
El pop, en su versión más alterada, está siendo celebrado en el underground porteño. ¿Paradoja? No. Realidad cultural. En los últimos años, el género, tradicionalmente asociado a la industria, la radio y el consumo masivo, logró transformarse en bandera dentro de los espacios alternativos. Lejos de los viejos prejuicios que lo reducían a “música fácil”, fue resignificado por una nueva generación de artistas, productores y oyentes que ya no le temen a la estética mainstream. Al contrario: la exploran, la desarman y la rearman desde lugares de ironía, honestidad o pura fascinación sonora.
¿Significa esto la muerte del under? Al contrario. Lo que está ocurriendo es una mutación de códigos. La rebeldía ya no está obligada a expresarse solo a través de la distorsión o el anticomercialismo; ahora también se manifiesta adoptando las formas de lo comercial. No es una novedad; Madonna en los 80, Prince en los 90 y Lady Gaga en los 2000 ya supieron jugar ese juego. Pero hoy, este movimiento es más descentralizado, plural, latino, queer y auténtico.
Y estos cuatro artistas que lanzaron proyectos este mes son prueba contundente de que el género sigue siendo un terreno para la reinvención:
Iñaki Aldao
Antes de que el pop lo reclamara como suyo, Iñaki Aldao ya había vivido otras vidas. Actor premiado con un ACE y una Estrella de Mar, el artista decidió en 2024 volver a donde todo comenzó: la música. Con los singles “Noche” y “So Paki”, plantó las primeras semillas de un mundo que ya intuía propio. Pero fue con Elástico, su primer disco, que finalmente rompió la cuarta pared.
En sus tracks conviven la nostalgia dance de Erasure y New Order con los sonidos contemporáneos de Lady Gaga y Charli XCX. Hay cuarteto. Hay bachata. Hay reggaetón. Pero sobre todo, hay pop. Del bueno. Del que no se esconde en el indie para validarse. “Me aburre ese debate”, dispara Iñaki sin filtro. “Hasta te diría que ya hay un cierto snobismo instalado en ir en contra del pop. Todos crecimos absorbiendo cultura popular, desde distintos medios. Está en nuestras venas. Es muy poderoso: conecta, emociona, eleva”, agrega.
“Naturalmente, creo que mi música resuena con gente que experimenta vivencias parecidas a las mías”, explica y suma: “Pero yo no busco atraer ni alienar a nadie. Mi música es un reflejo de mi ser. Y tengo una forma de ser bastante libre, energética y sensible”. Aldao, sin proponérselo como bandera pero cargando orgullosamente con ella, se convirtió en una figura clave dentro de la escena LGBTQ+ musical. “Lo que más me interesa es construir un espacio de encuentro, de apertura, de convivencia, de celebración”, dice. “Entrá si estás para divertirte, bailar, cantar, llorar, abrazarte. La condición es cuidar la energía del lugar. Si no, capaz este no sea tu espacio. Y está bien también”, cierra.
Homogénica
Todo comenzó a fines de 2022, cuando el baterista Facundo Vázquez Ávila y la cantante y guitarrista Lola Tabarovsky encontraron en el disco Homogenic de Björk la chispa para dar vida a un proyecto que, poco a poco, fue tomando cuerpo. A ellos se sumaron Juan Michat en las guitarras y Santiago Gómez en el bajo, cerrando un cuarteto que se mueve entre el groove del funk y la rabia del punk. Homogénica se ganó primero al público en vivo – agotando espacios emergentes sin material disponible – y luego publicó música. Una rareza. La gente ya cantaba canciones que todavía no estaban grabadas, pero que terminaron materializándose en PLAGA, un EP que mezcla electro-pop, glam y melodías oscuras. En apenas un par de meses, el trabajo superó las 100.000 reproducciones en Spotify. Pero el verdadero termómetro es físico: cada show de la banda convoca entre 150 y 300 personas, una asistencia inusual para una banda con apenas mil oyentes mensuales en plataformas.
El grupo reconoce influencias directas de bandas como Virus, Miranda! y Soda Stereo, pero desde una óptica actualizada, con una perspectiva queer y un lirismo que abraza el drama sin ironías. Las letras hablan de desamor, deseo, rabia y exposición, pero con un ritmo bailable. Actualmente, el grupo se encuentra trabajando en su primer disco de estudio, producido por Dante Saulino (conocido por su trabajo con Blair y Mike Amigorena), quien los descubrió en vivo y les ofreció producir el álbum. El primer adelanto, “Backstage”, ya se encuentra disponible en todas las plataformas digitales.
Juan Baro
Cantante, compositor y productor argentino, Juan Baro está a punto de lanzar su nuevo álbum en julio de 2025. Lo anticipó con tres cortes – “Snobs”, “Nicho” e “Invisible”. “Son tres canciones bien distintas que retratan la heterogeneidad del disco”, explica el artista en diálogo con Billboard Argentina. “Es posible decir que tiene resonancias del rock, la electrónica y el hiperpop, aunque realmente no lo quisiera encasillar. Esa indeterminación está buscada y trabajada”, comparte.
“Cuando hago canciones juego con la tradición y con la novedad. Esa contradicción me sirve para componer porque abre un mundo sonoro distinto”, sostiene el artista, quien también es tecladista de Peces Raros. Baro se mueve en el terreno del pop, pero lo hace desde una concepción expandida del género. “Más que un género, el pop es un sistema donde uno hace pie. La canción lo rige todo, y aunque uno la ornamente y la destruya, siempre quedan algunas frases, algunas melodías”, dice. En ese marco, su propuesta dialoga tanto con íconos contemporáneos del indie electrónico como con la narrativa del pop tradicional.
El vivo es un componente central de su propuesta. Aunque no utiliza secuencias pregrabadas, sus shows adoptan la lógica del live set: los temas se suceden sin interrupciones, con transiciones diseñadas al detalle. “En la música que hago hay una fuerte presencia de la música electrónica que se desarrolla más en los shows en vivo. Aunque toquemos todo con instrumentos, no hay pausas entre los temas”, explica.
En una escena donde muchos artistas se apuran por definirse, propone lo contrario: dejar que la música hable primero. ¿Puede el pop ser un espacio para la incertidumbre? Con este disco, Baro parece responder que sí.
Miss Lupe
¿Qué pasaría si, en vez de actualizarnos, decidiéramos resetearnos por completo? Miss Lupe habla con la claridad de quien supo callar para observar y ahora tiene algo que decir. Y lo hace desde una pista de baile. Su nuevo álbum Reset es un intento por recuperar el “lugar en común” que, según ella, la lógica algorítmica y la voracidad de la inmediatez nos vienen robando hace rato.
El proyecto es el resultado de un proceso creativo que comenzó en 2020 y que, lejos de apurarse, se cocinó lento entre canciones y búsquedas estéticas. La historia arranca en plena pandemia. Entre ese vértigo colectivo y la necesidad de seguir creando, surgió Nuestra Forma, un trabajo intermedio que no alcanzó a calmar el deseo de hacer un disco completo. Fue ahí, en ese intersticio entre la urgencia y el tiempo propio, donde empezó a gestarse el disco.
Desde lo sonoro, construye un universo propio que dialoga con el house, el pop y los sintetizadores de los años 90, no desde la nostalgia, sino desde la relectura contemporánea. Se planta con una identidad clara: hacer música electrónica desde Latinoamérica, con todo lo que eso implica en términos de contexto, historia y geopolítica. En esa perspectiva, lo local no es límite sino punto de partida.