Future, el dios del rap de Atlanta, es llamado de muchas maneras. Al nacer se le puso “Nayvadius Wilburn”. Venía de una familia de estafadores. De chico, eligió el apodo de “Meathead”, tanto por su cabeza grande como, después, por su actitud gánster. Empezó a rapear en la adolescencia en el Dungeon Studio de su primo Rico Wade, donde OutKast reinventó el hip hop. Se le puso el nombre de “Future” (como diciendo “el futuro de la música”, algo sorprendente al venir de un lugar donde se hacían canciones como So Fresh, So Clean). Sus amigos lo conocen como “Pluto”: el título de su debut de 2012 en un sello importante; una metáfora de estar completamente drogado; un símbolo de la escala de sus ambiciones. “Soy el chico astronauta –dice, impávido detrás de un par de anteojos de sol, siempre presentes–. Al final del día, estoy acá, por encima de todo”.
Pero en esta tarde de febrero, sentado en su pileta de Miami mientras el cielo se torna rosado y la brisa acaricia las palmeras, el MC de 33 años piensa en otro apodo. Fuma un cigarro y se pone filosófico respecto de sus últimos éxitos: dos álbumes nuevos, Future y HNDRXX, títulos que al unirlos se convierten en su apodo favorito. Para él, llamarse “Future Hendrix” lo conecta con el estilo, la creatividad y el éxito cósmico de Jimi, como un hombre negro en un mundo primariamente dominado por blancos. “La música que hago es diferente –afirma, con una campera de jean Balmain con la suficiente plata cosida como para poner celoso a Axl Rose–. Las melodías que me vienen no son normales. Los negros no estaban tocando la guitarra. Hendrix hizo algo especial”.
La semana anterior, Future sorprendió a sus fans con el lanzamiento de su álbum homónimo (su sexto, sin contar los mixtapes llenos de hits que lanzó a través de su sello Freebandz), que llegó al Nº 1, su cuarto álbum consecutivo en lograrlo. Siete días después, en una jugada sin precedentes en la historia del chart, llegó HNDRXX y reemplazó a su antecesor en la cima. (Desde Epic Records afirmaron que se van a combinar ambos álbumes para un lanzamiento en formato físico). Future está claramente satisfecho con el éxito, pero insiste en que valora más la autenticidad que los números. “Si soy el artista más grande del mundo, buenísimo, pero solo quiero ser yo mismo –explica–. Quiero que mi dinero sea diferente. No quiero tener guita rapera. Mi objetivo es conseguir todo lo que pueda”.
No hay muchos artistas modernos con un prontuario como el que tiene Future. Además de su dominio en los charts, su gira de arenas de 2016 que encabezó con Drake ganó unos 80 millones de dólares, según Billboard Boxscore. Fue uno de los tours más exitosos de hip hop de todos los tiempos. La influencia de Future es omnisciente: sus ganchos pegadizos de AutoTune, junto a los versos llenos de referencias a modelos y marcas de lujo y farmacéuticas, son el sonido prevaleciente de la radio hip hop contemporánea. (Solo traten de imaginarse a Fetty Wap en un mundo sin Future). Es alto y buen mozo, con pómulos marcados, rastas rubias y una sonrisa brillante que ocasionalmente le ilumina la cara. O como dice Future: “La magia no se cuestiona”.
Pero a pesar de todo eso, y de los éxitos que hizo con todo el mundo, desde The Weeknd hasta Miley Cyrus, sigue siendo un fenómeno extrañamente under. Es una figura fundamental para los fans del rap, pero un desconocido para el resto. Un indicador de la indiferencia del mainstream es el hecho de que no haya sido nominado para un Grammy (Desiigner, el MC de Brooklyn –que le debe tanto a Future por Panda– sí fue nominado). Para los fans del rap y para los creadores, la falta de reconocimiento es inexplicable. Eso llevó a que Kanye West tuiteara: “¿¿¿Alguien en los Grammy escuchó alguna vez [la canción de Future] March Madness??? Sí, tengo un problema con los Grammy”. Después se unió a Drake, Frank Ocean y Justin Bieber, y no fue a la ceremonia.
