Quince años después de su partida, revivimos los shows del “Rey del Pop" en la ciudad porteña.
En la telaraña del tiempo, hay momentos grabados en la memoria colectiva como testigos de una era irrepetible. Uno de ellos se inscribe en la historia cultural de Argentina: el día que Michael Jackson, el ícono supremo del pop, arribó a Buenos Aires en octubre de 1993 para encender los corazones de miles de argentinos con su "Dangerous World Tour". 8, 10 y 12 de octubre, tres días le bastó al cantante para enamorar a todos sus seguidores latinoamericanos.
Jackson, en ese momento, ya era una figura icónica de la música mundial. Su álbum Dangerous, lanzado en 1991, había batido récords de ventas. Con colaboraciones de alto perfil como la del guitarrista Slash de Guns N' Roses y temas que dominaban las listas de éxitos globales, el disco se convirtió en un fenómeno no solo por su calidad musical, sino por la imponente presencia artística del cantante.
El tour mundial abarcó 69 países, con más de cuatro millones de personas que tuvieron el privilegio de presenciar en vivo la magia de Michael. Sudamérica, con Argentina a la cabeza, fue un destino esperado por el artista, quien quería llevar su espectáculo a nuevas fronteras y deleitar a sus fans en lugares donde nunca antes había actuado.
La demanda de entradas para los conciertos en Buenos Aires fue extraordinaria. En cuestión de horas, se agotaron todas las localidades disponibles para las tres presentaciones programadas en el Estadio Monumental de River Plate. Madonna y Paul McCartney también visitaron el país ese año, pero fue el compositor quien se convirtió en el centro de atención.
La llegada de Jackson a Argentina estuvo envuelta en un halo de misterio y expectativa. El artista y su equipo arribaron en avión privado días antes del primer concierto, evitando el contacto directo con los medios de comunicación y manteniendo un perfil bajo. La fascinación por su figura, exacerbada por los rumores y leyendas que circulaban sobre él, creaba una atmósfera de anticipación entre los argentinos que lo recibían con devoción en el aeropuerto y en las cercanías de su hotel, el hoy famoso Hotel Four Seasons.
El concierto inaugural, el 8 de octubre de 1993, fue un evento monumental que comenzó con retraso debido a la leyenda urbana de que Jackson se había entretenido jugando al flipper en su hotel. Sin embargo, una vez que las luces se apagaron y las pantallas gigantes comenzaron a proyectar imágenes del artista alrededor del mundo al ritmo de Carmina Burana, cualquier espera se convirtió en un preludio emocionante para lo que estaba por venir.
Vestido con un traje dorado y negro, Michael subió al escenario con una presencia magnética que dejó al público sin aliento. Con canciones como "Jam", "Wanna Be Startin' Somethin'", "Smooth Criminal" y clásicos de The Jackson 5 como "I Want You Back", el espectáculo mostró la destreza vocal y la energía coreográfica de Jackson.
Aunque rodeado de controversias y acusaciones sensacionalistas en aquel tiempo, el impacto cultural y musical de Michael Jackson en Argentina rompió con cualquier polémica. En definitiva, fue un evento histórico que definió una era en la cultura pop mundial.