
En Argentina, la música popular nunca fue neutra. El tango consiguió poner en palabras la melancolía del inmigrante y la violencia de la ciudad, el rock se volvió un grito de libertad durante la dictadura y la cumbia villera contó como nadie la desigualdad de los barrios. Cada época encontró en la cultura nacional un lenguaje propio para decir lo que la política institucional no podía. Que hoy sea el pop, ese género que durante décadas fue desestimado como artificio de consumo adolescente, el que encarne el discurso más frontal contra el poder, no debería sorprender. En 2025, el lugar donde se decide, se discute y se protesta ya no es solamente el Congreso, sino un estadio, y en el centro de esa arena está Lali.
El domingo 7 de septiembre, mientras los bonaerenses se dirigían a las escuelas a renovar la mitad de su Legislatura, dentro del Estadio José Amalfitani también se estaba ejerciendo una democracia distinta, con urnas de otro tipo. La bandera estaba plantada mucho antes de que comenzara la gira. Tras los ataques verbales de Javier Milei, la cantante respondió con su mejor herramienta, como le había sugerido su colega Fito Páez, el arte. Se colocó en primera fila de la discusión pública, presentó No vayas a atender cuando el demonio llama y construyó un tour con entradas accesibles, paradas en provincias históricamente relegadas y un repertorio que conjuga pop global y tradición local. Fue ahí donde empezó a consolidarse su figura de "la primera trabajadora", como la coronó Billboard Argentina, una estrella que reconoce que laburar también implica ensuciarse las manos en la pelea cultural.

El show arrancó con "Lokura", el tema que abre su sexto disco de estudio. Guitarras eléctricas, estética en blanco y negro y un look cowboy minimalista que evitaba cualquier exceso barroco. Después llegaron "Sexy", "2 son 3", "Tu novia II" y "N5", y recién entonces soltó la primera arenga: "¿Están listos para presenciar una verdadera fiesta pop?". Tras un bloque de hits, "Obsesión", "Diva", "Morir de amor", apareció Dillom para cantar juntos "33". El enfant del rap y la superstar mainstream compartieron escenario, una vez más, bajo una estética oscura. Hasta ahí, todo parecía un recital pop al uso, pero lo que siguió torció el relato hacia un territorio mucho más político y cargado de simbolismo.
El golpe más potente llegó con el cover de "Vencedores vencidos", de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. La interpretación tiene varias lecturas y distintas maneras de reafirmar su importancia. Reivindica a la banda más grande que dejó el rock argentino; rescata un tema político, nacido en la salida de la dictadura, que vuelve a sonar en un contexto de alto peso público; y, finalmente, muestra a una artista de pop masivo, en la cima de su carrera, tomando ese patrimonio y acercándolo a nuevas generaciones, como si esa vieja consigna ricotera hubiera estado esperando este momento para recuperar actualidad.
Sin embargo, el bloque político estalló con "¿Quiénes son?". Con un sampleo de Moria Casán, Lali alteró la letra para remarcar los ataques que recibe: "Que si fumo, que si bebo, que si vivo del Estado". Y al entonar ese último verso, levantó tres dedos en alusión directa al escándalo del 3% del ahora ex director de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), Diego Spagnuolo. El acto se completó con "KO", "Baum Baum" y "Cómprame un brishito", todas interpretadas como si fueran municiones lanzadas desde el escenario.


La intensidad cambió de registro con "Ahora", un número sensual que recordaba a "Partition" de Beyoncé. En una celebración de la feminidad, la artista apareció con body brillante y botas altas, llevando una silla al centro del escenario para ejecutar la coreografía, acompañada de su bailarín. La canción culminó en un solo de guitarras interpretado por Chipi Rud y Lu Torfano, cerrando el cuarto bloque y dando espacio a una seguidilla de temas emotivos; "Boomerang", "Incondicional", "Perdedor", "Ego" y una íntima "No hay héroes" a dos cuerdas completaron esa zona de vulnerabilidad.
Como siempre, la presencia de la comunidad LGBTQ+ se sintió con fuerza. El tramo más festivo del show estalló con "Mejor que vos", con Miranda! en pantalla, y "Motiveishon", que la llevó hasta el vallado para saltar cerca de sus fans. Pero el momento más fuerte en términos de comunidad fue "Soy", acompañado por 16 drag queens que llenaron el escenario de color, energía y complicidad colectiva.
Tras dos horas de show, la euforia alcanzó su punto máximo con "Fanático", donde Lali volvió a hacer el gesto de los tres dedos. Cerró con "Payaso", single irreverente y rockero que presentó la noche anterior por primera vez, y "No me importa", incluyendo un guiño al Himno Nacional. Para entonces, el estadio ya había sido testigo de un hecho histórico: la artista anunció su quinto Vélez para el 16 de diciembre, convirtiéndose en la única en alcanzar cinco shows en el estadio en un mismo año.