La escena del 19 de mayo en el Estadio Único de La Plata retrataba las palabras que Gabriel García Márquez dejó grabadas en un escrito de 1980: “La única nostalgia común que uno tiene con sus hijos son las canciones de los Beatles”. Es que a los 73 años, Paul McCartney amalgamó 55 mil personas de diferentes generaciones en un predio repleto —aunque todavía quedaban entradas. Una vez más, Gabo acertó. Los presentes estaban expuestos al mismo riesgo al que el periodista colombiano temía: “Oigo su música con un cierto miedo, porque siento que me voy a acordar de ellos por todo el resto de mi vida”.
En el marco de su One on One Tour, Macca visitó la Argentina por tercera vez. Dio tres shows de dos horas y media, en los que repasó todas las etapas de su carrera y ratificó su condición de eminencia histórica y contemporánea.
Las diez perlas de la noche de despedida:
A Hard Day’s Night
El hit de los Fab Four abrió la noche. Con bajo Höfner en mano, camisa blanca, saco celeste, chaleco y jeans, el inglés apareció sosegadamente ante la multitud. Con la delicadeza de quien acaricia a una virgen, comenzó a tocar los primeros acordes con el mismo vigor que los feroces principiantes tienen al consumar su amor. En esta gira, interpretó por primera vez como solista A Hard Day’s Night. Lo mismo ocurrió con Love Me Do, si bien varias veces versionó P.S. Love Me Do, un mashup de Love Me Do y su lado B, P.S. I Love You.
Here Today
Dedicada a John Lennon, la canción publicada en Tug of War (1982) —primer álbum solista después de la disolución de Wings— fue el momento más conmovedor. Sin la compañía de las guitarras de Rusty Anderson y Brian Ray, los teclados y armónica de Paul “Wix” Wickens y la batería de Abe Laboriel, McCartney reveló con su guitarra acústica una mímesis de su costado más sensible. Las ovaciones y coros se silenciaron. Bajo la mirada acusadora de la luna llena, casi nadie se animó a interrumpir la desnudez emotiva del cantante, que se elevaba sobre una plataforma móvil. Aquellos desafiantes que decidieron repetir las letras a la par de McCartney, lo hicieron con susurros. Al finalizar el tema, el público lloró las lágrimas contenidas a través de un optimista “Olé, Olé, Olé, Lennon, Lennon”.
Something
Invocación a George Harrison de por medio, el exBeatle compartió con la gente un momento personal: “Solíamos tocar esta canción con mi amigo y colega en su casa. Hoy quiero hacer eso con ustedes”. Del ukelele de McCartney floreció una versión más fresca del tema original, para después encontrarse con el resto de la banda en el estribillo. Mérito extra para la guitarra de Anderson.
Live and Let Die
La antesala de Hey Jude, canción previa a los bises, tuvo explosiones de fuego, rayos láser de colores y fuegos artificiales. Sentado al piano de cola negro, el multiinstrumentista entregó la parte más enérgica del show. La gente, fascinada, coreó con ímpetu incluso en los solos. McCartney, entonces, se tapó los oídos como indicio de sordera.
FourFiveSeconds
Es el tema que compuso junto con Kanye West, en el que en la versión original toca la guitarra, mientras que Rihanna y el rapero se ocupan de las voces. En esta ocasión, McCartney se encargó de los vocales, y mantuvo su rol en la acústica. Evidencia su contemporaneidad, vitalidad y capacidad para seguir en el centro de la escena musical tras casi 60 años de carrera. La canción escaló hasta el puesto N°4 del Billboard Hot 100, ranking al que no accedía desde hace tres décadas.
Being for the Benefit of Mr. Kite!
La única canción de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band arrastró al público hacia un viaje lisérgico estimulado por el bajo minucioso de McCartney y las visuales psicodélicas que encarnaban el sonido del álbum de 1967.
Nineteen Hundred and Eighty Five
“Esta es para los fanáticos de Wings”, avisó McCartney. Y a continuación, sus dedos se convirtieron en una prolongación del piano, que reprodujeron casi a la perfección el sonido de la versión grabada. Su habilidad en los teclados se mantuvo intacta y su voz sonó impecable, aunque ya no llega a las tonalidades más altas.
Romanticismo: My Valentine y Maybe I’m Amazed
Ambas canciones fueron dedicadas a dos mujeres que ocuparon un lugar primordial en la vida de Sir Paul. Con My Valentine, ofrenda de amor para su esposa Nancy Shevell, llegó la primera balada de la noche, de la mano de la interpretación sentida del británico en el piano de cola. Las pantallas mostraron la performance en blanco y negro, intercalada con las imágenes de Johnny Depp y Natalie Portman, del video oficial. Sin bajarse del piano, McCartney se conmovió al tocar Maybe I’m Amazed, la canción que le escribió a Linda, quien falleció en 1998.
Interacción con el público
Siempre carismático, bailó, habló en español (“¿Qué onda, che?”), incitó a la ovación y se sumó a los coros. Además, invitó a cuatro chicas al escenario para firmarles el cuerpo para que ellas después se tatúen su dibujo.
Ausencias
A pesar de que el setlist era una selección de canciones que representaban todo su repertorio, hubo cinco grandes faltantes: Helter Skelter, The Long and Winding Road, A Day in the Life, Let ‘Em In y Magical Mystery Tour, tema de apertura en la segunda presentación del 2010 en el Estadio River Plate.
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El setlist: