
“Somos conscientes de que esto en algún momento se va a terminar. Por eso tratamos de no esperar a perderlo para valorarlo”, dice Sebastián Teysera (vocalista) mirando a su compañero Nicolás Lieutier (bajista), con la voz entrecortada y los ojos aún húmedos de emoción, a minutos de bajar del escenario del Quilmes Rock. Entre la euforia del show y la serenidad del camarín, el cantante uruguayo dejó caer una de esas frases que podrían figurar en una autobiografía, que básicamente definen la filosofía de una banda que no detiene su marcha, y que este 2025 celebra tres décadas de trayectoria con un nuevo ritual el próximo 1 de noviembre en el Estadio Ferro.
Treinta años pueden sonar a efeméride de agenda cultural, pero cuando una banda sobrevive, y sobre todo, cuando vive de verdad, durante tanto tiempo, el aniversario se convierte en una excusa legítima para mirar atrás con orgullo y adelante con hambre. Es, también, una oportunidad para detenerse un segundo en medio del vértigo y preguntarse por qué sigue recibiendo tanto amor de la gente. Y en ese sentido, La Vela Puerca tiene una respuesta clara: sigue porque el vínculo con su público no es una moda, sino una fidelidad construida desde abajo.
Presentan A Contraluz 20 años después en el Quilmes Rock, ¿qué emociones se les juegan?
Sebastián: Muchas. Porque estamos en la gira de los 30 años y estábamos tratando de ver cómo nos caen las fichas para poder celebrarlo de la manera que se merece. La verdad, fue algo totalmente impensado. Llegar a esto, siendo los mismos que arrancábamos, que no tocábamos ni el timbre…
Llegar a celebrar esto está buenísimo. Y hoy lo que sucedió fue como esa hora mágica de la fotografía al atardecer.
¿Cómo cambió su relación con la música en todos estos años?
Nicolás: Va evolucionando, como la vida misma. Va evolucionando en tu cabeza, y la relación con la música también. Como todo: tus relaciones van evolucionando. Cada uno empieza de una manera muy inocente a jugar con la música, vas aprendiendo, y vas teniendo también la responsabilidad de llevarla a tu lado. Pasa por muchas etapas.
Siendo una banda, además, es distinto. Porque la evolución de cada uno, si uno fuera solista, sería otra cosa. En una banda, esa evolución es en equipo. Crecer juntos hacia un lugar en común. Creo que ese es el desafío más lindo que hemos tenido.
En el último capítulo de su podcast, El Antídoto, mencionabas que a veces escribís pensando en las canciones del pasado. ¿Eso te genera cierta frustración? ¿Sentís presión por tener que componer temas que estén a la altura de esos viejos éxitos?
Sebastián: Hay varias cosas ahí. A mí me gusta abandonar las canciones. Viste que hay músicos que buscan la canción perfecta y están cuatro años trabajándolas. A mí me gusta dejarlas ser. Son lo que son. Me gusta aprender de los errores que se conversan, tratar de mejorarlos en la próxima. Las canciones tienen su propia vida.
¿Y presión? Sí, hay. Pero por suerte no tenemos tanta, ni somos tan visionarios como para decir “vamos por este camino y llegamos”. Somos amigos. Somos los mismos desde hace 30 años, y amigos desde antes. Entonces, sin esa presión que podría haber entre desconocidos. Porque si uno estudia cuatro horas por día el bajo, imaginate, todos tendríamos que ponernos a la altura. Pero cuando compongo una canción, dos, cinco, quince, y la llevo a la banda, no siento ningún miedo. Sé que nos la jugamos todos, que tiramos todo al agua, para bien o para mal.
"Sé que nos la jugamos todos, que tiramos todo al agua, para bien o para mal", señala Sebastián.
Y les va muy bien. 30 años de carrera es un logro enorme.
Sebastián: Así es. Son 30 años. Eso es lo que tiene de bueno. Porque todo es una parábola. ¿No hubiese sido horrible 30 años para abajo? Y 30 años siempre para arriba tampoco sería real. Me parece que lo natural es eso: que la creatividad musical de una banda que dura 30 años pase por su evolución, crezca. La parábola es así, mientras sea sincera, honesta y creíble, vale.
En la historia de la música vimos cómo muchas bandas se fueron disolviendo. ¿Qué es lo que los une a ustedes después de tanto tiempo?
Nicolás: Recién lo hablábamos: tener un líder es muy importante. No un líder autoritario, sino alguien que funcione como guía, alguien respetado. Sebastián recién decía que estamos todos escuchando, que estamos creciendo juntos como equipo, aprendiendo de los errores. Y eso es clave.
Porque no se trata de que te den órdenes, sino de tener una guía que todos respeten. Y además, el respeto entre nosotros como personas, eso es fundamental. Respetarnos. Eso que parece tan simple, pero que cuesta mucho. Respetar estos 30 años… no es fácil.
Sebastián: Sí, también hay otro secreto que es más del ABC: somos amigos desde antes de la banda. Como te digo, al principio ni tocábamos el timbre (risas). Era un hobby. Y desde el primer momento en que nos pasó eso con el primer disco, que explotó, hubo un momento de fragilidad en la banda.
Tuvimos que decidir: dejar lo que estábamos haciendo, nuestros trabajos, nuestros estudios, y tirarnos al agua. Y nos pareció que era una oportunidad inmejorable para intentarlo. Pero siempre tuvimos claro que la amistad era más importante. Viene de antes que la banda.
"Pero siempre tuvimos claro que la amistad era más importante. Viene de antes que la banda", sostiene Teysera.
Ese es un pilar muy fuerte. Yo prefiero matar la banda antes que matar la amistad. Y también, desde el primer día, somos conscientes de que esto en algún momento se va a terminar. Por eso tratamos de no esperar a perderlo para valorarlo. Lo valoramos hoy. Y así, con esa conciencia, se pasa todo. Pasamos tormentas, pasamos momentos difíciles, pero siempre desde la amistad. Eso nos sostiene.