Quien crea que los músicos –y especialmente Los Caligaris– “viven de joda” debería intentar sostenerles el ritmo. Bajarse de un avión luego de diez días de gira por España, acomodar las cosas en casa y seguir trabajando -desde videos para redes a ajustes técnicos para el show o pedidos de merchandising- por una banda que no para de crecer.
Hay olor a asado y chicos jugando en el living. De fondo se observa una galería, una mesa y gente alrededor. Parece domingo pero es viernes al mediodía. No es un festejo ni una ocasión especial, sino apenas una situación más de trabajo. Una entrevista convertida en un almuerzo extendido, pero también una puesta a punto de varios detalles que van y vienen.
Acaban de volver y ya están preparando el show más importante en la historia de la banda. Mientras tanto, van a sacar su décimo disco de estudio y van a presentarlo en algunas ciudades de Argentina y Chile. Luego, sí, llegará el Foro Sol, el escenario más imponente de la Ciudad de México y de todo el país.
Los Caligaris volverán a tocar allí (donde también compartieron escenario con Los Auténticos Decadentes y fueron número central del festival Vive Latino) pero esta vez será otra cosa: ellos serán los protagonistas absolutos de la noche. Como Madonna, los Rolling Stones o Depeche Mode, el próximo 9 de noviembre esta docena de cordobeses -más cordobeses que el fernet con coca- llegará a la meca de la música popular en México. Del otro lado, habrá 65 mil fans esperando para entregarse al festín musical y a la experiencia apta para toda la familia que ofrece el laborioso combo de ska cuarterrockero.
México
El instagram de Raúl Sencillez (Diego Pampiglione, según su DNI), el baterista del grupo, es un archivo de anécdotas y momentos delirantes. Para cada eventual historia tiene listo el teléfono para remitirse a los hechos. Allí se lo puede ver, por ejemplo, con una máscara saliendo a comprar merchandising “trucho” antes de uno de sus últimos shows en la capital mexicana.
No es más que un reflejo del impacto logrado por Los Caligaris a lo largo y ancho de México. Allí, la banda es virtualmente una de las tres más populares del momento luego de 12 años de visitas cada vez más regulares y shows históricos que se empiezan a acumular.
Uno de esos es el DVD El show más feliz del mundo (2018), que puede verse completo desde el canal de YouTube de Pop Art (compañía que trabaja con la banda desde 2015). El concierto se desarrolló el 7 de octubre de 2017, en el Palacio de los Deportes de la Ciudad de México y frente a 20 mil personas. Allí estaban festejando 20 años como banda y una década de crecimiento sostenido en el país azteca.
“Lo hicimos para mostrar un poco lo que pasaba allá. Nosotros lo contábamos, lo explicábamos, pero no es lo mismo que vivirlo”, confiesa Martín Pampiglione, cantante y guitarrista. “Sabíamos que empezaba a pasar algo grande cuando vimos las banderas y los tatuajes”, agrega. “Letras de canciones, nuestros nombres, nuestras firmas, cosas muy fuertes. Nunca nos imaginamos esto”, acota su hermano baterista, que inmediatamente muestra una foto de una niña nacida el año pasado en el estado mexicano de Coahuila y bautizada como Katya Caligari.
Luego de ese Palacio de los Deportes, en 2018 llegarían cuatro funciones en el mítico Auditorio Nacional ante más de 40 mil personas. El paso siguiente era, tenía que ser, el Foro Sol. Pero antes era necesario plantear un nuevo espectáculo, con acrobacias, escenografía y agregados a la altura de lo que implica presentar un show en el equivalente a una cancha de River.
También era el turno de volver al estudio para grabar el sucesor de Circología (2015), el disco que acompañó el pico artístico y de popularidad de la banda, y que les dio su primer Gardel. Allí están, entre otras, ”Todos locos”, ”Que corran”, ”Aunque no quiero” o ”Vino y soda”, auténticos clásicos que resumen un ADN Caligari sinónimo de celebración pese a todo. Con raíces jamaiquinas, canción popular, rock “alterlatino” o cuarteto (“tenemos uno por disco”, sentencia Pampiglione), pero siempre con el mismo eslogan: fiesta, alegría y cotillón.
Salva
De esa auténtica historia de amor entre los cordobeses y el público mexicano –que empieza a replicarse en países como Colombia y España- nace Salva, el décimo álbum del grupo producido por Martín “Moska” Lorenzo (Auténticos Decadentes), o la excusa formal para una nueva gira a gran escala. También, será el material que presentará la banda cuando en octubre toque por primera vez en Obras, el templo rockero de la ciudad de Buenos Aires.
El título del disco hace referencia a la primera persona que los recibió en la que es hoy la plaza más importante de Los Caligaris: un tal Salvador, alguien que sin duda dejó su huella hasta estos días, en los que el éxito es moneda corriente. En la memoria del grupo, “Salva” es una suerte de padrino, alguien que les abrió las puertas de su casa y los ayudó en un momento de más incertidumbres que certezas, cuando la excursión mexicana representaba una especie de última carta para lograr la sustentabilidad buscada desde los inicios de la banda en 1997.
“Este disco tiene mucho que ver con eso. México fue una de nuestras últimas fichas apostando por el sueño de vivir de la música”, confiesa Raúl Sencillez. “Si bien acá en Argentina teníamos un desarrollo, creo que nuestra historia se enriqueció a partir de la trayectoria en el exterior. En el 2007 ya teníamos 10 años de andar tocando por distintos lugares”, recuerda.
Desde esa primera gira todo empezó a crecer. Los seguidores, las historias locas, los cartelitos de “agotado”, las relaciones con otro universo artístico y comercial. “Ir a México nos generó muchísimas alegrías, pero también nos dio la posibilidad de aprender muchas cosas, de relacionarnos con otros artistas, de conocer otro mercado, de tocar en festivales muy importantes”, explica Raúl.
“Voy a volver”, el segundo track de Salva, confirma esa apertura a nuevos horizontes. Quien se suma no es otra que Ximena Sariñana, una referente del pop de autor mexicano. La cantante oriunda de Guadalajara aporta un color absolutamente distintivo en una canción que parece resumir el «ida y vuelta» permanente en el que se ha convertido la relación Caligaris-México.
El otro gran invitado es Andrés Ciro Martínez. El excantante de Los Piojos, hoy al frente de Ciro y Los Persas, se suma con naturalidad en “Queda en esta noche”, primer corte del flamante álbum. La canción, que promete alta rotación en radios rockeras, es la confirmación de que Los Caligaris lo han logrado. Tras 22 años de trayectoria incansable, el grupo se acomoda entre los grandes nombres de la música nacional sin la necesidad de flashes ni reconocimientos.
Los 11 tracks restantes de Salva profundizan ese sonido que mezcla pulso latino, raíces de pasodoble y tarantela y espíritu ska.
El amor y el humor siguen siendo los grandes temas principales que Los Caligaris eligen para sus canciones. A través de ellas logran tocar fibras íntimas y luego de una decena de discos pareciera que tienen la fórmula para conquistar el gusto popular. A esta altura, no les queda otra que seguir agigantando su leyenda.
“Es probar y pegarle al arco. Alguna va a entrar. Hay que golpear puertas y si te las cierran hay que ir para otro lado. Probar, errar y acertar. Así ha sido nuestra carrera”, resume Pampiglione, exponiendo una lógica de trabajo que el grupo lleva implantada como un chip.