Future dice que trata de no distraerse con aquello que no puede controlar. “Los Grammy entienden lo que entienden. Aquello que no entienden es lo que probablemente no quieren entender –dice–. No me van a frenar de hacer lo que se supone que tengo que hacer como artista”.
Para L.A. Reid, el estatus único de Future en el under y el mainstream es algo que buscó el propio rapero. “Eligió sacar música que apelaba a su público central –explica el presidente/CEO de Epic–. Tuvo hits radiales, pero no eran hits mainstream, top 40. Él no quería eso. Mi opinión es que eso alarga su carrera”. Es muy difícil de ignorar la influencia de Future en la próxima ola de MC de Atlanta. Quavo, de Migos, que va a telonear a Future más adelante en el año, escuchó al rapero por primera vez en el North Side de Atlanta. “Nunca había oído a alguien ir así con el AutoTune. Y a la hora de rapear, nunca escuché a alguien agitarla así –confiesa–. Fue un gran momento para Atlanta. Nos pegó fuerte y nos hizo querer trabajar más”.
Future ama su casa de Miami, un departamento reluciente y ultramoderno que tiene una pileta que parece terminar en el océano. “Me encanta despertarme y ver la playa, los yates, los autos –cuenta–. Hay mucho de lo cual inspirarse”. El auto que usa hoy es rápido e importado: una SVR Range Rover con 500 caballos de fuerza y bandejas automatizadas en los asientos traseros, que le costó 200.000 dólares. En general, Future disfruta más de que lo lleven que de manejar. Por eso, los autos favoritos de su flota son el Bentley Bentayga SUV y el Maybach. Su tío hace de chofer. “Hace seis años que tengo chofer –dice–. Me muevo así”.
Future también posee casas en un suburbio de Atlanta y planea conseguirse un nuevo lugar en Los Ángeles, donde vivió cuando estuvo con la cantante Ciara (con quien tiene un hijo). Sus cinco hijos –de cuatro madres distintas– tienen entre 2 y 15 años. Está orgulloso de haberse convertido en el exitoso patriarca de un clan en expansión, aun cuando no es el típico padre. “Soy el p—to proveedor –dice–. Dios me puso acá para eso. Todos manejen lo que quieran, vístanse como quieran, vivan como quieran”.
Cerca del fin de su adolescencia, al tiempo que nació su primer hijo, Future empezó a pedirles a los miembros de su familia que hablaran con su primo Wade. Su compañía Organized Noize había hecho hits como Waterfalls para TLC y era el equipo de producción para Dungeon Family, un colectivo de artistas experimentales de Atlanta como OutKast y Goodie Mobb. Finalmente, después de conectarse en un entierro familiar, Wade aceptó que Meathead fuera a su casa. Wade se encontraba preocupado: el joven Future había estado viviendo en la calle y sacando drogas de la casa de su abuela, y había recibido un balazo en la mano. Según Wade, era “el lado callejero de la familia… todos estafaban” (salvo la madre de Future, que era operadora del 911. Él se mudó de la casa cuando dejó la escuela para vender droga. Hoy, los dos son muy cercanos). Pero Future rápidamente demostró sus habilidades. “Cuando se metió en la música, sonaba muy bien –contó Wade–. Pero yo quería saber si podía confiar realmente en él. Triunfó en el mundo de la música porque tiene una brújula moral. No saca ventaja de la gente, y se da cuenta cuándo alguien está con él en serio y cuándo no”.
Future se mudó con Wade y se internó en el estudio. Compuso el gancho para Blueberry Yum Yum, de Ludacris, hizo sus propias canciones y grabó un álbum como parte del grupo llamado Da Connect (para Wade, el cambio de nombre era inevitable: era demasiado canchero como para ser “Meathead”). Al rememorar esa época, el MC sostiene que el ethos musical que aprendió allí sigue siendo su manera de operar hoy. “Usa todo lo que tengas a mano para crear. Lo bueno, lo malo, lo negativo, lo que sea. Nunca tengas miedo de ser exactamente quien sos”.
