12 meses, 12 discos nacionales: Lo mejor del 2024

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Prensa Bohemiangroove
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Una lista de los álbumes argentinos más destacados del año.

Cada año nos regala nuevas voces, historias y paisajes sonoros que enriquecen la identidad cultural, y el 2024 no fue la excepción. Este año destacó la diversidad y el carácter indomable de la escena musical nacional. Los discos lanzados durante este periodo son mucho más que simples colecciones de canciones: son páginas vivas arrancadas del diario colectivo de los músicos argentinos, impregnadas de vivencias, anhelos y desafíos. Desde composiciones que nos enfrentan a nuestras vulnerabilidades hasta ritmos que nos arrastran a la euforia del movimiento, cada producción encapsula un fragmento del alma y la visión de quienes las crearon.

Así, cada uno de los trabajos seleccionados en este artículo representa un pedazo del rompecabezas que define este año inolvidable.

12. Atelier - Chita

Atelier, el segundo álbum de estudio de Chita, se aleja de cualquier noción de continuidad lineal con respecto a Encanto. Aquí, la artista se sumerge en un terreno experimental, fusionando la delicadeza del R&B con la emotividad de los boleros y la frescura del pop contemporáneo. La transición entre estilos se siente fluida. Rompe con cualquier etiqueta, recordando a mujeres de la música como SZA, Mitski y Clairo. Temas como “Sola” exploran la introspección, mientras que piezas como “Mi Decisión” desbordan una intensidad que roza lo catártico, dejando claro que la cantante no teme confrontar las emociones más complejas de la experiencia humana.

Algunas canciones son muy pasionales y específicas, mientras que otras son más generalizadas, fruto de tratar de invocar algún sentimiento en el estudio. Hay un poco de ambas cosas”, aseguró la artista a Billboard.

El proceso detrás de Atelier habla tanto de su ambición como de su madurez artística. Grabado entre Buenos Aires, Madrid y Los Ángeles, el álbum lleva consigo una atmósfera cosmopolita que enriquece sus texturas sonoras. La colaboración con productores de renombre como Josh Cumbee, Claudia Brant y Nico Cotton aporta un acabado técnico impecable, aunque en algunos momentos amenaza con diluir la identidad distintiva de Chita bajo la pulida perfección de las producciones internacionales. Sin embargo, la intérprete logra recuperar el control al imprimir en cada tema una sinceridad que la vincula directamente con su audiencia, consolidando a Atelier como un manifiesto artístico que combina riesgo y autenticidad.

11. Jet Love - Conociendo Rusia

El cuarto disco de Conociendo Rusia, Jet Love, reafirma a Mateo Sujatovich como uno de los nombres más destacados del pop rock argentino contemporáneo. Con once canciones que forman una obra conceptual, el álbum captura el espíritu de un artista en constante movimiento, tanto físico como emocional. Inspirado en los viajes y en la conexión íntima con la música, el cantante logra plasmar un trabajo que, más allá de su estructura, es una carta de amor a la música misma. Canciones como “Heridas Dulces”, “Lo Mejor” y el dueto con Tiago Iorc en “Late Más” revelan la habilidad del músico para convertir experiencias personales en piezas universales, sin perder la autenticidad que define su estilo.

10. Nueve - Massacre

Nueve, el esperado regreso de Massacre tras nueve años de silencio discográfico, confirma que la veteranía no está reñida con la reinvención. Este noveno álbum no solo juega con su numerología y su título, sino que también refleja una banda en plena búsqueda artística. Cada una de las nueve canciones encapsula un diálogo entre lo familiar y lo novedoso, combinando la esencia grunge y alterna. Temas como “El nuevo eterno” y “Niebla” se destacan por su profundidad lírica y su atmósfera melódica, mostrando a una banda que no teme transitar por terrenos introspectivos mientras mantiene su espíritu contestatario.

Es una declaración de principios de una banda que se niega a ser encasillada en su propia historia. La producción, a cargo de Alejandro Vázquez, aporta una limpieza sonora que permite apreciar cada detalle, desde los riffs desgarradores hasta las bases rítmicas hipnóticas. Lejos de ser un simple ejercicio de nostalgia, Massacre se reinventa para hablarle tanto a sus seguidores de siempre como a nuevas audiencias.

9. Maquillada en la cama - Juliana Gattas

El debut de Juliana Gattas como solista: Maquillada en la cama. Un espejo multifacético de su esencia artística. En este álbum, la compositora teje un universo sonoro donde el electrodance y el synth pop se encuentran con arreglos elegantes, ofreciendo una experiencia auditiva que oscila entre lo exuberante y lo introspectivo. Cada uno de los ocho temas del disco revela una faceta distinta de la artista, quien transita con maestría desde la euforia liberadora de la pista de baile hasta la melancolía de un corazón desgarrado. No solo canta, sino que interpreta, canalizando emociones que van del drama nocturno porteño al humor ácido, logrando un equilibrio entre lo teatral y lo genuino.

