La historia de esta banda (devenida dúo) empieza como muchísimas otras: cuatro amigos con ganas de hacer lo que más les gusta. Y, como también sucede en tantos otros casos, hay algo de fresco y orgánico (por lo natural) en la experiencia de la producción y grabación de su primer material, Sétima Feira, publicado en 2015 a través de Geiser Discos. En este caso, decidieron instalarse durante 15 días en un estudio de Florianópolis, Brasil, y volver a Buenos Aires con un disco terminado.
Sétima Feira refleja esa experiencia juvenil y de hermandad que surge entre amigos, que oscila entre la electrónica, el pop y el dream pop: suena ambiental, alegre y nostálgico a la vez, cálido, pero marca el camino y la impronta que Joaquín Taba y Joaquín Crededio, tres años después y con otro disco a poco de lanzarse, siguen explorando. La idea central del proyecto musical es acercar una propuesta novedosa, tanto a su público como a ellos mismos.
Su historia está signada por el cambio, que, además de buscar como músicos, también les sucedió como contexto. En marzo de 2017 recibieron una llamada del abogado del Comité Olímpico Argentino para informarles que debían resignar su nombre (la entonces banda todavía se hacía llamar “Olímpica”). El Comité es “propietario” del término “olímpico” y de todos sus derivados. Así, los ex-Olímpica mutaron a Hembro.
Les gusta la mutación, les queda bien, los viste de manera apropiada. Incluso esta experiencia fue el puntapié que volvería a determinar la dinámica del proyecto: a mitad de 2017 dejaron de ser cuatro miembros y encararían su futuro como un dúo. Y no esconden las marcas del cambio, forman parte de quienes son. Los nuevos ricos saldrá en marzo de este año y, lejos de irse a Brasil, esta vez grabaron en su propio estudio, Viet Music House, dejando la mezcla final en manos de Gustavo Iglesias, el reconocido ingeniero en sonido de Babasónicos.
Hembro reniega de las etiquetas y se rehúsa a usar nombres como influencias. Sin embargo, hay indicios que se filtran y permiten unir los puntos, y así darle forma a un proyecto que no quiere tener forma. Como todo estilo exige, el suyo es a la vez etéreo, atmosférico y pesado, con presencia. Su idea es llegar al límite y pasarlo, al menos para ver cómo resulta. O, en sus palabras: “Tanta emoción enloquece mi brújula, inspiración que aparece al correr la aguja”.