lugar: el mal nos habita a todos y hay que combatirlo. Yo creo en tratar de dejar el mundo un poco mejor, en lugar de ubicarme donde "está lloviendo", por decirlo así. Esta es una época muy interesante para hacer música, o arte en general, porque podemos ir por los márgenes, buscar nuestros propios nichos y encontrar comunidades afines.
Desde hace mucho hago canciones para sensibilizar ideas. Estudié filosofía, y eso es lo que me gusta: generar accesibilidad al pensamiento. La canción tiene limitaciones, sí, pero también posibilidades. Y es un formato que me interesa para llegar, sobre todo porque le llega a muchos jóvenes, y ellos la hacen parte de su vida.
Debe ser difícil ir “en contramano”. ¿Te genera frustración?
Procuro enfocarme primero en que me guste a mí y le guste al equipo con el que trabajo. Al mismo tiempo, trato de cuidar lo que miro, porque siempre uno tiende a comparar y pensar que el jardín de al lado florece mejor. Pero estoy muy satisfecho con lo que hacemos. Creo que nuestro crecimiento va a ser paulatino; lo dará el tiempo. Lo que hacemos no encaja en la lógica de lo efímero.
No componemos canciones que van a sonar en todos lados durante dos meses y luego desaparecer. Por eso, muchas personas nos descubren con canciones que lanzamos hace seis años. Eso todavía nos pasa, y es algo muy valioso.
Nosotros seguimos siendo tres amigos que hacemos todo. Y quiero que siga siendo así, porque somos dueños de nuestro tiempo, de nuestras ideas, de lo que queremos hacer.
¿Cómo manejás la vulnerabilidad que implica exponerte emocionalmente a través de tu música?
El trabajo del cantautor siempre tiene algo de desfase temporal. Estoy escribiendo las canciones del próximo disco ahora, pero Berrinche lo escribí durante dos años de profunda depresión, tratando de lidiar con todo eso. Las canciones fueron respuestas a ese momento. Incluso una dice: “Sí, el tiempo cura todo y pasará de cualquier modo. No pierdas la cabeza, escapate de la pieza y salí a ver el sol. Buscá estar mejor”.
Me encanta ver a adolescentes o chicos diciendo eso. Para mí ya vale todo. o que quiero es seguir combatiendo con contenido, con ideas, leyendo, estando informado, para poder decir lo que tengo para decir.
¿Lograste sanar a través de este disco?
Sí, muchísimo. Fueron unos años bastante complicados, y hoy, con los 30 que cumplí en noviembre del año pasado, siento que estoy en el mejor momento de mi vida.