El disco funciona como un recorrido emocional y sonoro por la noche de Buenos Aires, un espacio donde el glamour y el dolor coexisten. En canciones como “La última copa”, los sintetizadores envuelven las confesiones de una protagonista desgarrada, mientras que temas como “Frenesí artificial” exploran la superficialidad de la vida nocturna con un ritmo hipnótico. Gattas utiliza la ironía como un arma afilada, despojando de solemnidad a sus narrativas más intensas.

8. GOTTI A - Tiago PZK

En GOTTI A, Tiago PZK entrega un álbum que va más allá de lo musical para convertirse en una obra conceptual que explora la tensión entre su identidad personal y artística. Este segundo trabajo de estudio es un espejo en el que conviven sus dos facetas: Tiago, el joven vulnerable y auténtico, y Gotti A, su alter ego icónico y superestrella. A través de 14 pistas que recorren géneros como el pop urbano, el R&B y el Latin, el cantante invita al oyente a sumergirse en su proceso de transformación. Canciones como “El Místico” y “Vértigo” son capítulos de una historia que oscila entre la realidad y la ficción, mostrando una evolución artística cargada de riesgo y creatividad.

Con esta obra, el artista redefine los límites del pop urbano al integrar su esencia en una propuesta fresca y experimental. La producción, que cuenta con colaboraciones de renombre, amplifica la calidad sonora de un disco que no teme jugar con las estructuras ni con las emociones. En temas como “Luz y Sombra” y “En el Espejo”, la dualidad entre sus dos mundos se siente palpable, permitiendo al oyente conectar tanto con sus conflictos internos como con su determinación por trascender.

7. Grasa - Nathy Peluso

Grasa, el último álbum de Nathy Peluso, es una declaración de intenciones, un recorrido provocador por la amplia gama de géneros que la artista ha hecho suyos. Musicalmente, el disco navega por una vasta paleta sonora que va del bolero al trap, pasando por el R&B, el pop y el reggaetón, sin perder nunca la esencia cruda y visceral de la artista . La fusión de géneros es tan impredecible como efectiva, y sus letras cargadas de ironía y profundidad exploran temas como la identidad, el poder y la vulnerabilidad. En cada canción, se atreve a mostrar diferentes facetas de su personalidad, utilizando la ironía como una herramienta poderosa para mantener al oyente cautivo. La obra demuestra la independencia artística y la necesidad de expresarse sin restricciones de la compositora. Con este trabajo no solo reafirma su lugar en la música latina, sino que se impone como una de las artistas más multifacéticas de la escena global.

6. Todos los hombres son iguales - Ceretti

El álbum Todos los hombres son iguales de Ceretti se despliega como una manifestación de pura nostalgia y deseo por lo irrecuperable. En su mundo, lo visual y lo musical se mezclan con una intención lúdica que busca cuestionar el sentido mismo de la creación artística en una era dominada por el consumo inmediato y la superficialidad. Hay una clara crítica al reduccionismo de la música en términos de métricas de éxito, como vistas y seguidores. Propone un arte de “calidad” que, aunque no se ajuste a las demandas del mercado, encuentra valor en su esencia, en su construcción artesanal.

La propuesta se inserta en un pop que, más que ser un vehículo de entretenimiento vacío, busca recuperar la narrativa y la emoción genuina. En un contexto donde la música se consume cada vez con mayor fugacidad, el artista se despoja de las fórmulas prefabricadas y crea canciones como cuentos, como miniaturas que construyen mundos. Su trabajo refleja un arte que, aunque dispuesto a exponerse en su complejidad, también abraza la diversión y el riesgo de ser ridículo, buscando sobre todo ser fiel a sí mismo. Es, en definitiva, una invitación a disfrutar de la música como algo más que un simple objeto de consumo.

5. La lógica del escorpión - Charly García

Con La lógica del escorpión, Charly García reafirma su estatus de leyenda del rock argentino y global, entregando un álbum que no solo explora las diversas facetas de su vasta carrera, sino que también homenajea los íconos y momentos que marcaron su trayectoria. A lo largo de trece canciones que abarcan desde el rock más puro hasta la exploración de influencias clásicas, construye un relato introspectivo, pero con la picardía y la irreverencia que lo caracterizan. El disco no se limita a ser una recopilación de reminiscencias pasadas, sino que es una reinvención: una fábula de su propio escorpión, donde cada tema se convierte en un testimonio de su evolución artística. Las colaboraciones de figuras como David Lebón, Pedro Aznar y Fito Páez suman capas de complejidad, elevando el disco más allá de lo esperado y dejando claro que, a pesar del paso del tiempo, Charly sigue siendo un motor creativo imparable.

