
Son las seis de la tarde en la redacción de Billboard AR. El cielo comienza a oscurecer sobre Buenos Aires, pero en la sala todavía se siente la energía de alguien que parece recién aterrizado de un sueño: viene de haber cantado por primera vez en el escenario del Teatro Gran Rex. A lo largo de la conversación, repite con cariño palabras que escuchó durante su estadía – “cheto mal”, “boludo", “posta”-. Las imita, entre risas, como quien quiere quedarse un rato más en un país que lo recibió con los brazos abiertos.
Pipe Calderón lleva más de veinte años en la música, y sin embargo, aún se emociona como si todo estuviera empezando. Comenzó tocando la guitarra en la agrupación Gigantes del Vallenato. Con el tiempo, esa inquietud creativa lo llevó a escribir un camino solista dentro del mundo urbano latino. Hoy, después de mucho esfuerzo, cuenta con una larga lista de hits como “Te gateo”, “Tus recuerdos son mi Dios” y “Apaga el celular” que suenan en radios y plataformas digitales.
Esta misma noche emprende el regreso a su Colombia natal y lo hace con “el corazón contento”. “El público argentino me sorprendió muchísimo”, confiesa, con la mente aún en los aplausos del teatro. Antes de despedirse, nos deja un último regalo: “Video Llamada", una canción que retrata un amor que resiste la distancia y se mantiene vivo a través de las pantallas. Un gesto más de cercanía por parte de un artista que, por unas horas, convirtió a la ciudad porteña en su hogar.
Recién estabas pidiendo revistas de las últimas dos ediciones, ¿qué te causa verte reflejado en las páginas?
Verme en dos ediciones de la revista fue una sorpresa muy bonita. No es cualquier revista, es Billboard Argentina, fue como “wow, estoy haciendo presencia en otro país, llevando un pedacito de mi patria a otros lugares”. Creo que esa es la misión de todos los artistas: combinar culturas, unir, borrar fronteras. Ese granito de arena que se aporta es muy chévere. Para mí, es un sueño.
¿Cómo percibís el paso del tiempo dentro de la música?
Creo que entre más años pasan, más sorpresas llegan. Cuando empecé no existían las herramientas de hoy como redes sociales o plataformas digitales. Saber que mi música logró llegar alrededor del mundo sin esas herramientas, es algo que me hace sentir muy bien. Eso no quita el hecho de que cada vez que una canción nueva se viralice, no sea un honor. Hoy estamos saturados de música, hay demasiado contenido, y que una canción tuya logre destacar entre tanto, es porque hay bendición ahí.
¿Cómo te llevás con esta idea digital que domina la industria?
Pienso que todo depende de la elección del artista. ¿Qué tipo de música quiere uno crear? ¿Quiere hacer algo que dure, que se quede en el tiempo? Si uno se limita a lo comercial, a lo que se consume rápido, es probable que se terminen haciendo 60 canciones al año y se lancen solo para ver cuál pega un rato o cuál logra un corito viral en TikTok.
No es que me lleve mal con eso, pero sí es un poco triste ver que el trabajo musical se vuelve pasajero. Ya no se están haciendo clásicos. Se apunta al volumen, y claro, eso genera mayores ganancias, a las disqueras les conviene.
Pero también entiendo que esto es algo que está viviendo la música, y en realidad el arte en general. El streaming cambió todo. Hay que adaptarse, encontrar cómo mantenerse, equilibrar, no perder la alegría por lo que uno hace.
¿Te da miedo o vértigo la fama que puede llegar con esa viralidad?
La fama que está surgiendo ahora me parece un poco como una burbuja. Hay gente que se vuelve famosa por cosas muy simples, a veces hasta tontas. Una caída, una pelea, cualquier cosa y ya son virales. Esa fama no tiene raíces.
Para mí, la fama no es una amiga. Prefiero ser conocido por hacer algo bien: cantar, tocar un instrumento, ser ejemplo para alguien. Esa otra fama, sin fondo, la veo muy superficial.
Hoy ves a alguien muy famoso, pero cuando lo encontrás en persona no genera tanto impacto porque ya lo viste tanto en redes que se vuelve común. Un amigo mío usó una palabra muy buena: la democratización de la fama y del dinero.
Cualquiera puede ser famoso o tener dinero, y eso me parece chévere porque ya no son los mismos de siempre. Pero también hay que tener fondo. Que se entienda por qué llegaste ahí.
¿Creés que hay oportunidades para los latinos en la industria musical?
Sí, estamos en un momento espectacular para soñar en grande. Como te decía antes, ahora hay espacio para todos. Mientras más original seas, mejores oportunidades hay. Si solo seguís la tendencia, muchas veces terminás siendo uno más. Pero si ves artistas como Paco Amoroso, CA7RIEL, Nathy Peluso… lo que está pasando en la escena argentina es tremendo. Es un gran momento para compartir, aprender y hacer música auténtica.
¿Sentiste que a partir de la colaboración con La T y La M cambió tu relación con el público argentino?
No sé si cambió con el público como tal, pero sí me abrió mucho la mente respecto a lo que quiero mostrar en Argentina. Tengo la posibilidad de traer mi música, tengo contactos con Grace Music y con gente que está bien posicionada en la industria acá.
Y te digo algo: felicito a la gente de Argentina porque apoyan a sus artistas, van a los conciertos sin importar el género. Existe una cultura musical muy viva, como dicen acá, "cheto, cheto mal", siempre están apoyando. Se nota ese corazón, ese cariño hacia su música.
¿Ya sabías que nuestro público era tan eufórico o te sorprendió ver a tanta gente gritando en el Gran Rex?
Me sorprendió muchísimo la alegría constante del público. Verlos aplaudir al ritmo aunque no sepan la canción, me marcó. Cuando sentí ese aplauso, pensé: “Aquí la gente disfruta de la música, no solo del éxito que tenga un artista”. Y eso, para mí como artista, vale muchísimo.