
¿Y si criar también fuera componer? A los chicos no se les puede mentir, lo intuyen todo. Si algo no tiene ritmo, les aburre; si algo no tiene espíritu, lo abandonan. No necesitan argumentos ni pruebas, su oído es brutalmente honesto. Por eso, hacer música para las infancias es una de las tareas más difíciles que puede asumir un artista. Y es en ese terreno exigente, donde Pequeño Pez construyó una obra pedagógica, que acaba de sumar un capítulo nuevo con el lanzamiento de Al Agua Pez, su séptimo disco de estudio, editado por primera vez con el respaldo de una discográfica (Universal Music), pero fiel al registro artesanal y afectivo que viene definiendo su proyecto desde hace más de una década.
“Nosotros pensamos nuestras canciones para que no estén dirigidas únicamente a las infancias, sino también a sus familias”, comparte Cecilia Peredo –Galaxia en escena-, una de las dos voces que dan vida al grupo junto a Iván Fonrouge, alias Cone. Todas las canciones llevan consigo una estructura de pensamiento y una mirada estética y política sobre la niñez. “En lo personal, yo no soy madre, asi que el desafío también pasa por estar atenta a lo que necesitan los adultos en ese proceso: qué los ayuda, qué los alivia, cómo podemos sumar desde lo que hacemos”, agrega.
Para ellos, hacer música para chicos implica intervenir y acompañar activamente en la crianza. Al igual que figuras como Hugo Midón, María Elena Walsh, Piñón Fijo o Topa (por nombrar algunos), entienden que en esa posición se juega mucho más que el entretenimiento; se trata, sobre todo, de aprendizaje. “Además de compartir música, intentamos educar. (…) Muchas infancias aprenden sus primeras palabras con nuestras canciones. Por eso, queremos que cada nuevo trabajo sea más comprometido, respetuoso, de mejor calidad y, sobre todo, hecho con mucho amor”, dice Peredo.
En su último lanzamiento se refleja esa búsqueda de crear temas que acompañen la vida diaria. Que estén presentes en la hora del baño, que ayuden a preparar el cuerpo para dormir, que pongan nombre a las emociones, que incentiven el juego entre hermanos y que despierten conversaciones en casa. El método que usan no aparece en ningún manual didáctico, pero funciona: escuchar. Leer los mensajes que llegan por redes sociales, atender lo que les comparten las maestras, registrar las preguntas que surgen en cada show. Hacer de todo eso una materia prima sensible desde la cual crear.
“Con el tiempo fuimos entendiendo que nuestro público no es solo infantil. Están las madres, los padres, las personas adultas que también cantan nuestras canciones, que se toman un momento del día para compartirlas con sus hijos. Aprendemos todos los días a componer también para ellos”, explica. El resultado es una propuesta pedagógica completa con géneros musicales que van desde el candombe hasta la timba, con ilustraciones, colores y recursos integrados a cada espectáculo.
Una de las virtudes más destacadas del dúo es la manera respetuosa y honesta con la que se dirigen a su público. Lejos de simplificar o infantilizar, evitan el diminutivo fácil y enfrentan sin miedo temas complejos que forman parte de la experiencia de las infancias. En sus discos, abordan cuestiones como el bullying, la construcción de la identidad, la necesidad de aceptarse a uno mismo y los lazos familiares, dando lugar a una escucha que no elude las dificultades, sino que las nombra y acompaña con sensibilidad.
Ahora, tras una década de trabajo y crecimiento, Pequeño Pez se encuentra en plena gira nacional e internacional celebrando sus 10 años. Desde Santa Fe, Rafaela, Paraná y distintas ciudades de Buenos Aires hasta Montevideo, Lima y España, llevan en vivo esa música que acompaña la crianza, el juego y la emoción. Las familias que conocen sus discos podrán encontrarlos cara a cara, en un espacio pensado para compartir y aprender juntos. Una invitación a redescubrir la música infantil que no se conforma con entretener, sino que apuesta a educar y acompañar.
¿Qué necesidades colectivas buscan responder con estas nuevas canciones?
Cecilia: Es el séptimo disco de la banda, así que lo grabamos con mucha emoción por poder seguir sumando canciones a tantas infancias. Siempre se va agrandando el equipo, y este disco tiene la particularidad de que lo hicimos junto a la compañía Universal. Es la primera vez que nos pasa algo así, y lo vivimos con mucha alegría.
Seguimos con nuestra búsqueda constante de sumar diferentes géneros musicales, para que les niñes puedan aprender ritmos diversos desde los valores que nos gusta transmitir, desde el juego. Porque además de compartir música, intentamos educar.
Hay una tensión constante entre lo artístico y lo pedagógico. ¿Cómo encuentran ese equilibrio?
Cecilia: Intentamos justamente eso, que haya un equilibrio real. Desde lo artístico nos damos espacio para jugar, porque nos encanta. Como decía antes, nos gusta sumar géneros musicales, y eso también nos desafía a seguir aprendiendo. En este disco, por ejemplo, incorporamos un candombe uruguayo, una timba… Ritmos que para nosotros también eran nuevos.
La pregunta es cómo llegar a las infancias de una manera amena y cuidada. Entonces lo que hacemos es combinar todo, lo artístico y lo educativo, el lenguaje accesible, las ilustraciones, el cuerpo, los colores. Todo eso forma parte del mensaje. Y también los valores y lo musical.
Sus letras tocan temas complejos, desde el bullying hasta la aceptación personal. ¿Qué guía su elección a la hora de abordar estos asuntos en sus canciones?