4. Un mechón de pelo - TINI

En su quinto álbum, Un mechón de pelo, Tini Stoessel da un giro radical hacia un sonido más introspectivo del que estaba acostumbrada, donde expone su historia con crudeza. Lejos de las fórmulas comerciales que definieron su discografía anterior, este disco se adentra en los aspectos más vulnerables de la cantante, con temas como el duelo por la salud de su padre, las angustias sobre la opinión pública y los conflictos de identidad en un contexto mediático lleno de falsedades. Lo más revelador del disco no solo es el tono sombrío que predomina en canciones como “Miedo” y “Posta”, sino la capacidad de la cantante para, a través de una experimentación sonora, crear un espacio donde la vulnerabilidad se convierte en su mayor fortaleza. Su voz, más desgarrada que nunca, se combina con procesamientos digitales y una producción que coquetea con lo experimental, con influencias de R&B, trap y góspel, como una declaración que subraya su proceso de sanación personal.

El álbum se siente como autocuración, donde la cantante dialoga con sus miedos y frustraciones, y le responde a las voces del espectro mediático que distorsionaron su vida. Con esta obra, la artista convierte sus heridas en la base de un trabajo artístico honesto y emocional.

3. Baño María - Ca7riel & Paco Amoroso

Con Baño María, Ca7riel & Paco Amoroso logran algo que pocos artistas contemporáneos se atreven a hacer: romper con todo lo convencional. Las colaboraciones con artistas como Lali y Tini, sumadas a la incursión en una variedad de géneros, logran una mezcla de trap, pop, techno y ritmos centroamericanos, todo en una propuesta que busca más que complacer al oído; busca provocar. Las 12 canciones del disco son un muestrario de sonidos para la pista de baile, con una producción que no teme mezclar dembow, drum & bass, y funk brasileño, todo envuelto en una estética de parodia y referencias culturales que, lejos de caer en el cliché, se convierten en un sello único de este dúo.

Lo que distingue al disco es su capacidad para abrazar el desorden y la parodia como herramientas de creación. Los dos artistas juegan con los mismos recursos que otros usan con más seriedad, pero lo hacen con una naturalidad desbordante, como si estuvieran más interesados en divertirnos que en seguir alguna fórmula preestablecida. A través de letras que rozan lo absurdo y lo provocador, como en “Cosas ricas” o “La que puede, puede”, el disco no es solo un desafío musical, sino también un acto de rebeldía artística que demuestra que la música, cuando se hace con este nivel de desfachatez, puede redefinir las normas del espectáculo.

2. El último baile - Trueno

Con El último baile, Trueno da un paso hacia una sonoridad más global, alejándose de la estética local que definió su trabajo anterior para rendir homenaje a los 50 años del hip-hop, un género que lo influenció desde su niñez. El álbum, compuesto por 13 temas, fusiona diversas influencias, destacándose sus homenajes al hip-hop clásico del Bronx y a leyendas como Ol’ Dirty Bastard y Mobb Deep. Canciones como "Tranky Fanky" y "Pull Up" evidencian su habilidad para entrelazar referencias culturales, creando una experiencia auditiva que celebra no solo la pista de baile, sino también la profundidad de sus influencias. El último baile no se limita a ser una fiesta sonora, sino que también explora momentos de introspección, como en "Rain III" y "Como antes", donde Trueno reflexiona sobre sus propios conflictos internos y su evolución como persona. A través de esta fusión de estilos y emociones, Trueno se reafirma como una figura clave del panorama urbano, capaz de mantener su autenticidad mientras homenajea sus raíces musicales.

1. Por Cesárea - Dillom

Por cesárea, el segundo álbum de Dillom, se despliega como un viaje sombrío y profundamente introspectivo, desafiando la imagen que el público tenía del artista. Lejos de adherirse a la estética superficial del género, el disco opta por una aproximación psicológica y perturbadora, adentrándose en las oscuridades del ser humano a través de melodías tensas y letras impregnadas de angustia. La utilización de sonidos analógicos y pasajes instrumentales con influencias del post-rock genera una atmósfera de dolor palpable, una tensión emocional que crece a medida que avanza cada tema. Este no es un álbum para escuchar de manera fragmentada; exige ser experimentado en su totalidad, invitando al oyente a sumergirse en la mente de un personaje en plena crisis existencial. No hay fórmulas, sólo una travesía mental que se desarrolla como un thriller cinematográfico, un relato sonoro de la disolución de la cordura.

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