“¿Qué estás haciendo aquí? Vení a la cama con nosotros”, dice una pícara Julia Michaels. Mientras Khalid y Michaels intercambian historias dentro de una suite de penthouse situada en el centro de Las Vegas, SZA se plantó en un banco en la mitad de la habitación. “Me detengo un momento –explica la artista de R&B nacida como Solána Imani Rowe–. Me voy a quedar aquí para que la energía no se disperse”. Los tres artistas llegaron esta tarde de septiembre para hablar sobre la edición número 60 de los premios Grammy, donde son serios candidatos en múltiples categorías, incluyendo Mejor Artista Nuevo. Y aunque es una oportunidad para disfrutar al máximo de los logros del último año, también tienen que calcular las presiones del éxito, la celebridad y el reconocimiento.
Esto vale especialmente para SZA, cuya abuela de 90 años está en su mente esta noche. De joven, a la abuela de SZA (que narra el segundo álbum de su nieta, el laureado Ctrl) le prometieron una campaña promocional que finalmente le fue entregada a una compañera. “Nunca volvió a ser la misma tras eso”, dirá por la noche SZA, después de que Khalid y Michaels salgan a promocionar su trabajo en la radio, en coincidencia con sus apariciones en el festival musical iHeartRadio ese fin de semana. “Desearía ganar un Grammy antes de que se muera –confiesa–. Quiero sobresalir en algo, no tener miedo. Ahora que estoy aquí, pienso que su importancia me atemoriza un poco”.
El peso de esa importancia se vuelve obvio cuando el grupo discute la entrega de premios de febrero último y cómo terminó: con Adele en el escenario sosteniendo otro Grammy a Disco del Año y concediendo que para muchos fans el trofeo le pertenecía a cierta visionaria del R&B. “¿Qué mierda tendrá que hacer Beyoncé para ganar el premio a Disco del Año?”, se preguntó la superestrella británica más tarde en el salón de prensa. Khalid, Michaels y SZA coinciden, como dice Khalid, en que “la representatividad en la música está cambiando” –y que, como agrega Michaels, cada vez tiene menos que ver con el género–. Y que sus ascensos, en varios sentidos, son representativos de los caminos que se abren a artistas que están remodelando la cultura y, también, los Grammy.
Criado como hijo único de una madre cuya carrera militar lo obligó a un estilo de vida nómade, Khalid, de 19 años, se estableció como la Revelación del Año del American Teen, una mezcla de folk, R&B, pop y teclados ochentosos que captura la soledad y el amor en la era digital. Dentro de unos días estará cantando Location, que alcanzó el puesto Nº 16 en el Billboard Hot 100, en el show apertura de Lorde en Manchester, Inglaterra. “Cuando estaba en segunda línea, recuerdo haber tuiteado: ‘Quiero ir a los Grammy’. Así que de ganar un Grammy, el quinceañero que llevo adentro estará feliz”, dice.
Para Michaels, de 23, que creció en California y pasó años coescribiendo hits pop como Sorry de Justin Bieber y Hands to Myself de Selena Gomez, la decisión de ponerse en el foco, con el lanzamiento de su EP Nervous System, solidificó su estatus como una fuerza influyente del mainstream pop en una vena más instrospectiva. “Estuve en álbumes que fueron nominados, estuve en Grammy los últimos tres años, pero competir por tu propia cuenta es mucho más surrealista”, dice.
SZA, de 26, nacida en Missouri y criada como musulmana en Nueva Jersey, extendió la noción de lo que constituye el R&B en Ctrl, una reflexión personal sobre el autodescubrimiento donde asevera, de un modo directo y espontáneo, el control de su sexualidad. Y aún así, la posibilidad de ser reconocida con un premio parece tan frágil que reconoce con un susurro: “Es una bendición”.
¿Qué habría pensado tu padre del camino que abriste en tu carrera?
