
Por Maby Sosa
“Y el cielo, el mar de arriba, vierte su luz cuando amanece”, el canto colectivo se transforma en una voz sola y única con los versos del Dúo Coplanacu. Es un frío 19 de junio en Buenos Aires, y el Complejo Media Art, ubicado en el barrio de Chacarita, fue el escenario de un reencuentro folklórico esperado por el público de Buenos Aires.
La Peña de los Copla fue durante trece años un espacio de resistencia cultural y musical. Fue allí donde se producían grandes encuentros: Pedro Aznar, Chango Farías Gómez, Suna Rocha, Raúl Carnota, Peteco Carabajal, Raly Barrionuevo, fueron algunos de los nombres que pasaron por ese escenario. Los Copla, con esa peña y con su carrera musical, fueron quienes lograron zanjar aquella dicotomía impuesta entre lo tradicional y lo moderno.
Mística folklórica, sonidos nuevos y tradicionales, fuerza renovada, como siempre. “Nos gusta que los changos se expresen con otros géneros. Con el trap, por ejemplo, pero todos ellos en algún momento escuchan y cantan folklore”, dice Julio Paz quien junto a Roberto Canto integra hace 38 el Dúo Coplanacu, durante La Peña de los Copla en Buenos Aires.
Allí estaban los amigos de siempre, los que transitaron las largas noches de peñas en Cosquín, los que fueron parte de aquel intenso momento que vivió la música folklórica argentina a mediados de los 90, los que extrañan los encuentros hasta el amanecer y los que arman largas playlist en Spotify para compartir un asado entre amigos. Porque el folklore es todavía un género que sucede y se produce desde los circuitos más íntimos.
Rap, trap, rock, baladas, canciones… ¿Cuánta música de la que se produce y se escucha hoy tuvo su origen en una zamba, en una vidala o en una chacarera? Probablemente toda. El folklore argentino es todavía un territorio donde pararse para aprender a tocar cualquier instrumento y para partir hacia otros horizontes musicales.
En la última década, en la que cambió la forma de producir música e incluso de escucharla, los protagonistas de la música folklórica se desplazaron de la escena masiva para configurar nuevos aires y otros estilos.
A nivel industrial, el folklore en la Argentina tuvo dos grandes momentos: uno hacia fines de la década del 50 y mediados del 60, y otro a mediados del 90, cuando los sellos y la prensa instalaron la idea de un “folklore joven”.
De la primera época, quedaron grandes referentes, históricos artistas, un repertorio consolidado (que siguen vigentes), discos inolvidables y experiencias que abrieron un camino estético definitivo. De la segunda, quedó toda una generación de jóvenes que descubrieron en el folklore la identidad que no encontraban en el rock ni en el pop del momento. También quedaron aquellos artistas que 20 años después son referentes.
Un claro ejemplo es La Sole quien en julio celebró 27 años de carrera con una serie de cinco conciertos en el teatro Coliseo para presentar Natural. El álbum recupera los aires folklóricos de la artista a través del repertorio que lo compone y suma entre sus invitados a dos nombres representativos del género: Raly Barrionuevo y Chango Spasiuk.
De paseo por el pop sin dejar el folklore
Abel Pintos sonríe. Es todavía un niño emocionado ante la plaza Próspero Molina que ante sus ojos parece enorme. Hoy, 25 años después, Abel es uno de los artistas que más discos vende, que corta más tickets y que llena más estadios. A pesar de que viene explorando en sus últimos discos los sonidos del pop, no sólo desde lo compositivo sino también en sus formas de plantear los shows, Abel es recibido y cobijado por el público del folklore.
Algo similar sucede con Luciano Pereyra, el cantante que perfiló su carrera hacia un repertorio de características románticas también giró hacia el pop. Sin embargo, es en las canciones folklóricas donde su plenitud artística alcanza la excelencia.
Durante las noches del Festival de Cosquín, es habitual ver a estos artistas acompañando a sus colegas en algunas zambas y chacareras. El pop es una exploración y el folklore la raíz.
Pensar el folklore desde las plataformas
Alejandro Varela es presidente, productor y manager de S-Music. Afirma que las plataformas digitales no han sido un gran aporte para el folklore, que se sostiene en los circuitos de producción y difusión tradicionales.
