
Ser la encargada de cerrar el escenario principal de Glastonbury puede ser una misión exigente, pero a Olivia Rodrigo le sentó perfecto. Mientras parte del público que acampaba desde el miércoles (25 de junio) comenzaba a replegarse, el festival recibió una nueva oleada de asistentes: residentes de la zona que accedieron a entradas gratuitas como forma de compensación por los días de caos que el evento genera cada año en la región.
Con esa avanzada llegó también un grupo de jóvenes de mirada fresca, aunque el encanto de Rodrigo no se limita a su generación. Sus canciones conectan con emociones universales: la búsqueda de autoestima (“Pretty Isn’t Pretty”), el deseo de revancha (“Get Him Back!”), la fragilidad emocional (“Drivers License”). No importa la edad, el género o el contexto: lo que propone resuena.
Esta fue su segunda vez en Worthy Farm. En 2022 debutó con una presentación explosiva que incluyó a Lily Allen como invitada. Esa tarde ya parecía escrita su consagración como futura headliner, y en tres años cumplió con creces esa promesa: lanzó Guts, su segundo disco, giró por el mundo y reforzó su lugar como una de las voces pop más sólidas de la nueva era.
Hace no tanto, Billie Eilish encabezaba la misma tarima con solo dos discos en su haber. A fuerza de carisma y profesionalismo logró conquistar al público, pero no fue inmediato. Rodrigo, en cambio, salió decidida a quedarse con todo. Con un set lleno de hits, referencias locales -habló de su amor por el Reino Unido y se declaró fanática de Glastonbury; el sábado se la vio bailando entre el público durante el show de Pulp– y una aparición estelar del legendario Robert Smith, firmó una noche inolvidable.
A continuación, los grandes momentos del show:
La canción que lo empezó todo
“Drivers License”, el single que Olivia lanzó en 2021, fue el puntapié inicial de todo. Alcanzó el número uno tanto en Reino Unido como en el Billboard Hot 100 apenas salió. Al presentarla en vivo, la artista se detuvo un instante para reflexionar sobre lo vivido desde entonces: “No puedo creer que esta sea mi vida”, dijo, visiblemente emocionada. Lo que siguió fue uno de los coros colectivos más ensordecedores de la noche y del festival entero.
Lados B que también emocionan
No es fácil para un headliner sostener un set cuando el repertorio propio es acotado. Los Arctic Monkeys lo sufrieron en 2007 (agravado por problemas de sonido) y Billie Eilish tardó en ganarse al público en 2022. Rodrigo, en cambio, sorteó ese escollo con gracia: abrió con “So Obsessed”, un tema de la edición deluxe de Guts (2023), y más adelante incluyó “So American”. Ambas canciones, lejos de pasar desapercibidas, tuvieron gran recepción y dejaron claro que incluso sus temas menos conocidos generan impacto.
Robert Smith y un momento de ensueño
El líder de The Cure no es ajeno a Glastonbury: la banda encabezó el festival en varias ocasiones, la última en 2019. Rodrigo lo presentó como “un héroe personal” y “quizás el mejor compositor que dio Inglaterra” antes de que compartieran escenario en una versión encantadora de “Friday I’m In Love” y “Just Like Heaven”. Aunque algunos jóvenes en la primera fila parecían no registrar del todo la magnitud de lo que estaban viendo, la mayoría del público vibró con este momento de gloria intergeneracional.
Un poco de humor británico
Rodrigo es, sin dudas, una anglófila. Pasa buena parte de su tiempo en el Reino Unido, donde vive su novio, el actor británico Louis Partridge. El sábado se la vio montada sobre los hombros de Partridge durante el show de Pulp en el Pyramid Stage, y en pleno set confesó: “Me encanta que en Inglaterra sea normal tomarse una pinta al mediodía”, un hábito que —a juzgar por el ambiente— muchxs en el festival compartieron. “So American”, una sátira afectuosa de sus costumbres yanquis frente a las británicas, fue uno de los grandes momentos de su set.
Un final a pura chispa
En las dos noches anteriores, el escenario principal se había mostrado algo contenido. The 1975 ofreció un show sobrio repasando su discografía, y Neil Young optó por un set despojado y ruidoso, pero sin grandes despliegues visuales. Rodrigo, en cambio, cerró con todo: su encore vino acompañado de llamaradas y fuegos artificiales. “Brutal”, “Good 4 U” y “Get Him Back!” pusieron el broche de oro a una actuación que, más allá de lo técnico, ratificó su estatura como artista generacional. Glastonbury tuvo su gran final, y fue con pop, corazón y fuego.
Esta historia se publicó originalmente en Billboard USA.