Khalid: Justamente hoy pensaba que estaría muy orgulloso de lo que soy. Creo que no tuvo la oportunidad de ver mi lado creativo, y estoy seguro de que le habría encantado. A medida que crezco, a medida que dejo de ser un adolescente para ser más un hombre, más veo la cara de mi padre reflejada en mi rostro.
DAMN., de Kendrick Lamar, y Divide, de Ed Sheeran, son los favoritos para Álbum del Año. ¿A cuál elegirían si resulta nominado?
Michaels: No creo poder elegir. Trabajé con Ed en ese disco y su punto de vista es muy claro. Básicamente, me senté a escribir un par de melodías y él las llenó con lo que estaba sintiendo sobre su novia y sus vínculos. Él siempre ha hecho cosas sinceras, y lo mismo Kendrick. Ambos son únicos; cada uno es innovador a su modo.
SZA: No conozco personalmente a Ed, pero me encantan él y su música. En cuanto a Kendrick (compañero del sello Top Dawg), he visto su modo de trabajar y es un genio. Dot no toca ningún instrumento, pero diseñó y produjo su propio álbum. Desde el inicio, es decir… eso es mucho. Es muy increíble. No he visto a nadie que haga eso excepto quizás Frank [Ocean]. Es la persona más inspiradora que conocí en mi vida.
K: El álbum de Kendrick fue necesario, especialmente en 2017, con el mundo y los Estados Unidos puestos en un lugar donde no deberían estar. Y es alguien parecido a mí, un afroamericano, con mucha integridad, entereza, conciencia. Me gusta que utilice su espacio privilegiado para ayudar a otra gente.
SZA: Y aún así, su sonido vuela. Eso es lo loco. Es un material caliente. Él consigue ser un activista con un Disco de Platino, es muy raro. Nina Simone hablaba sobre esto, sobre la responsabilidad que tenemos como artistas de reflejar el momento, y siempre sentí que no sabía cómo mierda hacerlo. Pero Kendrick, no sé qué piensa de lo que hace. Creo que simplemente le brota de los poros.
Cuestiones raciales y de género han sido temas de discusión en las últimas entregas de premios Grammy. ¿Creen que las mujeres y la gente de color no están debidamente representados en la industria?
S: No lo creo, hay toneladas de mujeres y artistas negros. La cuestión es: ¿llaman la atención una vez que están en la superficie? Hoy, el hip hop vende más que la música pop. Sabemos dónde se origina, no es un secreto. El tema es que cuando alguien que hace hip hop no se parece a mí, de golpe es innovador. Y no, no lo es. Ha habido música así en los últimos cien años.
K: Para mí, la representatividad en la música está cambiando. Siento que ahora el hip hop y el R&B, como dice SZA, están tan vivos, tan dominantes, al punto de que influencian a otros. Y está bueno.
S: Es una gran paradoja para mí. Tenés un pie en el lugar donde Issa Rae dijo: “¡Estoy en esto para toda la gente negra!” [en los premios Emmy]. Pero también es como si dijera: “Estoy en esto para toda la gente copada”. A veces me siento culpable, porque no quiero hacer las cosas solo para la gente negra. Pero hay algo así, onda: “Puede ser que esta noche mis amigos no se sientan representados”, y tenés que agitar por ellos.
K: Creo que como oyentes estamos aceptando el hecho de que la música ya no tiene una imagen.
M: Sí, se está desgenerizando.
S: ¡Sí! Esa es la palabra: “desgenerizando”. Es como que todo está convergiendo del modo más hermoso.
K: Es como mirarme al espejo: un chico negro pequeño, gordito, cantando lo que le viene en gana. Para la gente que está entre mis influencias, pero también para usar el R&B y el soul como influencias. Yo adoro el pop de los 80 y 90. Percibo que la música está cambiando, y eso nos engloba a todos. Nosotros somos el cambio. Nosotros tenemos el poder de cambiar las cosas.