Iván: Principalmente, escuchamos mucho a las familias. Qué reciben, qué necesitan en sus casas. Estamos muy atentos a los mensajes que nos llegan, a lo que comparten con nosotros. Y también escuchamos a los jardines, a las maestras y maestros que nos hacen llegar sus pedidos o inquietudes.
Entonces no se trata solo de lo que a nosotros nos sale o nos gusta, sino también de lo que se necesita. Escuchamos ese consejo de padres y docentes y tratamos de responder desde ahí.
Hoy el concepto de disco está en crisis. ¿Por qué ustedes siguen apostando por el formato físico?
Cecilia: Porque nos gusta conservar esa idea. Sabemos que todo es mucho más exprés y veloz, los tiempos son cortos, y nos parece importante volver a un ritmo más calmo. Que las familias puedan tomar un disco, entender su concepto, y detenerse a escucharlo como una obra completa, no solo como una playlist de canciones sueltas o videoclips.
Nos interesa seguir trabajando el concepto de disco, y que ese momento se vuelva también un momento en familia. De hecho, nos escriben mucho contándonos que lo escuchan en el auto, viajando, en la plaza, los fines de semana. Nos agradecen que sigamos trabajando así, y eso nos reafirma el camino.
Entonces, ¿se puede decir que hacen canciones tanto para niños como para adultos?
Cecilia: Sí, nosotros pensamos nuestras canciones para que no estén dirigidas únicamente a las infancias, sino también a sus familias. Nos pasa mucho que nuestro público es muy bebote, tenemos muchos oyentes que no tienen ni un año, y en esos casos quienes terminan escuchando las canciones son sobre todo madres y padres.
Tenemos temas pensados para acompañar momentos muy específicos, como la hora de dormir o la cuna. Y sabemos que estamos acompañando a personas que están criando por primera vez. Eso para nosotros es muy importante.
Con el tiempo fuimos entendiendo que nuestro público no es solo infantil. Están las madres, los padres, las personas adultas que también cantan nuestras canciones, que se toman un momento del día para compartirlas con sus hijos. Entonces el desafío más grande se volvió ese: aprender, todos los días, a componer también para ellos.
Claro, es acompañar la crianza también.
Iván: Totalmente. Y además componemos desde un lugar que nos interpela a nosotros mismos. Hacemos música que nos gusta. Partimos de algo que nos conmueve, nos divierte o nos entusiasma, y desde ahí arranca la canción. Si cuando la terminamos nos da gusto escucharla, si nos dan ganas de ponerla de nuevo en el auto o en casa, sentimos que está bien. Que tiene sentido.
Después de años de trabajo desde la independencia, ¿cómo viven el hecho de que su música empiece a cruzar fronteras y llegar a otros países?
Cecilia: La verdad es que estamos muy agradecidos. Después de tantos años de trabajo, nos emociona muchísimo ver lo que está pasando. Llegar hasta acá nos costó, porque siempre fue un proyecto independiente, al que le dedicamos nuestra vida entera. Así que que hoy esté dando frutos, no solo a nivel nacional sino también internacional, es algo que celebramos con todo el corazón.
Durante muchos años estuvimos muy metidos en el estudio: grabando discos, armando videoclips, construyendo todo el contenido con muchísimo trabajo detrás. Y ahora, de golpe, empezó a pasar esto que la gente nos escribe desde todos lados, que nos reclaman en un montón de provincias, en otros países. Así que decidimos poner pausa a la parte de grabación por un rato, y salir a viajar, a encontrarnos con esas familias que nos escuchan desde hace años y que por fin vamos a poder conocer.
¿Cómo responden a quienes todavía subestiman la música infantil o minimizan el valor artístico y pedagógico de lo que hacen?
Iván: La respuesta que venimos teniendo es muy hermosa. Recibimos mensajes de agradecimiento y cariño todos los días, y yo me quedo con eso. Después, si alguien quiere criticar las formas o los modos en que hacemos las cosas, solo puedo decir que todo lo que hacemos, lo hacemos desde un lugar de mucho amor y con mucha conciencia. Cada decisión que tomamos está pensada.
Y por suerte, algo que nos dicen muchos colegas -sobre todo quienes tienen muchos seguidores en redes- es que nuestro público es súper respetuoso. No tenemos hate. Y eso, en tiempos donde la masividad muchas veces viene con comentarios agresivos o violentos, lo valoramos un montón. Nuestro Instagram, por ejemplo, es puro amor. Las familias que nos escriben lo hacen para agradecer, para compartir cómo nos escuchan, para acompañarnos.
Más que críticas, lo que sentimos es un reconocimiento. Incluso de otras bandas, que nos agradecen por el lugar que le estamos dando a la música infantil. Desde ese lado también recibimos mucho cariño.
¿Qué les dirían a madres, padres y personas cuidadoras que todavía no se acercaron a su música?
Cecilia: Primero, hay mucho trabajo detrás. Un trabajo diario, hecho con compromiso, respeto y amor. Sabemos lo importante que es nuestro contenido para las familias, porque los chicos aprenden con nosotros todos los días: aprenden palabras, imitan gestos, movimientos. Lo que decimos y cómo lo decimos tiene impacto.
Por eso les diría que se queden tranquilos: trabajamos con muchísima conciencia. Y desde lo artístico también nos exigimos un montón, creciendo día a día para ofrecerles algo que sea hermoso. Algo que puedan disfrutar en familia. No es sólo contenido para niños; también está pensado para que los adultos se dediquen ese rato y lo compartan. Que les haga bien a todos.
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