“Hay figuras que se volcaron al pop y tal vez eso tenga que ver con el modelo de streaming. Creo que el folklore coquetea hace muchos años con el concepto pop y eso se relaciona con los nuevos formatos. Pero las plataformas están volcadas a otros géneros, entonces, no existe un espacio para los artistas folklóricos más allá del que se pueden generar ellos mismos a través de peñas, radios y festivales”, comenta a Billboard.
“Incluso veo que, por esa capacidad que tiene el folklore de tener muchos lugares para tocar a través de peñas y festivales, hubo otros géneros que intentaron acercarse al folklore para llegar a esos circuitos”.
Para Varela, falta aún la aparición de un artista resonante y con características puramente folklóricas. “Puede ser Ahyre, que tampoco viene del folklore tradicional. Sí veo la aparición de artistas más carperos, que recuperan el canto de su región como el caso de Lázaro Caballero. Pero no tienen que ver con las redes ni con las plataformas. Son productos genuinos relacionados con la gente y sus ganas de cantar y divertirse”, agrega.
“La nueva manera de producción impide que los artistas pujen por tener una obra. Porque en el folklore esta obra siempre fue el disco, entonces creo que las plataformas no le han resultado cómodas al género. Eso genera que falte también renovar el repertorio de una manera más masiva”.
Esto, afirma, también sucede en el pop. “El modelo digital fue para el lado del indie y ahora para el lado de lo urbano”.
Los festivales, el espacio para el folklore
El armoniquista Franco Luciani recorrió festivales como número principal y como invitado. Recuperó el valor de la armónica dentro de la música popular de raíz e incorporó nuevos sonidos. Su lugar en la grilla de los festivales asegura calidad y fiesta.
“Los festivales son históricamente de gran peso para los folkloristas de nuestro país, pero no es excluyente, eso está bueno saberlo. Creo que los festivales también están cambiando, hay mucho que rever en ellos. Son para que la gente disfrute, pero eso no significa a veces creer que el público quiere tal cosa o que no quiere tal cosa, entonces se relega a otras expresiones”, dice el rosario que está presentando su nuevo disco Frutos del país, un trabajo meramente folklórico.
“El folklore es un universo”, afirma Luciani y argumenta que está compuesto por corrientes diferentes por eso el desarrollo artístico de cada músico no siempre está ceñido al festival, aunque es una catapulta para muchos artistas. “Pienso que se debería cuidar mucho más el contenido. Si es un festival de folklore, el folklore tiene que predominar. Estoy orgulloso de que el folklore abra puertas porque es, a nivel festival, el género más abierto. En un festival de folklore ves de todo, en cambio, en festivales de tango, de jazz, música clásica o rock no ves de todo. Y si ves algo diferente es un poquito. Es un momento de rever cosas. Me parece que los festivales tienen que jugar como en otros tiempos y no dejar de ser un espaldarazo para los artistas del folklore, del género folklórico”.






Hacia lo masivo
El salteño Juan Fuentes fue el ganador (junto a Destino San Javier) del premio Consagración del Festival de Cosquín 2023. Dice que la génesis de ese premio fue el año anterior en ese mismo escenario cuando cantó bajo la lluvia para 20 personas.
De acuerdo a su mirada, en esta última década el folklore atraviesa su momento de mayor efervescencia. “Exponentes importantísimos como Abel Pintos o Luciano Pereyra llenaron grandes estadios, como River. El folklore tradicional como el folklore de bandas nuevas se amoldó al gusto de los chicos y generó un movimiento enorme. La música está empezando a perder fronteras y el folklore se va mezclando con otros géneros y con otros ritmos. Y también siento que todavía quedamos algunos exponentes que defendemos el folklore tal cual como es”.
Apostar a los cambios
Flor Paz viene de una familia de músicos, es hija de Onofre Paz, integrante fundador de Los Manseros Santiagueños, y hermana de Martín Paz. Su tradición musical brilla cuando se sube a los escenarios y está presente, según ella afirma, cuando se propone componer.
“Esa esencia tradicional en la que me ha formado mi familia es la necesaria para crear y combinar”, dice la cantante a Billboard. “Hoy hay una gran apertura desde el lado de los artistas con lo que pueden ofrecer desde lo musical y también desde lo que el público quiera recibir. Se dejó de dividir entre todos los géneros y empezó a valorarse la originalidad, la identidad de cada artista, de cada grupo. Lo noto en los festivales. El público tiene una apertura mental y recibe la música nueva con un contenido donde se refleje el artista”, agrega.