¿Cuál es el mejor consejo que recibieron de otros artistas?
M: Trabajé con Linkin Park no hace mucho. Tiendo a tomar las cosas muy seriamente y a ser un tanto controlador. Cuando Chester [Bennington], Mike [Shinoda] y Brad [Delson] estaban en el estudio, la pasaban bárbaro. Bromeaban. Hicieron eso toda la vida, pero entraron al estudio y fue como si entraran por primera vez. Estar allí fue revelador. Antes de subir al escenario me da una especie de pánico. Pero estuve pensando acerca de cuánta diversión se puede tener.
K: Recientemente tuve una conversación con Mac Miller y él me dijo que no puedo hacer feliz a todo el mundo, y que a veces necesito tiempo para mí. Necesito tiempo para ser humano y no permitir que las distracciones y lo que está fuera de mí me obstruyan para dejar de hacer lo que normalmente hago.
¿Qué hay de Lorde? ¿Qué aprendiste de ella?
K: Encontrarte con tus influencias es definitivamente lo más duro, porque pueden ser las personas más divinas o todo lo que no esperabas. Pero ella fue todo lo que esperaba y más aún. Tiempo atrás, antes de lanzarme, ella me dijo que yo estaba en la misma posición que ella un par de años atrás. Fue fiel a sí misma y la rompió. No tuvo miedo de salir y ponerse a bailar. Amo eso.
¿Creen haberse habituado a ser figuras reconocidas?
K: Yo hago lo mismo de siempre. No me gusta salir. Prefiero juntarme con amigos, ver Netflix, escuchar música. Quiero seguir siendo el que soy y rodearme de la gente que quiero. Nunca busqué eso de “Ya que está toda esa gente observándome, ahora tengo que ser cool”.
M: No sé si alguna vez te terminás habituando a las sesiones de fotos y las promociones. Pero voy a decirte que no hay nada como el amor incondicional que recibís de un fan. Yo estaba en Francia un par de días atrás posteando cosas en Instagram cuando me encontró una chica y se puso a llorar. Ahí es cuando descubrís que esa chica, que por ahí vive del otro lado del mundo, está muy afectada por lo que hacés. Ella siente que me conoce. Escribiste cosas que son muy cercanas a sus sentimientos, y creo que a eso aspiramos: a hacer que la gente sienta a un nivel más profundo.
K: Es algo maravilloso.
M: Yo soy supersensible, así que siempre que alguien quiere venir a darme un abrazo, digo onda “¡Vení aquí!”. Y siempre termino con algún resfrío, pero no me importa.
S: Mi sistema inmunológico no aguanta nada, pero es peor perderse un buen recibimiento que contagiarse algo.
¿Lo sentís como un peso?
S: Estuve durmiendo en un futón con una persona que apenas conocía hace dos años, así que esto es una situación completamente distinta. Es interesante que de golpe seas considerado alguien valioso.
K: Es un buen sentimiento.
S: Pero me confunde un poco. ¿Cómo no era valioso antes de todo esto? ¿Y ahora soy valioso? Entonces pensás “Ok, estoy bien. Todavía voy a seguir comiendo del piso, no me voy a poner loción y haré las mismas cosas que antes”. Y todas esas cosas siguen pasando. Pero nunca hubiera pensado que iban a considerarme alguien valioso. No era popular en la secundaria; no tenía amigos.
M: Yo tampoco. Recibí enseñanza en mi casa.
K: Yo salía y entraba de las instituciones; todo era temporario. Perdí amistades. Y siempre estaba presente el tema del valor. Mientras creaba el álbum tuve que dar un paso atrás y decir “Debo amarme a mí mismo”. Sigo en la lucha, buscando la autoaceptación. Tengo 19 años y aún aprendo cosas sobre mí y sobre la energía que no quiero alrededor.
M: Creo que todos estamos en lo mismo.