El disco nuevo de Morbo y Mambo tiene un mensaje claro de entrada: Muta, como verbo y como nombre propio al mismo tiempo. Una invitación al oído y también un manifiesto que hace bandera de lo que sucede desde el primer tema, Plan de vuelo, cuando irrumpe la voz del ex-Astro Andrés Nusser.
Para encontrar un cantante en su obra hay que remontarse al 2009, cuando la expianista Noelia Pollini improvisó unos versos en La pulseada de la mosca (Das Papier, EP), un tema que ya no forma parte de su repertorio. Pero Muta no solo tiene a Nusser, sino también a Nick Allbrook de los australianos Pond en Portal y a Santiago Motorizado en Pomán.
El concepto de transformación estuvo presente desde el momento en que la banda decidió meterse al estudio para llevar a cabo la tarea de lanzar un álbum a la altura de su antecesor, Boa (2014). “El disco iba a tener otro nombre”, revela el bajista Manuel Aguilar, pilar fundacional de la banda junto a su hermano mayor, Mateo (batería).
“Los pibes querían ponerle ʽMutopíaʼ –continúa Manuel-, como el track nueve del disco. A mí me gustaba la idea, porque así se llama el planeta de donde vienen los X-Men, pero sentía que la palabra no tenía la fuerza para ser el nombre del disco. También pensamos en ʽMuteʼ, como un juego de palabras entre ʽcallarʼ y el imperativo: ‘Nosotros mutamos, usted también mute’. Pero nos decidimos por ‘Muta’ porque nos gusta la idea de ‘Morbo y Mambo muta’, es un concepto”.
Pero este estado de mutación de Morbo y Mambo no comenzó en su último disco, sino mucho antes. En 2016 lanzaron un ciclo de shows llamado Noches de Morbo con la premisa de tomar un género musical para explorarlo y ejecutarlo con un toque propio. Así surgieron Noches de Morbo Volumen 1, 2 y 3, con sus respectivos sencillos y EP editados de manera digital, en donde la banda se permite jugar con el soul, la música electrónica y el dub.
Ese trabajo de campo pesó a la hora de hacer su tercer disco, y también fue la primera prueba de que se venía algo nuevo. “Usamos muchas veces la palabra skin por el fondo que podías cambiar en el reproductor de música Winamp –explica Mateo–. Muta es como Morbo y Mambo probándose un skin nuevo”.
A la suma de voces se le opone la falta de vientos. Aunque tarde o temprano finalmente aparecen el trombón y la trompeta –la delantera goleadora de la banda–, Muta también da muestras del cambio en el riesgo de no contar con su carta más efectiva.
“En esta época, la historicidad de una banda es para el que está muy empapado en el tema –explica Mateo–. Todo lo que sueltes a Internet hoy en día se deglute a una velocidad tal que ya no importan tanto los pergaminos o de dónde venís, sino más bien lo que estás haciendo, cuál es la instantánea de hoy. Y la de Morbo va por acá. Si tenemos que explicar qué somos hoy, está todo metido en el disco nuevo”, dice el baterista.
Entonces, ¿cómo van a trasladar todo lo que suena en el disco a los shows? Esa no fue ni será una tarea sencilla. Manuel admite que los primeros ensayos “fueron bravos”, pero asegura que la máquina ya suena con “una fuerza” que los hace “sentir cómodos”.
“Alguien nos decía que en los temas cantados, por ejemplo, se escucha un Morbo más contenido. Pero tienen que venir a vernos en vivo, porque esa contención está en el disco, con la banda más controlada y en servicio de una canción. Después de muchos ensayos, logramos que la voz y la banda tengan la misma fuerza”, asegura el bajista, y su hermano completa la idea: “Con Muta nos propusimos directamente hacer una obra fonográfica. ¿De qué nos disfrazamos para tocarlo en vivo? Después vemos”.