21 horas del sábado 20 de diciembre de 2025, Ciudad de Córdoba. En las pantallas dispuestas a los costados del escenario montado en el estadio Mario Alberto Kempes, apareció una placa con un conteo de reloj y la inscripción, bien grande: "Pity arranca puntual 21:20". Dos días antes, la producción del show comunició "Tranquilos, Pity ya está en Córdoba". También se difundieron videos donde al líder de Viejas Locas e Intoxicados se lo veía sobre el escenario, charlando con los técnicos y ajustando detalles. Meses antes, se había anunciado un show en Vélez que no se hizo y se corrió el rumor de una fecha en La Plata. Entonces, sumado a que sus experiencias de shows en estadios no tenían buenos antecedentes, el lugar común era caer en vacilaciones sobre si iba a aparecer, cómo iba a aparecer, si por la causa penal podía tocar, si iba a llegar tarde, si se iba a bancar todo un show.
Sin embargo, desde el entorno de Pity Álvarez, aseguraban que estaba en buen estado, metido en el armado y motivado por la misión, prometiendo un show impactante desde la puesta de luces y sonido. "Va a tener más luces que el show de Oasis", le había prometido el propio Pity a Billboard Argentina en una conversación casual.
José Palazzo, uno de los productores del show, es también abogado y se encargó de despejar dudas legales en cuanto a la causa por el asesinato de Cristian Díaz, ocurrido en julio del 2018 y por el que Pity estuvo varios años preso. "Cuando estás en un proceso judicial y no hay sentencia, después de 24 meses, la libertad te debe ser otorgada salvo que seas peligroso para vos mismo o para terceras personas. En las pericias psicológicas que se le fueron haciendo, casación le ordena al tribunal que termine con todo lo que tiene que ver con inhibiciones a la libertad, hasta tanto haya una sentencia. ¿Por qué no hay una sentencia? Porque el juicio se suspende porque no estaba garantizada la legítima defensa al no poder interpretar Cristian muchas de las cosas que se trataban en el juicio. Se le siguen haciendo pericias con cierta periodicidad, está suspendido el juicio, y mientras tanto, goza de todas las libertades que tiene un ciudadano común hasta tanto haya una sentencia que disponga lo contrario", dijo. Y luego aclaró: "Interpretar canciones o cantar en un recital no necesariamente te hace apto para entender qué, cómo y porqué se te acusa. Igual no lo decide la opinión pública, ni los abogados, sino un grupo de peritos que lo controlan periódicamente para ver cuando está en condiciones de continuar con el juicio".

En ese sentido, todo estaba dado para que concretara un recital. Sin embargo, hasta que no comenzó el show, permanecía la suspicacia, la duda, la incertidumbre. Pero el artista utilizó todo eso a su favor. Primero, con la huella de un dedo pulgar ("No es el mío", nos reveló) como identidad gráfica sobre su nombre en la comunicación oficial. Luego, con ese reloj anunciando que tocaría puntual. Pity parece haber obtenido el ojo de Thundera, que ve a distancia y detecta peligros, controla energías y tiene habilidades curativas. Como ve y siente todo, entendió que los flashes estaban puestos en que pifiara, pero no. Y no solo eso, sino que el recital fue extraordinario.
Está saliendo el sol
El pronóstico de Córdoba vaticinaba tormentas pesadas. Pero el día señalado, la Docta (como se conoce a la ciudad mediterránea) amaneció con un sol espectacular. Docta significa "la sabia", que, en consonancia, supo leer el momento y se arriesgó a recibir el universo Pity. Ese ecosistema incluía los rumores de su estado de salud y las cuestiones legales, sumado a los prejuicios sobre el público, que también se iban a esfumar.
La gente invadió la ciudad. En pleno centro y en las cercanías del estadio, se multiplicaban los asistentes al show. Los choferes de servicios de transporte comentaban que la ciudad estaba contenta de recibir a Pity y su gente. La cuota hotelera, agotada.
Cerca de las 18 se abrieron las puertas del estadio y el sol no aflojaba. La previa fue mucho más tranquila que en cualquier show de Viejas Locas o Intoxicados en los 90' o 2000. Los pibes y las pibas están más grandes, o menos fisuras, o, al igual que la sabia Córdoba, supieron leer que la vuelta tenía que ser una fiesta para todos. Había que portarse bien. También es cierto que gran parte de los asistentes iban por primera vez a ver a Pity y que fueron muchas familias.
En esa escenografía urbana, los medios de comunicación cosechaban testimonios. Un parlanchín se acercó para decir "Estoy muy emocionado, gracias por volver, mi rey sin corona, mi poeta de Lugano". Todos querían decir algo y se sucedieron otras tantas muestras de afecto: "Te amo, Pity", "Gracias por la vuelta", "Espero que sea la primera de muchas", "Te extrañabamos, rey", "No te vayas nunca más"... El reloj corría acercándose a la hora indicada.

Finalmente, llegaron las 21:20. La hora señalada. Se apagaron las luces y, desde ahí, el flash. Tres horas de show con 33 canciones que pasaron rapidísimo. Los factores emocionales se potenciaron al sentir que todo estaba saliendo como deseaba el público, los artistas y la producción. La puesta en escena contó con una planta de luces magnífica y numerosa, con refuerzos en las torres de sonido de la mitad y final del campo. El sonido, poderoso. La banda, sin ser perfecta (por suerte), estuvo acorde a la situación. Las pantallas, generosas, sin mostrar a Pity todo el tiempo, permitieron apreciar el total de la propuesta. La lista de temas, soñada. Un arranque con "Intoxicado", "Nena me gustas así", "Mi inteligencia intrapersonal" (de lo mejor de la noche) y "Homero", que se lo dedicó a su padre.
Hubo detalles, guiños a los Los Simpson con Spinal Tap, cuando simuló leer la ciudad donde estaba antes de decir "Hola Córdoba". También cuando dijo "Korneta" (en referencia al factótum de Los Gardelitos) después de la frase "me lo dijo un viejo que de tristeza se fue al cielo" ("Se fue al cielo"). Su mamá Cristina veía el show emocionada, desde el pit. Exponentes de la cultura hip hop de distintas épocas (Homer el Mero Mero, Tiago Pzk y Pablikoman) celebraron en la tribuna la presentación de "su hermano menor" (Pity dixit). Felipe Barrozo se subió para recrear "Una vela" como en los viejos tiempos… Pese a que todo se trataba de él en este regreso, tuvo un gesto para con Blues Motel, una de las bandas clave para entender la cultura stone en Argentina. Y arremetió con una versión de "Hojas vacías".

Así, se bancó las 3 horas de show. Cantó todo lo bien que pudo. Se notó el esfuerzo descomunal para llegar a la meta. Lo dio todo para que saliera como salió. En el medio, tiró máximas: "El rock no es una campera de cuero ni un pibe drogado cogiéndose 3 putas a la vez. El rock son 3 tonos a una distancia. Nada más". Por el contexto, tal vez la frase más significativa fue: "Estoy emocionado. Yo creo que solo el universo me puede juzgar".
Durante el show no llovió. Pero cuando todo terminó y mientras la multitud emprendía la retirada, se desató una tormenta infernal que duró varias horas. Parece que ni quien hace que choquen las nubes se quiso perder de la vuelta de Pity Álvarez a los escenarios.
