Time lanzó Opioid Diaries, un registro que recopila fotografías de James Nachtwey y el subdirector de fotografía de la revista Paul Moakley que registra los estragos que causó la peor crisis de adicción a los opioides en los Estados Unidos. En colaboración con el proyecto, Flea aportó su testimonio y contó su experiencia en el artículo Flea: The Temptation of Drugs is a B*tch [En castellano, Flea: la tentación de las drogas es una perra].
“He estado alrededor del abuso de sustancias desde que nací. Todos los adultos en mi vida regularmente se drogaban para olvidar sus problemas, y el alcohol o las drogas estaban en todas partes, siempre. Comencé a fumar marihuana cuando tenía 11, y luego empecé a inhalar, inyectar, ingerir y fumar durante mi adolescencia y mis veintitantos”, dijo el músico de 55 años, que luego aclaró que en 1993, a sus 30 años, dejó de consumir al convertirse en padre y después de que tres amigos muy cercanos murieran a causa de las drogas.
“Una vez que le has abierto la puerta al abuso de drogas, siempre está ahí, seduciéndote para que entres, esperando para tomar tu cabeza. Puedo meditar, hacer ejercicio, rezar, ir a un psiquiatra, trabajar pacientemente y con humildad a través de mis problemas de relación más difíciles, o simplemente podría encontrarme con un dealer, comprar una bolsa de droga por $50 y arreglarlo todo en un minuto”, amplió Flea.
No obstante, contó que hace algunos años se rompió el brazo haciendo snowboard, por lo que se sometió a una cirugía. El doctor hizo bien su trabajo, pero también le recetó dos meses de Oxycontin. “La botella decía que debía tomar 4 pastillas al día. Esta muy dopado cuando tomaba esas cosas. No solo me dejaba sin dolor físico, sino también sin emociones. Solo tomé una al día, pero no estaba presente para mis hijos, mi espíritu creativo fue en declive y me deprimí. Dejé de tomarlas después de un mes, pero perfectamente pude obtener otra dosis”.
“La gente sana perfectamente se puede volver adicta a estos medicamentos y terminar muertos. Abogados, plomeros, filósofos, celebridades; a la adicción no le importa quién sos. La adicción es una enfermedad cruel, y la comunidad médica, junto al gobierno, debería ofrecer ayuda a todos quienes lo necesitan. La vida duele. El mundo es aterrador y es más fácil consumir drogas que trabajar a través del dolor, la ansiedad, la injusticia y la decepción. Pero comenzando con la gratitud hacia los tiempos difíciles, y valorando las lecciones de esas dificultades, tenemos la oportunidad de ser superiores a ellas y estar sanos, felices como individuos que viven por sobre la fuerte tentación de la adicción”, concluyó.