Todo sucedió muy rápido para las platenses. Bastaron un verano de ensayos como juegos con surf rock de fondo, algunas canciones que salieron y gustaron, y una actitud de empuje y frescura para hacer de Las Piñas una de las revelaciones del circuito under durante el año pasado.
Las Piñas es una de esas bandas plausibles de gustar a la primera escucha. Esto puede comprobarse dándole play a la reverberante y zoológica Panteras, a la mántrica Costa este o a la oda culinaria Pizza, por citar algunos casos. Su estilo en realidad trasciende la idea del surf rock y se interna en el punk y el rock alternativo de los 90, tanto el estadounidense como el argentino, particularmente si se piensa en Suárez, el proyecto que lideró en esa década Rosario Bléfari. Esto es notable sobre todo en las melodías y la forma de cantar de Sofía Cardich. De todos modos, el surf parece capitanear por ahora la idea musical, y sus buenas canciones recuerdan tanto a las californianas La Luz como a viejas piezas de The Rebels, Dick Dale y The Ramblers.
Sus canciones son crónicas de simpleza y cotidianeidad en las que desde luego están muy presentes la playa, el sol, el verano, las olas, los autos largos y coloridos, y las ciudades costeras de aquí y de allá. Las guitarras crocantes y la batería en clave lo-fi resultan fantásticamente en este tándem de voz y coros. La estética de la banda completa el cuadro y es retronoventosa, con videoclips calidad VHS, viejas salas con máquinas de fichines y arte pop en sus discos.
Es fácil verlas tocar en vivo por Buenos Aires y sus alrededores, y ya giraron por los Estados Unidos en 2016 y también este año, dando conciertos en Denver, Phoenix, Brooklyn, Chicago, Nueva York y Los Ángeles. Sus dos primeros discos, El perro beach EP (2015) y Espanto caribe (2016), fueron editados en los Estados Unidos por el sello texano Yippee Ki Kay Records.