
Hay quienes esconden su devoción por temor al juicio ajeno, como si ser fan (sentir demasiado) fuera una debilidad. En cambio, ella abraza esa sensación. Hasta la celebra. Desde sus posteos más casuales en redes sociales hasta su nuevo single titulado “xo, Draco Malfoy”, hay algo claro. No esquiva lo que la emociona, de hecho, lo convierte en arte. En ese universo viven Harry Potter, los fanfictions – que admite haber leído una sobre ella misma, en la era Aliados – el romanticismo y la intensidad sin filtros.
Soñaba con casarse desde que tiene memoria y lo dice sin vergüenza. Su libro favorito es First-Time Caller de BK Borison, una comedia navideña con todos los clichés del género (adornos, amores improbables, finales felices). Cree en eso, en el encanto de lo cursi. En las historias que la abrigan. Y, al mismo tiempo, se reconoce en los pliegues oscuros de Cleopatra y Frankestein, la novela de Coco Mellors. “Me vi reflejada”, admite. La protagonista arrastra trastornos que afectan su forma de vivir y de narrarse. Ella también.
No le teme ni siquiera al miedo. Fue criada literariamente por Mariana Enriquez y fue Nuestra parte de noche el libro que la arrastró al mundo de la escritora, y del que, según sus propias palabras, “no salió nunca más”. Se aferró, incluso con vocación: estudió tanatopraxia, la técnica de embalsamar cuerpos. Su fascinación con la muerte no es decorativa ni impostada. La desmitificó. La observó de cerca. La incorporó como tema vital, inevitable y poético.
Pero no se queda solo en lo que consume. También está escribiendo su propia historia, literalmente. Este año lanzó tres singles que marcan una nueva etapa de su carrera musical. El ya mencionado “xo, Draco Malfoy”, “Pinamar” y “Querida yo”, que lo presenta este jueves a las 21 hs. Tres canciones íntimas, rockeras, atravesadas por lo que más la define, su vulnerabilidad. A la par, sigue apostando por su podcast A dónde vamos cuando soñamos, donde explora su costado más periodístico, con la mirada puesta en el otro. Y como si todo eso no fuera suficiente, también está trabajando en su primera novela. Porque como toda buena lectora, su debilidad es la escritura. En esa obra, que aún está en proceso, se permite contar todo lo que le atraviesa. Sus vínculos, sus trastornos alimenticios, sus obsesiones y su sensibilidad.
Porque si hay algo que Oriana Sabatini no teme, es a mostrarse tal como es. Apasionada. Romántica. Nostálgica. Humana.


¿Qué historia querías contar con “Querida Yo”?
"Querida yo" sigue un poco la línea de "xo, Draco Malfoy": mucha guitarra eléctrica, muchos coros. Siento que todas las canciones tienen esa esencia adolescente, esas historias. Y esta habla un poco de eso: del paso por esos amores de la adolescencia que no funcionaron, pero que te llevan a encontrar uno que sí, más adelante.
Me imaginé a la Oriana de hoy, con 29 años, hablándole a la de 13. Esa que recién empezaba a enamorarse, cuando quizás el chico que te gustaba no gustaba de vos, y eso te rompía el corazón. Los chicos podían ser bastante malos. A veces siguen siéndolo, ¿no? Me imaginé a esa versión de mí que pasaba por todo eso.
Hay una energía muy "teen" en tus últimos 3 singles, que remite al estilo de Olivia Rodrigo, o incluso a lo que hacían Miley Cyrus y Avril Lavigne. ¿Fue una referencia consciente para vos a la hora de componer, o simplemente es una estética que te sale de forma natural?
Toda la vida escuché bandas como Blink-182, Green Day, Avril Lavigne. Incluso te diría Belinda en los 2000. Ese sonido con guitarra eléctrica, más rockero, ya estaba tatuado en mí. Obviamente tratamos de hacerlo lo más contemporáneo posible, y terminamos en ese lugar que hoy ocupa alguien como Olivia Rodrigo, que sí, la escucho, me encanta, me parece una genia.
Pero no es que pensamos en ningún artista en particular. Literalmente nos juntamos conmi equipo, agarramos la guitarra y nos preguntamos: "¿De qué queremos hablar? ¿Qué queremos que sea esta canción?" Después, ya en la producción, entra esa decisión de género, estilo, coros, sonido.
¿En qué momento sentiste esas ganas de reconectar con tu lado más artístico y volver a poner la música en el centro? ¿Hubo algo que te lo disparó?
Las ganas siempre estuvieron. Obviamente la gente por ahí no lo sabe porque no lo comparto mucho, pero yo siempre estoy trabajando en canciones. Paso mucho tiempo en estudios, tratando de encontrar cuál es el sonido que más me gusta, dónde me siento cómoda.
