
El olvido es, quizás, la forma más despiadada de despedirse, de ceder al vértigo de lo inexistente para evitar el peso de lo que una vez fue. Es un acto de huida, pero también de rendición: la tentación de arrancar las raíces de la propia historia con la esperanza ingenua, de que en la ausencia de recuerdos también habrá ausencia de dolor. En 2004, el director de cine Michel Gondry imaginó un mundo en el que la memoria pudiera borrarse como si fuese un pizarrón, devolviendo a los corazones rotos la oportunidad de empezar de nuevo. Pero la pregunta seguía siendo la misma: ¿podemos arrancar nuestros recuerdos sin deshacernos de nosotros mismos? Veinte años después, la música se enfrenta nuevamente a este dilema.
Eternal Sunshine: Brighter Days Ahead (la versión deluxe de Eternal Sunshine) de Ariana Grande llega como el cierre de una narrativa que, en un principio, parecía carecer de un final, pero que para la artista guardaba, en silencio, una conclusión abierta. Mientras la película explora la eliminación de recuerdos, este proyecto, por el contrario, abarca un proceso de aceptación y reconciliación. Tras adentrarse en el colapso emocional de su última relación, luego de coquetear con la idea de suprimir todo eso que le hacía mal, regresa con una mirada que abraza las contradicciones, imperfecciones y cicatrices del amor en su forma más realista y humana. Con seis canciones adicionales, no solo pone punto final a un ciclo, sino que abre la puerta a un nuevo comienzo. Se atreve a mirar al futuro con esperanza, a la espera de algo mejor, algo más “luminoso".

Musicalmente hablando, marca un cambio respecto a sus álbumes anteriores, como Positions (2021) o Thank U, Next (2019). A lo largo del trabajo, renuncia al rango vocal que solía ser su sello, sustituyéndolo por una propuesta más sobria e introspectiva. Ya no se trata de asombrar con notas altísimas. Acá, la sencillez ocupa un lugar primordial. La vulnerabilidad, la honestidad, el susurro frente al grito. Si bien el pop y el R&B contemporáneo siguen siendo los cimientos de su sonido, la artista se aventura en nuevos géneros como el nu-disco, el electropop y el garage house. Y es en este campo donde comienza a redibujar su identidad musical, alejándose de lo que podría considerarse una zona de confort.
La versión extendida, que incorpora canciones como "Warm", "Dandelion" y "Past Life", profundiza en el concepto global del disco, revelando una Ariana más madura y, aún más, expuesta. Refuerza la introspección que ya lo definía pero esta vez con una mirada más resuelta. “No es que te extrañe, no lo hago, a veces simplemente no puedo creer que sucediste”, escribe en "Twilight Zone", como una entrada de diario íntimo. Si bien la totalidad de Brighter Days Ahead funciona como un epílogo necesario de Eternal Sunshine, el tema más revelador de esta edición es, sin duda, “Hampstead”. Esta balada, inspirada en el barrio londinense donde Ariana residió mientras filmaba Wicked, es un testimonio de la intersección entre su vida personal y artística. Su interpretación es serena, casi contenida, pero sus letras no ocultan la intensidad emocional: “Prefiero ser vista y estar viva que morir por tu punto de vista”, una respuesta directa a “pov” de Positions.
El camino hacia la sanación no es lineal, ni tampoco sencillo. La artista nos lleva de la mano por sus momentos más oscuros, por la despedida dolorosa y la necesidad de soltar lo que ya no sirve. Pero también nos permite ver esa luz al final del túnel, que no surge del escape, sino de la reconciliación con lo que hemos vivido. Porque al final, como en la película que da nombre al álbum, el verdadero reto no es borrar, sino aprender a sostener lo que duele sin que nos consuma.