Como un peregrino que vuelve a un lugar que nunca terminó de abandonar del todo, Juan Wauters habla de Montevideo con la familiaridad de un vecino más que conoce cada atajo y cada rumor que atraviesa sus calles. Pero bajo esa naturalidad se esconde un exilio prolongado a Estados Unidos que desmiente toda apariencia de normalidad, y que expone en su séptimo disco, MVD LUV, en una especie de carta a la ciudad que lo formó, mientras la observa desde adentro y desde afuera.
El Uruguay que volvió a pisar en 2022, previo a enterarse que sería padre de Luisa, poco tenía que ver con el país que dejó a sus 18 años, cuando la crisis económica del 2002 derrumbó la estructura financiera y el tejido social de toda una nación. Aquella salida fue al mismo tiempo una escapatoria física como un éxodo interior, un enfrentamiento con una serie de preguntas sobre su identidad, que hoy encuentran respuesta en las catorce canciones que conforman su último álbum.
La obra apuesta a la memoria colectiva y asume la confrontación de los problemas sociales que aún atraviesan la región y lo hace desde géneros como el candombe, la murga y los ritmos populares. En esta fricción entre lo personal y lo político, el artista configura su poética. Canta su vida pero también la de tantos otros que, como él, cargan con la diáspora latinoamericana y se reconstruyen lejos de casa.
El último fin de semana, su obra recorrió tres escenarios diferentes en Buenos Aires. El viernes, en el Teatro Xirgu, se reencontró con su público porteño para celebrar el lanzamiento del disco que apenas cumple un mes. El sábado, en plena calle y al aire libre, encabezó una guitarreada anunciada a través de sus redes sociales. Y el domingo, cerró la semana con un show acústico en el Centro Cultural Richards. Antes de este caos de eventos, conversó con Billboard Argentina sobre el álbum, la paternidad y su regreso.

¿Qué implica para vos relatar la historia de tu ciudad natal desde el escenario de otra ciudad?
Nunca me lo había puesto a pensar así. Justo cuando salió el disco, estaba en Nueva York porque hicimos algunas presentaciones allí. Probablemente fue la primera vez que interpreté esas canciones fuera de Montevideo. Lo interesante es que para esta serie de conciertos (dos en Montevideo y este en Buenos Aires) armamos una banda con músicos de Montevideo, por lo que llevamos un lenguaje local muy marcado. Así, tocar en otro lugar se siente como transportar algo propio, algo de nuestra cultura, y eso es algo muy valioso. Es una sensación hermosa, como repartir cultura.
¿Cuándo una ciudad deja de ser solo un escenario y se convierte en un personaje dentro de una historia?
Cuando una ciudad te inspira a crear, deja de ser solo un lugar y se convierte en parte del álbum, en parte de la canción misma. Me ha pasado que estando aquí, de repente siento ganas de cantar o componer. Es en ese instante cuando la ciudad se transforma en canción, cuando el entorno se convierte en motor creativo.
¿Qué ves hoy en Uruguay que no veías cuando te fuiste?
Hay muchos más autos que cuando me fui, eso es evidente (risas). También noté que, por ejemplo, las agrupaciones que tocan tambores de candombe ahora lo hacen con un estilo algo diferente, con cortes rítmicos que no recordaba de antes.
Creo que esto refleja un fenómeno global: la ciudad está mucho más globalizada. Todas las ciudades ahora tienen cafés de especialidad con sus capuchinos y modas propias, y la gente está muy atenta a las tendencias internacionales.
¿Qué parte de lo popular resignificaste en este disco y cuál, en cambio, preferiste dejar de lado?
No diría que evitamos algo, más bien es imposible abarcarlo todo, porque la música popular es inmensa y diversa. En cuanto a lo que sí mostramos, hay una presencia de estilos montevideanos como referencias al candombe de canción, a la murga canción, y en algunos pasajes del disco, si te fijas solo en los elementos instrumentales, se escucha puro tambor por un rato, o una batería de murga en su estado más puro.
Además, experimentamos con arreglos corales inspirados en la murga, un terreno nuevo para mí, ya que es la primera vez que me adentro en estos estilos. Estuvo buenísimo explorar ese espacio, el estilo, y a la vez darle nuestra propia impronta para que no suene genérico.
Tu discografía siempre estuvo en el borde entre lo local y lo outsider. ¿Considerás que tu regreso a Montevideo representa un cierre a esa ambigüedad o una forma de profundizarla?
Es interesante que lo percibas así. Para mí se trata de habitarla más profundamente, porque siempre hay nuevos territorios creativos, no solo en lo geográfico sino también en lo musical. En mis discos he explorado todos los espacios a los que he podido volver, pero también siempre busco abrir caminos nuevos.
En este último trabajo, por ejemplo, la música montevideana está muy presente. Ya había tenido acercamientos previos a esos sonidos y, claro, siendo montevideano, es algo inevitable. En otros discos me impuse limitaciones diferentes, no geográficas sino creativas. En Introducing Juan Pablo, por ejemplo, la consigna fue hacerlo todo yo mismo, grabar, producir, mezclar.
Este último disco coincide con un momento personal muy particular porque pasé un tiempo prolongado en Montevideo por primera vez en veinte años. Todo se alineó para que pudiera hacer un trabajo enfocado en la música de mi ciudad natal.
¿Creés que hubo un cambio en tu escritura vinculado a la paternidad?
Me imagino que sí, definitivamente. Ser papá me expandió, me volví mucho más espiritual. Entré en contacto con emociones y sensibilidades humanas que antes no había explorado, y eso se refleja claramente en mi proceso creativo. Siento que alcancé niveles más elevados de conexión espiritual que transformaron mi forma de componer.
¿Hay algo de este disco que te haya descolocado emocionalmente?
Sí, constantemente. Por ejemplo, "Canción Mamá" me emociona mucho, me estremece cada vez que la escucho.
¿Cuáles son los próximos pasos de Juan?
Nunca se sabe qué puede pasar con Juan, pero estoy muy entusiasmado con lo que viene. En toda mi carrera, nunca había sentido tanta conexión con un disco como este. Tengo muchas ganas de seguir adelante porque creo que lo mejor está por venir. Pronto escribiré nuevas canciones y grabaré más discos, pero antes quiero pulir estas canciones y seguir presentando este trabajo con todo.
Desde ahora y hasta fin de año, vamos a lanzar material relacionado con el disco. Tengo planeada una gira por Estados Unidos y, para cerrar el año, visitaré Europa. Estoy yendo a los lugares donde la gente quiere verme cantar, dándole tiempo de maduración al álbum.
¿Hay algún género musical o ciudad que te gustaría explorar en tus futuros proyectos?
Me gustaría abrirme a nuevos territorios. Por ejemplo, tengo muchas ganas de ir a Irlanda, aprender sobre su música tradicional y compartir una canción junto a sus músicos e instrumentos. La música irlandesa es muy particular, pero me atrae mucho esa posibilidad de encuentro y fusión.
Además, me interesa profundizar en la música coral, cantar en grupo con seis, diez o veinte voces. Es un terreno que todavía no he explorado, pero que me resulta fascinante y al que seguramente me acercaré en el futuro.