Future eventualmente se acopló a un joven grupo de productores: Metro Boomin, Mike Will Made It, Zaytoven, DJ Spinz, 808 Maa. Todavía trabaja con muchos de ellos. Juntos empezaron a reformar el sonido de Atlanta. “Están haciendo discos como Bad and Boujee [de Migos] y Black Beatles [de Rae Sremmurd], y estos discos de Future que están dominando el mundo –dice Reid–. Pero son honestos. Nunca vi algo igual, no desde los inicios del hip hop”.
El verano pasado, cuando Future empezó a grabar los tracks para los álbumes nuevos, lo único que sabía era que quería sacar dos. La idea de dejar pasar una semana vino después, admite, para darle a la gente la posibilidad de digerir Future antes de que se metan en HNDRXX, su favorito de los dos. Para él, Future es un guiño a sus orígenes y la música que hizo. Es cien por ciento él, no hay invitados.
Está lleno de referencias a la calle. El single Draco (el título se refiere a una pistola AK-47 portable) junta una dulce melodía con un gancho bastante nihilista. Es un buen ejemplo de la alquimia extraña del rapero. “Draco y la bolsa de libros, eso viene de la vida real –explica–. Ser capaz de agarrar eso y hacer que sea menos violento ayuda a que más gente conecte con el tema. ¿Vos no tenés una Draco, pero te gusta el tema, no?”.
Future dice que no le molestaría que la gente vea HNDRXX como un esfuerzo completamente separado. Representa las preocupaciones, más que nada románticas, de una superestrella que está lejos de la calle. Tiene dos invitados, The Weeknd y Rihanna, y la vibra, tanto emocional como musical, tiende a ser de una tonalidad menor. “Me estoy mostrando en términos de donde estoy –cuenta Future–. Habla de estar vulnerable e incauto respecto de lo que decís sobre tu vida amorosa. De si te lastimaron, si fuiste feliz o si estuviste enamorado”.
Es imposible no oír HNDRXX fuera del contexto de su relación con la cantante Ciara, que terminó en 2014 con el fin del compromiso y una serie de juicios, incluyendo la batalla por la custodia de su hijo, Future Zahir Wilburn. (La pareja llegó a un arreglo en enero de custodia conjunta, si bien Future Jr. va a vivir primariamente con su madre, dada la agenda de gira de su padre. Ciara y su nuevo marido, el mariscal de campo de los Seattle Seahawks, Russell Wilson, están ahora en la dulce espera).
En el primer tema del álbum, My Collection, canta “If we never speak again I’m just glad I got to tell you the truth [Si nunca hablamos de vuelta, me alegro poder haberte dicho la verdad]”. Y luego dispara contra su ex: “She told me she was an angel / She f—ed two rappers and three singers [Me dijo que era un ángel / Se co-ió a dos raperos y a tres cantantes]”. Pero al final del álbum, en la melancólica Sorry, se vuelve más conciliador, y canta: “Ain’t really mean to hurt you / Sorry it has to be this way / Ain’t mean to desert you / Sorry that it looks that way [No te quise lastimar / Lamento que haya tenido que ser de esa manera / No te quise dejar / Lamento que haya parecido así]”.
Future insiste en que está en un buen lugar. “Siento que todo pasó por una razón –dice–. Estoy feliz con la vida. Punto. Incluso con el fin de una relación…”, y su voz se desvanece en murmullos. Cuando vuelve, su tono es más desafiante. “No soy una persona conformista. Incluso ahora sé que puedo ser una persona mejor. Yo no voy a dejar de creer en mí, si vos dejás de creer en mí, entonces no tengo nada para decirte. Porque si dejás de creer en algo que es real, entonces no era real para vos”.
Habiendo dicho eso, no parece tener los mejores recuerdos de tratar de adaptarse a una relación con Ciara, que incluía bajar el consumo de marihuana, codeína y demás drogas. “¡Querían que fuera poco copado!”, afirma con una risita amargada. Y aun así, Future nota que ni siquiera las mujeres de las que escribe –ni siquiera Ciara– van a saber de quién habla. “Lo que la gente no entiende es que no me estuve codeando con superestrellas en lo que respecta a hembras. En lo bajo, con gente que nadie conoce”. Sonríe y lanza una risotada.