Con estas canciones sentí que finalmente di con un sonido y unas historias que me representan. Me siento fiel a lo que digo y a lo que hago, y eso tiene sentido con la persona que soy hoy.
¿Este regreso musical viene acompañado de un álbum debut?
Esa es la idea. Estamos trabajando para que así sea. Todavía no tiene nombre, y mucho menos fecha. Ya estamos pensando y desarrollando las canciones y las temáticas. Nunca hice un disco, nunca saqué uno, así que no quiero apurarme. Aunque tengo mucha ansiedad y me encantaría que salga ya, tampoco quiero hacerlo a las corridas. Ahora que encontré un lugar donde me siento cómoda, siento que este proyecto se merece hacerse bien, con tiempo y dedicación.
Hablando de rock y discos nuevos, Lali acaba de lanzar No vayas a atender cuando el demonio llama. ¿Tuviste oportunidad de escucharlo? ¿Qué artistas nacionales estás consumiendo últimamente?
Todavía no lo escuché completo. Obvio que siempre estoy atenta a lo que saca Lali, pero ahora que está explorando un sonido más rockero, me interesa aún más ver hacia dónde va, qué dirección toma. Escuché partes del tema que hizo con Duki, que me encantó.
Mi repertorio musical es bastante bizarro, te juro. Escucho muchas canciones que encuentro de casualidad en TikTok, de bandas que casi no tienen seguidores, pero que tienen algo especial que me atrapa. Últimamente estoy muy metida con el folk. Como estoy escribiendo mi novela, tiendo a buscar música sin letra o más instrumental, algo que me ayude a concentrarme. Me sirve para entrar en ese espacio mental para escribir.
Estás trabajando en tu primera novela, ¿cómo manejás la exposición emocional y la vulnerabilidad que requiere la escritura?
Por ahora está todo bien porque la novela la estoy escribiendo yo, y la única que la lee soy yo. Pero sé que cuando se acerque el lanzamiento, voy a pensar: "Todo esto que escribí lo va a leer otra gente". Y ahí va a ser fuerte, porque va a exponer mucho de mí.
Es una ficción, el personaje no soy yo, pero hay mucho de mi universo interior: mis miedos, mis ansiedades, mis vulnerabilidades. El narrador y el personaje principal no se pueden separar tanto, aunque actúe de una manera que quizá yo no lo haría. Es difícil.
Lo va a leer gente, no sé si mucha, pero alguien seguro. Igual, creo que para que un trabajo literario sea bueno, uno tiene que escribir como si nadie más lo fuera a leer. Trato de tener eso en mente para no limitarme ni censurarme pensando: "¿Y si mis viejos leen esto?". Ya está. Y cualquier cosa, diré que es ficción.
¿Va a ser una historia de amor?
Sí, obvio. Es una historia romántica, y eso es todo lo que puedo decir. A mí, por ejemplo, cuando agarro una novela para leer, no me gusta saber demasiado. No suelo leer mucho la sinopsis; prefiero leer libros que me recomiendan mis amigas sin preguntarles de qué se tratan.
Es como: dame la premisa en dos palabras. Ahora, por ejemplo, estoy leyendo uno que tiene “vampiro” y “lobo”. Con eso me alcanza.
Me gustaría que la gente llegue a mi libro de la misma manera. Obviamente, va a tener una sinopsis, pero no quiero dar spoilers ni adelantos. Quiero que entren a ciegas y vivan la experiencia desde cero.
En este último tiempo, también exploraste tu faceta periodística como entrevistadora. ¿Cómo te enfrentaste a temas tan delicados como la ELA o el duelo? ¿Te resultó difícil tratar esos tópicos desde el otro lado de la conversación?
Sí, fue un desafío. Yo no estudié periodismo, el podcast lo hago porque quiero conocer a esas personas. Grabamos las conversaciones cuando las conozco, pero lo que fue difícil fue encontrar la manera de estar a la altura de historias tan profundas. ¿Qué preguntas le haces a alguien que tiene ELA? A veces estás tres horas entrevistando y terminás haciendo solo 15 preguntas, y en esas preguntas se mezclan todo lo que querés saber.
En esos momentos también tengo que recordarme que hago lo que puedo, sin presionarme demasiado. Lo hago desde un lugar de curiosidad genuina, sin intentar ser perfecta. Me preparo mucho antes de cada entrevista, pero la gente que entrevisto me pide que no pierda esa frescura, que lo haga con la curiosidad de alguien que quiere conocer el mundo.
