Mientras graba un nuevo disco, producido por Juan Campodónico, el ecléctico Kevin Johansen desembarcará en el Hipódromo de Palermo para celebrar el significativo The Nada (2000) con su show «Fin de Fiesta». A su vez, celebrará los 20 años de THE NADA, la banda que lo acompaña desde sus inicios, que cuenta con el Zurdo Roizner en la batería, quien está a punto de cumplir 82 años.
En palabras de Johansen, «Cuando volví a la Argentina (luego de los 90’s en N.Y.), conocí a un grupo de jóvenes talentos, pibes de barrio, sencillos
y listos para salir a la cancha! Me ayudaron a armar este proyecto tan querido, que arrancó con la grabación de The Nada en el mítico CBGB’s, luego editado por Los Años Luz en Buenos Aires en el 2001. Esto es The Nada, hoy, con un Fin de Fiesta especial y que, recién empieza!”». La noche estará musicalizada por sus clásicos, dejando un margen para la improvisación.
«The Nada es mi zona de confort, nos conocemos las mañas, sé que puedo recaer en la banda. Así que será un show de una intimidad masiva. De living masivo», comparte Johansen sobre la noche del 5 de diciembre. Entradas acá.
Te veo feliz Kevin, ¿cómo estás?
Estoy en un momento de mucha lucidez. Cuando estás más grande, estás más lúcido y buscás esa lucidez para estar bien, cómo dicen «al mal tiempo, buena cara». Siempre he tenido como una naturaleza bastante «sonreidora» frente a cosas que pueden ser difíciles. La realidad puede ser difícil o adversa y los que nos dedicamos a un hecho creativo siempre estamos tratando de transformar la realidad. No la negamos, es difícil y dura por momentos, pero los cancionistas intentamos convertirla en algo más. Como dice el maestro Lebón, en un mundo agradable…
Se trata de suavizar el golpe…
Exactamente. Y creo que por ahí hay algo de responsabilidad. En estos tiempos en los que se habló mucho de trabajadores esenciales, nosotros somos trabajadores presenciales. Nosotros necesitamos la presencia y volver al ruedo después de tantos meses guardados, con streamings, aislados. Es lindo, le estamos poniendo onda, se viene algo mejor saliendo.
¿Qué te pasó cuando te faltó el lugar para expresarte?
Odié los streamings, me obligué a hacer unos en julio, agosto. En el bar de La Tangente, que es de mi amigo El Tío. Compartimos amigos socios de La Tangente y Congo, él estaba desahuciado porque estaba cerrado a seis meses. Estaba muy bajoneado, entonces hicimos los streamings en un momento en el que había gente para hacerlo – y otra gente no -.
Creo que sí hubo un momento en el que sentí: «Qué bueno que pasó esto para plantearse qué quería decir en verdad». La cuestión pandémica nos obligó a los que estamos sacando ideas o queriendo sacar lo mejor, a ver qué era lo que queríamos decir. En ese sentido, el ejercicio fue bueno. Fui sacando cosas, como todo el mundo va sacando una canción, un corte, probando. Aunque la máquina no descansa, siempre hay algo que te va envalentonando para el hecho creativo – una línea, una canción, algo -. Así que andamos en esa búsqueda.
Se viene un show importantísimo en el Hipódromo para celebrar 20 años de, 20 años The Nada…
Me gusta cómo suena! (se ríe) Son muchas vidas en una vida, no soy budista, pero creo en la reencarnación en esta misma vida. Creo que tenemos muchas vidas en esta vida. Uno ve fotos del 2001 y es fuerte la vida misma. Vamos a celebrar que somos una banda de personas que nos queremos mucho, con mucha armonía, con un señor de 81 años en la batería – el Zurdo Roizner -, son muchas cosas para celebrar. Es un poco una excusa, fin de año, la fiesta, el momento de autobombo y platillo, «acá estamos». Con estos 20 años de The Nada, fue una excusa para hacer algo más grandilocuente.
El 2001 fue un año tremendo para los argentinos, y el 2021 también. En 2001 salió esa lindísima creación, y hoy podés permitirte el lujo de hacer una celebración…
Sí, pega. Es ponerle el pecho al momento y celebrar. La historia de mi vida es un poco a contrapelo, llegar a Argentina en mayo del 76′ con 12 años, en plena dictadura, imaginate, me marcó para siempre. Volver después de 10 años en el 2000 con un disco bajo el brazo y armar la banda en plena crisis acá. A su vez, caían las torres gemelas en Nueva York… Muchos años después me encontré con Tweety González, en 2010. Me dijo que cuando traje el disco en el 2000 fue como una brisa de aire fresco y siempre me quedó eso grabado. «Venían sonando muchas cosas parecidas y apareciste con algo que sonaba argento, a caribe, a milonga argentina y rock, una cruza rara». Así que este aniversario tiene que ver con eso. Esa aparición mía, que después de remarla por 10, 15 años, fue encontrar la esencia argengringa con el nombre que despista, armar una banda como The Nada, de pibes de acá que meanejaban su folklore, su tango, su rock… todo tenía que ver con lo que estaba buscando.