En 2013, Flor editó su disco Amuleto. Editó tres discos, dos de ellos recibieron el Premio Gardel. El primero fue Despertar como que ganó como Mejor Álbum Nuevo Artista Folklore, en 2018 y Soy semilla en 2022 como Mejor Álbum Artista de Folklore. Este recorrido, que en marzo de este año la llevó a integrar la delegación de artistas santiagueños que cantó el Himno Nacional para la Selección Argentina durante la celebración por el tercer campeonato del mundo en Santiago del Estero, también le permite explorar nuevos sonidos.
“Tiene que ver con esta amplitud que hay hoy. Da la posibilidad de que una se sienta libre a la hora de mostrar su esencia. Esta evolución linda que hubo desde el oído del público y de los artistas hizo que sienta la libertad por componer, por salir de algunas estructuras siempre vinculadas a la danza. En estos años he tratado de crecer en la composición y de formarme”.
Componer cuando el arte lo pida
La composición es para los artistas una forma de apostar al crecimiento de un nuevo cancionero popular. Pero no se puede forzar. Al menos así lo vive Franco Luciani. “En mi caso tiene un comienzo y fue cuando grabé mi primer tema, “El Canalla” (en el disco Acuarelas de bolsillo), dedicado a mis queridos colores de Rosario Central y al Negro Fontanarrosa, ese fue el puntapié. Pero lo fui regulando. Nunca fue para mí una obligación por eso en los discos hay más o menos composiciones mías”.
Hoy Luciani trabaja en otro tipo de composiciones como la obra integral que está preparando junto a Omar Lobos sobre el cacique Cafulkura. “La composición siempre está presente, pero la voy llevando como lo que me pide el arte, como va y como fluye”.
En esto coincide Flor Paz quién está trabajando en un nuevo disco. “Estoy trabajando en música nueva. Todo este tiempo estuve componiendo, buscando que cada canción nueva venga acompañado de una historia. No quiero grabar por grabar una canción, es mi manera de seguir creciendo y de desafiar mi propia voz”.
La inclusión, siempre
En noviembre de 2019 se aprobó la Ley 27539 o Ley Mercedes Sosa que establece un cupo de al menos 30% artistas mujeres y otras identidades de género para los eventos en los que haya tres o más artistas convocados.
La ley comienza a gestarse en los activismos feministas que surgieron a partir de 2015 y se consolidaron en 2018 durante los debates por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. La cantidad de artistas mujeres y personas LGBT no se veía reflejado en los escenarios. A las mujeres invisibilizadas dentro de la industria musical (productoras, managers, agentes de prensa) se sumaba la notoria ausencia de mujeres en los escenarios.
La iconografía del folklore está totalmente masculinizada, a pesar de que la música argentina está poblada por grandes voces y plumas de mujeres. “Desde la mítica Mercedes Sosa, ha cambiado todo. La mujer estos últimos años ha tenido la oportunidad de mostrarse diversa, desde instrumentistas hasta cantantes, intérpretes, compositora de las obras en todo el ambiente de la música”, dice Flor Paz. “Trabajo con estas mujeres dentro de lo que es la ingeniería de sonido, producción, management y en todos estos espacios la mujer despliega una gran capacidad. Me alegra que se hayan abierto cada vez más lugares y oportunidades particularmente en la música folklórica”, agrega.
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Hacia nuevos paradigmas
En 2022, Ferni de Gyldenfeldt fue la primera cantante solista no binaria en subir al escenario Atahualpa Yupanqui del Festival Nacional de Folklore, en Cosquín, Córdoba. Llegar allí no fue fácil, y hubo que apelar a un cambio en el estatuto del festival que sólo asumía género masculino o femenino. Esto marcó un punto de inflexión en uno de los escenarios más importantes del género y también visibilizó la gran cantidad de artistas LGBT que hoy forman parte de la escena musical del folklore.
“Después del escenario de Cosquín puedo pararme en todos los escenarios, aún aquellos a los que a mí y a mis hermanes nos fueron relegados históricamente”, dice Fernie. Cuenta que el silencio mientras cantaba y los aplausos posteriores fueron para ella un momento significativo porque quedó claro que las resistencias a la presencia de travestis y trans en los escenarios no vienen del público, si no de la industria.
En ese movimiento se enmarca el proyecto “Brotecitos: NuesTrans Canciones”, un cancionero musical, resultado de los talleres dictados por las artistas Susy Shock y Javiera y que fue editado por el Instituto Nacional de la Música en 2021.
Así nació la Colectiva de Folklore Pluridiversa un movimiento que reúne las nuevas expresiones folklóricas de diversidad. Nahuel Quipildor, La Fernie, Susy Shock, Valen, Lorena Carpanchay, LeGon Queen, Bigsofty son algunos de los artistas que integran este movimiento musical que comienza a imponerse.
“Estamos dándole otra perspectiva a la manera de mirar el folklore. Tenemos canciones escritas por el propio colectivo que hablan de nosotres, también sucede en la danza. Tenemos trincheras, tenemos espacios y tenemos muches representantes proponiendo desde lo popular una perspectiva transfeminista”, analizó Fernie.
Es larga la lista de artistas que buscan renovar el sonido del folklore: Ramiro González, Flor Castro, Juan Iñaki, José Luis Aguirre, Manu Sija, Los Hermanos Núñez, de Misiones, La Bruja Salguero, La Charo, Juan Fuentes, Nadia Latcher, Mica Chauque, Don Olimpio, Nahuel Pennisi, Aca Seca, son apenas algunos exponentes.
Hacen falta espacios de difusión, pero también hace falta un nuevo repertorio que, probablemente se esté gestando, como siempre en el folklore, desde las orillas. El tiempo lo demostrará.
Este año, hubo un encuentro que sorprendió: sobre el escenario Atahualpa Yupanqui, Jorge Rojas y Raly Barrionuevo juntos acompañándose y cantando canciones folklóricas. Fue más que una invitación entre dos colegas que durante años trabajaron y direccionaron sus carreras hacia diferentes lados. Fue el final de una dicotomía inventada y fue un sello de compromiso con la música popular folklórica que espera ansiosa nuevos aires para recuperar su pulso vital y estético.
DE LAS PANTALLAS A LOS ESCENARIOS
Transcurría el segundo año de la pandemia por el coronavirus y el concurso de talentos La Voz Argentina tenía al aire por Telefe una de sus mejores ediciones. En las galas había una voz que emocionaba: la de Maggie Cullen quien luego de su paso por el programa se volcó de lleno a su carrera artística como cantante de folklore. Este año subió por primera vez al escenario de Cosquín y meses después ganó el Premio Gardel 2023 en el rubro “Mejor Canción de Folklore” por su interpretación de “Canto Versos” de Jorge Fandermole. El 27 de julio salió “No Te Puedo Olvidar”, el primer single de su disco Canciones del viento que presentará en octubre en el teatro Broadway.
CELEBRACIÓN
El 9 de julio salió en todas las plataformas el disco Mercedes Florecida, editado por Sony Music. Se trata de un disco producido por el músico Popi Spatocco con algunos fragmentos de grabaciones inéditas de Mercedes Sosa. El nuevo sonido de estas versiones está respaldado por las voces de Víctor Heredia, Abel Pintos, Santi Celli, Silvina Moreno, León Gieco, Ricardo Mollo, Rozalén, Nahuel Pennisi, Peteco Carabajal, Nadia Larcher, Eruca Sativa, Manu Sija, Dakillah, Ivonne Guzmán Grisales, Teresa Parodi, Liliana Herrero entre otros.
¿DÓNDE ESCUCHAR, CANTAR Y BAILAR?
Para encontrarse con los sonidos folklóricos existe en la Ciudad de Buenos Aires un circuito de peñas. Te recomendamos tres:
La Olimpeña: organizada por el octeto de música argentina Don Olimpio, la peña se realiza una vez por mes en el escenario de Dumont 4040. Las fechas y datos sobre la cartelera se pueden encontrar en http://donolimpio.com.ar/
La Peñamiga: el tradicional encuentro mensual se realiza en la cooperativa cultural Galpón B. Los datos de cartelera se pueden encontrar siempre en el Instagram de la peña: @lapeniamiga
La Peña de los Abrazos: también mensual, la peña que se realiza en el Espacio Ecunhi va por su octava edición. No sólo te encontrás con recitales si no también podrás asistir a talleres de instrumentos, canto y danza. Podés informarte en el mail peniadelosabrazos.ecunhi@gmail.com o en la web https://ecunhi.com.ar/