5202, de Duki

Duki está encerrado en su propia vaina. Abandonó la calle y no sale del vip. Y aunque corra arriba del beat no renueva sus propios paradigmas: el derroche, las rivalidades sin nombres, el éxito desde la masividad. No se olvida de la familia y el trabajo. Está todo, hasta tiene los instrumentales de los referentes del rap de Atlanta (Southside y Wheezy) pero aún así falta la llama de la creatividad. La buena noticia es que el rapero más importante del país dejó atrás el concepto de disco (no resultó nada bien lo de Ameri) y volvió al estudio a jugar. Y Duki, cuando compite, quiere salir campeón, siempre.
Según el artista, estas canciones las fue haciendo mientras estaba de gira por Estados Unidos. Y tiene sentido. La esencia del estudio de grabación, como lo hicieron en los mejores mixtapes del rap, se siente en cada segundo de estos once tracks. Ahí tiene el foco competitivo y chivado, se siente ese olor. Duki es creativo siendo instantáneo y quizás 5202 sirva para volver a esa. No hay certezas sobre el don que tanto subraya pero está claro que es un artista del que siempre se pide más porque tiende a la disrupción y, a veces, la alcanza. O como dice él: "Con ser Mauro no me alcanza".
Tropicoqueta, de Karol G

Como le dice Thalía a Karol G en el original y radial prólogo de "Piel morena" de este nuevo disco: "Pasaste de ser la bebecita a la bichota, y ahora a la Tropicoqueta". Y esa línea podría ser la traducción del "foco Latam" en el que también cayó la cantante colombiana. En diálogo, si se piensa sólo en 2025, con el Debí tirar más fotos de Bad Bunny pero más cerca del Latinaje de Cazzu. Una coctelera de géneros de la región arrastrados al mundo de la artista con resultados desparejos.
La industria que ahora pide el "disco regional" por el éxito de El madrileño (C. Tangana) y El mal querer (Rosalía) se trasladó a esta parte del continente y las mujeres se atreven a encararlo. Para Karol G las buenas noticias vienen por el lado del funk carioca "Bandida entrenada", la balada "Coleccionando heridas" junto al maestro Marco Antonio Solís y, más en su terreno urbano y eterno, con "Latina foreva". Los veinte temas juntos son un exceso de la búsqueda pero, a modo "salmón", podés bucear y encontrar, también, cosas aisladas como "Viajando por el mundo". La canta de manera trascendental junto a Manu Chao y todo su mundo clandestino y crítico. Tropicoqueta y social.
La comedia del horror latino, de Fraxu

Dice Fraxu que La comedia del horror latino se ofrece como rito y refugio: una obra colectiva, performática y profundamente expresiva. Para que se hagan una idea regional, el vínculo arriesgado es Ney Matogrosso pero, como todo artista afincado en La Plata, las referencias locales también están. En este caso, el artista tiene una vinculación fuerte con Mister América y La secta, dos proyectos de inicio de siglo, secretos bien guardados de la ciudad de los masones. Por todo eso, a Fraxu hay que verlo en vivo, se gesta a partir de un mundo más vinculado a la dramaturgia que a un show musical standart.
En este, su tercer LP, te derrite sin la performance vincular con "Que rico che", "Serotonina" (y sí…), la canción que recibe el nombre del disco y con la bucólica y nocturna "El anfitrión" (donde se mete a cantar Ramiro Sagasti de Pérez que también fue el productor). Si bien es un trabajo de pop barroco hay algo del procesamiento sonoro digital y contemporáneo que le da una frescura futurista, como si ese pequeño cuerpo multicolor llegara montado arriba de una bomba atómica dramática y amorosa.
Eterna, de Mula

Quizás no lo sepan pero el trío de República Dominicana está unido a un mismo lazo con Javiera Mena y Miranda!. Sobre todo en "Formenqué", la mejor canción (que sirve de apertura) de este LP pero también en "Acelero" donde la voz de la chilena fundamenta la hipótesis. La mezcla que trabajan entre la new wave y las bases electrónicas preparan el terreno para desembocar de lleno al reggaetón pero nunca termina pasando. Es una calentura constante por convicción.
Esa es la clave de Eterna que, además, cuenta con colaboraciones como las de Las Acevedo y Lucía Tachetti para dejar en claro que también pueden ser verdaderamente pop desde el fuego de Centroamérica. Respecto a la integralidad de las doce canciones, Mula deja claro otra idea que tienen desde el principio: el disco puede ser una sola pista capaz de convertirse en un baile desmedido pero justo. Controlado pero letal, coqueto pero profundo.