¿Cuánto te enriqueció vivir afuera, venir en uno de los peores momentos de Argentina, irte, volver?
Muchísimo. Fui criado por una madre soltera, muy aguerrida, muy consciente de su argentinidad y de su arraigue latinoamericano. En casa sonaba Violeta Parra, Tita Merello, Julio Sosa, hasta un vinilo de Hijitus. La argentinidad al palo estaba presente y el chiste era «no quiero que sean unos gringuitos». Aprender castellano, todo me enriqueció muchísimo. Quizá eso me retardó en encontrar mi esencia, porque a los veintipico no entendía nada, había tenido mis primeros tropezones con la música, no sabía muy bien de qué iba. Era tímido, en Argentina me daba miedo mostrar los temas en inglés, en Nueva York los temas en castellano. Hasta que me agarró el dueño de CBGB’s, Hilly Kristal, y me dijo que tenía lo mejor de dos mundos, más o menos que «aproveche para mandar fruta». Que no me importe tanto, que mezcle. Empecé a relajarme y ahí salió «Guacamole», una canción que me piden a donde voy. Ese es el espíritu de The Nada, que la música es el primer idioma.
Increíble lo de Hilly Kristal…
Acordarme de él me da piel de gallina. Fue muy importante conocerlo, pasó muchos momentos icónicos. Me habían hablado de CBGB’s y caí con un casette grabado en el 90′. Me dieron una fecha para tocar un martes a la noche. Toqué 10 temas, se me acercó un señor con barba y panza de cerveza a decirme que le gustaba lo que hacía, que le cuente porqué en inglés y español… Se me presentó y era Hilly Kristal, se entusiasmó conmigo, me ayudó a fogonearme, a grabarme, fue amoroso. Me contaba anécdotas. CBGB’s significaba «Country, Blue Grass and Blues», él quería hacer un lugar de cantautores mucho más traquilo, folky, de la nueva generación de Bob Dylan. Y le apareció el punk, el punk rock. Fue un tipo muy buena onda conmigo justo en el momento adecuado. Estaba timorato encontrándome y fue parte del proceso. Ese fue el proceso de The Nada, de soltarme, de decir «qué vida loca la mía, nací en Alaska, soy argento y neoyorquino». Fue muy importante para mí Kristal.
Estás grabando con Juan Campodónico, ¿cómo viene esa experiencia?
Hermoso! Hace años quería grabar con él y siempre nos juntábamos. Era un constante «¿Y nosotros para cuándo?», como dice el gran Mario Breuer. Me parecía que Juan tiene algo que hacía que podamos congeniar. Fue lindo empezar a cruzar a Montevideo ahora luego de la pandemia. Le dije que quería que se sienta en su zona de comfort, como dice León Gieco «el pensar en nada». Cuando estás cómodo, ahí se disparan las ideas. Agarré una lista de temas de otros que creo que me salen bien y le dije que elija y que sume los temas míos que más le gustan, por su carril estético. Eligió 3, 4 míos y 3, 4 de otros. Fuimos avanzando. También traduje algunas canciones mías. Otra satisfacción del disco fue grabar con David Byrne, hablando de CBGB’s. Grabamos una traduccción mía, «Anoche Soñé Contigo». Juan estaba flasheado conmigo, tuvimos la suerte de grabar en Nueva York por una cosa muy fortuita. Él estaba allá, yo fui a tocar al Mercury Lounge. Se alinearon las estrellas como una brochette, como dice Calamaro. Terminamos tocando ahí. Fue alucinante, la conjunción con Juan se dio en el momento que se tenía que dar. También hay más: Rada haciendo un cover de Mateo, Drexler de Leonard Cohen, hay como versiones y reversiones propias y ajenas presentes.
Para cerrar, ¿qué clase de show será?
Mirá, no quiero decir más de lo mismo – como el disco que sacaron Baglietto y Vitale, un hecho de valentía hermoso – la verdad es que un poco eso. La gente que nos conoce viene a escuchar las canciones que le gustan, quizá improviso un tema porque me olvidé en la lista, vamos a tener algunos comodín, porque a mí me gusta mucho improvisar. La verdad es que hablando de zonas de confort, The Nada es mi zona de confort, nos conocemos las mañas, sé que puedo recaer en la banda. Así que será un show de una intimidad masiva. De living masivo. Una fiesta privada.