Me pongo nerviosa y me da mucha ansiedad hacer entrevistas, especialmente con ciertos invitados. Con algunos me relajo porque ya somos amigos, pero con otros, a veces, estoy más tensa y me pregunto por qué me sometí a esto. Al final, me doy cuenta de que la pasamos genial y todo salió bien.
Ahora nos entendés a nosotros, los periodistas.
¡Sí! Qué nervios. La verdad es que yo la paso fatal. Me preparo todo, el documento, semanas antes, recopilando información, y cuando estoy con el invitado, ni leo el papel.
Cuando salió el episodio con Cris Morena, muchos se centraron en una sola frase sobre la "alimentación sana" en los elencos, sin prestar atención al trasfondo. Vos que viviste en carne propia un TCA, ¿cómo te afecta ver cómo se banaliza algo tan complejo?
Creo que algunas personas tienen buenas intenciones al hablar de estos temas, y está bien que se expongan, sobre todo porque es algo que necesita visibilidad. Sin embargo, no siempre estoy segura de que se lo haga con el objetivo de apoyar a la persona que lo dijo. Cris es una figura pública, y está bajo la mirada constante de todo el mundo. Es muy fácil agarrarse de cualquier cosa que diga, y creo que, aunque no la estoy defendiendo, mi experiencia personal con ella, como alguien que ha padecido un TCA, fue positiva. Nadie me puede quitar esa experiencia, fue algo bueno para mí.
A veces atacan sin darse cuenta de que esas personas también pueden ser víctimas de lo mismo que estamos discutiendo, esas enfermedades. Es un tema complicado. En redes sociales, parece que cualquier cosa es motivo de ataque. Es difícil evitarlo. No importa lo que hagas, siempre habrá críticas.
Las personas esperan que los famosos sean perfectos, que sean ejemplos de lo que se espera de la sociedad: justicieros, honestos, leales, con los valores correctos. Pero somos humanos, no máquinas. Lo que se espera de nosotros es irreal.
Es muy positivo que estos temas estén sobre la mesa y se hablen, pero también hay que ser cuidadosos con la forma en que se abordan. No podemos atacar a las personas. Todos queremos lo mismo: hablar de estos temas, encontrar más herramientas para tratarlos, saber cómo manejarlos y qué se tiene que hacer.
De hecho, en el episodio mencionaste que, a través del personaje de Aliados, sanaste un montón.
Sí, 100%. Para mí fue muy importante. En ese momento, nadie sabía que yo tenía un TCA. Empecemos por ahí. Cada vez que me veía no comer, se acercaba y me ofrecía algo. Fue muy movilizante ver lo que estaba viviendo reflejado en mi personaje, interpretado por mí misma en la pantalla. Años después, al volver a ver la serie, incluso mientras la veía en ese momento, me abrió los ojos. Me enseñó muchas cosas sobre cómo sanar, qué me faltaba para sanar y cómo pedir ayuda. Fue un proceso clave en mi vida.
¿Qué le dirías a alguien que está atravesando un trastorno de la conducta alimentaria en este momento?
Le diría que pida ayuda, que busque profesionales especializados en trastornos de la conducta alimentaria. Muchas veces, uno piensa que con ir a una nutricionista es suficiente, pero es crucial que sea una nutricionista que tenga experiencia en este tipo de trastornos. Además, es fundamental que las personas cercanas a esa persona, como la familia, la pareja o las amigas, comprendan lo que está sucediendo, que se informen sobre el tema. Si tienen la oportunidad de hacer un curso de capacitación, mucho mejor.
Lo más importante es seguir las indicaciones de los profesionales. Aunque en esos momentos parezca que nunca vas a salir de ese lugar tan oscuro, sí se puede salir. Y el otro lado es mucho mejor de lo que imaginás. Confiá en la gente que sabe.
Como ya estás canchera en el rubro, te cedo mi rol de entrevistadora. ¿Qué te preguntarías a vos misma?
Nunca me hicieron esta pregunta. Qué raro. Sabés que me viene a la cabeza una que suelo hacerles a todos los invitados en el podcast: “¿Quién sería Oriana sin la música?”. Y, sinceramente, no sé. Me cuesta mucho imaginarlo. Puedo pensar en algunas cosas, pero no sé si podría existir sin la música.
Sería una persona mucho más plana de lo que soy hoy. Muchos dicen "la música me salvó la vida", y en mi caso, fueron los libros. Pero la música fue la puerta que me abrió al mundo de la escritura. Creo que no tendría la misma sensibilidad, no vería el mundo como lo veo ahora, y eso es algo realmente valioso.
De hecho, la escritura en general tiene eso: escribir, contar historias, conectar con los demás a través de esas historias. Sin la música sería más plana. Aunque, bueno, también querríamos a esa Oriana, seguro. Pero sería un poco más aburrida.