Después de transitar caminos con su banda anterior –Los Saimons– y con su proyecto paralelo –ETNA–, Felipe Campos sigue dándoles forma a sus ideas desde Nueva York, donde llegó a presentarse en venues prestigiosos como Shelter, en Brooklyn; o Charrua, en Mahattan. Según cuenta, el disco tendrá híbridos de folk y electrónica, y fue inspirado en las largas noches que pasaba sin dormir durante el crudo invierno neoyorquino.
¿Cuándo decidiste estudiar en Berklee y por qué?
Decidí mudarme a Nueva York en 2012, cuando me di cuenta de que no era feliz dedicándome a la administración de empresas y a la música al mismo tiempo. Quería dedicarme full time a la música, aprender lo máximo posible y conocer músicos de otros ambientes. Entonces, me compré un pasaje a Boston para audicionar en lo que me habían dado entender que era la mejor Universidad de Música. Por suerte me dieron una beca importante, que hizo posible que pueda mudarme a Boston.
¿Qué tan difícil es para un músico argentino hacerse lugar en la escena de Nueva York?
Es una ciudad donde están todos a mil, no solo lo músicos. Hay que meterse en el ritmo de la ciudad. Todos los días hay oportunidades nuevas. A pesar de que la competencia es muy alta, por suerte me pude ir adaptando. Siendo argentino o no, la única manera de sobrevivir es estar en constante movimiento, metido. En Nueva York, si la quedás, te ahogás.
¿Qué ventajas tiene tocar allá en comparación con la Argentina?
La gran ventaja que encuentro acá es que la industria está más formalizada y organizada. Hay más oportunidades y mercado para distintos géneros. Hay muchísimos venues y nichos de gente con ganas de escuchar música en vivo. Es parte de su cultura. Al vivir en Bushwick [Brooklyn], un barrio lleno de artistas, es muy lindo poder conocer y codearse con colegas y amplificar el conocimiento y las experiencias, no solo musicales, sino de la vida.
¿Qué podés adelantar de tu próximo disco debut como solista?
Se va a llamar The Moon. Son composiciones que escribí durante los últimos dos años, con serios problemas de insomnio e inviernos introspectivos. Las canciones son un reflejo de haber encontrado un lugar donde poder expresarme, a veces alejado de la realidad, pero viéndola desde otra perspectiva. La necesidad de subir a la luna es poder ver mis errores y mis virtudes desde arriba y mejorar y valorar mi ser. Es algo de indie folk con electrónica sutil. Mi idea es reflejar la sensación que tenia de estar casi dormido, o hipnotizado.