El haiku de Pez sirve como resumen del núcleo emocional de la trilogía iniciática de Güacho, el trío de blues pesado y psicodélico que alteró los amperímetros de la escena platense desde el suburbio ferroviario de Tolosa. Con Vol. III – La persistencia de la memoria (Tomas del mar muerto, 2017), el grupo que conforman los hermanos Castillo (Lisandro en guitarra y voz, Joaquín en bajo y coros) y el baterista Hernán Torres culminó un relato que es parábola de su propia búsqueda de una identidad artística.
Si Vol. I – En la orilla del océano (Tomas del mar muerto, 2012) era un gesto de prudente acercamiento del blues a las ciénagas del stoner y la postpsicodelia, su sucesor de 2014 (Vol. II – Historias de viajeros) los vio amarrar esa barca en la tradición del rock argentino de los 70 (Pappo’s Blues, Pescado Rabioso, Aquelarre y siguen las firmas) y los convirtió uno de los números roqueros más convocantes de la capital bonaerense. Las primeras dos entregas dejaban en claro que Güacho no resignaría volumen ni se pondría purista en la combinación de influencias: desde la ensoñación nocturna de The War on Drugs hasta la contundencia riffera de La Renga.
Con el final de la historia, el trío consolida su propuesta y termina una etapa. La poética hosca y la música dura y pesada (como los tiempos), en suma a su imaginería visual, entraron sorpresivamente entre las preferencias de un público acostumbrado a los decibeles bajos. El viaje de cinco años les deparó asociaciones con notables de la escena indie platense (desde Edu Morote de Sr. Tomate en percusiones hasta Lucas Finocchi, guitarrista de Mostruo!, en shows y grabaciones como la versión de Pájaro metálico, pasando por Shaman Herrera o Los Reyes del Falsete), compartir escena con Radio Moscow, Poseidótica o Pez, e inéditos sold out en salas aptas para casi 2000 espectadores.
Vol. III – La persistencia de la memoria es una síntesis en sentido estricto. Grabado en Del Abasto al Pasto por Álvaro Villagra y La Guarida del Mar Muerto, con la mezcla del propio Joaquín Castillo y masterización de Brian Lucey (Marilyn Manson, The Last Shadow Puppets, Dr. John, The Black Keys, Liam Gallagher), el álbum tiene la contundencia guitarrera y grave de sus antecesores, pero agrega climas aptos para esa rememoración permanente del título. Problemas sin solución tiene alma de hit rutero en la sencillez machacante de su rítmica, el despliegue instrumental de Lisandro y la condensación lírica de esa filosofía intuitiva del primer Pappo. Los aires folklóricos y el olor del Delta en el blues acústico El espinazo de la noche cierran la historia: “No dormiré / Te esperaré despierto / Con mi canción repleta de recuerdos”.