
Javiera Mena lanzó su disco más vulnerable y poderoso, Inmersión. Este trabajo de 10 canciones marca el inicio de una nueva era. En este se incluyen sus más recientes lanzamientos «Volver a llorar», «Entropía» y «Mar de Coral», junto a Santiago Motorizado.
Referente de toda una generación pop, Javiera se sumerge en un universo más íntimo, maduro y real. Aquí revela la faceta más introspectiva de su arte, explorando un universo fresco y novedoso, mezclando lo orgánico con lo sintético. De este modo, refleja una clara evolución en su estilo musical, pero sin abandonar su impronta poética y la esencia que la ha definido desde sus inicios.
En este sentido, la chilena pasó por las oficinas de Billboard Argentina para hablar de su disco, profundizando sobre sus sentimientos, sus inspiraciones y el proceso creativo detrás de esta nueva pieza musical.
El título Inmersión sugiere una exploración profunda y sensorial. ¿Cómo surgió la idea de utilizar el agua como metáfora central del álbum?
La inmersión tiene que ver con el agua, con las emociones. El agua como símbolo ancestral. Incluso en la astrología son como las emociones intensas que te llevan, que te arrastran. Y este disco es como mucho más introspectivo, más vulnerable y muy íntimo. Son canciones de amor y el amor y el romance también es inmersión, es como dejarte llevar un poco. Y me gustó esa analogía de hablar de sumergirse en las canciones y en situaciones difíciles y purgarlas.
¿Te sentiste un poco vulnerable al hablar de esto en tus canciones siendo que son tus emociones y vivencias puestas en canciones?
Se me había hecho difícil en los discos anteriores. Creo que al comienzo era mucho más abierta y me fui como cerrando un poquitito y poniéndome más discotequera. Que también está bueno, hablar un poco más en general, más colectivo, y no tanto de mi experiencia directa. Pero en este disco vuelvo a hacer ese tipo de canciones mostrando más debilidades, miedos o situaciones que no funcionan y diciéndolo abiertamente, con un lenguaje muy claro.

¿Cuál es la canción que más te costó escribir?
La segunda canción del disco, que le di un lugar muy protagónico que se llama “Na Na Na”, es como una declaración de “aquí estoy”, como cuando la gente está entregada a un amor, tipo: “Listo, aquí estoy”. La hicimos con Luichi (integrante de la banda española Cupido), con quien hice casi todas las canciones. Y hablábamos de eso, de esta entrega absoluta o esta vulnerabilidad que te puede producir el enamoramiento extremo. Porque las canciones vienen de ahí, en general, de ahí nacieron. Esta cosa, como una devoción a algo divino.
El álbum es como un camino que inicia con la inmersión y termina con esta idea de salir del agua con una nueva visión. ¿Sentís que te ayudó a hacer catarsis con cosas que te estaban sucediendo en tu vida en ese momento?
Sí. Fue dándose paralelamente. Eso es lo lindo que me pasa con los discos: son un reflejo un poco de mi vida. Las cosas son como son. Más allá de que tengo una obra, me pasó que se coordinó mucho el disco con lo que me estaba pasando, en el sentido de que fue una inmersión de la que pude salir también. A eso apuntaba el disco también, a esta cosa de meterte adentro, aprender algo que te transforma para siempre y poder salir de esa inmersión. De hecho, el video de “Mar de Coral” con Santi [Motorizado] es eso. Es como ir sacándose las cosas hasta que puedes respirar.
Hablando de “Mar de Coral”, ¿cómo se dio esta colaboración con Santi Motorizado?
Era una canción que ya la tenía terminada y daba mucho para un diálogo, porque habla del amor a distancia. Me puse a pensar a quién podía escoger o a quién le podía pedir que sea esa otra voz en esta canción en la que tenemos este diálogo como: “Tú estás allá, yo estoy aquí”, polo sur/polo norte. Y al momento de pensar en una voz, quería que fuera la de un varón para hacer esa mezcla de voces diferentes. De una pensé en Santi porque, primero, me gusta cómo canta, transmite y pronuncia. Pero también me gusta lo que representa él artísticamente. Como toda su carrera, su recorrido, que es más o menos parecido al mío. Habitamos los mismos lugares en los comienzos, después él se fue para el lado más de guitarra sónica y yo para el electro. Pero fue una colaboración muy genuina a la cual él accedió de una porque me dijo que ama mi música. Así que fue llena de sorpresas.
En otra ocasión, mencionaste que te nutrís de conocer y conectar con personas diversas. ¿Hay alguna persona que haya influido en esta nueva pieza?
Sí, mucha gente. De hecho, “Volver a llorar”, me la inspiró un amigo que no podía llorar, tenía bloqueado el llanto. Después, bueno, todas las cosas que nos pasaban con Luichi, por ejemplo, con “Absurda”, que habla de los celos. A él le pasaba con su novia que tenía celos de él, a mi me pasó de ver una publicación y ponerme celosa. Esta cosa de los celos, viene también de conversarlo con otras personas. Para mí, eso es lo colectivo y rico del pop. Me inspiraron varias situaciones que viví yo, pero también la conexión que sentí con los demás al sentir lo mismo y eso es una buena canción para mí, que todos se identifiquen.
En Inmersión haces una fusión entre lo orgánico y lo sintético. ¿Cómo surgió la idea y cómo lograste esto?
Se fue dando. Primero, la idea con Luichi o con los compositores, yo quería que las canciones al momento de tenerlas listas, antes de producirlas, ya se sintieran como una obra terminada. Y eso tiene que ver con que sea una buena canción. Entonces, al momento en el que hacíamos los demos, supuestamente, al final fueron muy decisivos porque era como que al mismo momento de componerlas, había una cierta producción. Y eso tiene que ver con que ya la guitarra se ocupa de cierta manera, ya hay como un sabor de lo que se viene. Entonces ese sabor no tuvo tanto que ver con vestirlas de música electrónica como lo que venía haciendo, sino que salirse un poquito de la discoteca y hacer canciones que sean un poquito más desnudas, que hablan desde la guitarra y se dio muy natural. Se dio así y yo también quería descansar un poquito el oído del beat.
Hace poco estuviste tocando en el Metro de Los Leones en Chile y se sumó una gran cantidad de gente a verte. ¿Qué te genera todo eso?
¡Mucha emoción! Estaba a punto de llorar. Yo no me escuchaba tan bien, pero porque escuchaba mucho a la gente cantar. También, ver tanta gente muy joven, de veintipocos, incluso de veintimenos, yendo a escuchar mi música. Se identifican mucho con mi primer disco, Esquemas Juveniles, que le cae como anillo al dedo a la gente de 16/17 años, lo que llevó a un revival de este disco y responde a eso. Fue muy bonito, porque en el metro creo que se unió mucha gente que recién me conoce, público nuevo que me aprecia un montón y yo lo aprecié muchísimo. Estuve a punto de ponerme a llorar.
¿Qué canciones de este nuevo álbum crees que van a lograr eso mismo en el público?
Ya voy como tanteando por lo que me dice la gente. Así que “Pez en el Agua”, les está gustando mucho. Esta habla de sentirse como pez en el agua, o sea, bien. Después “Absurda”, que habla como uno está llorando de celos y, de repente, tu gato está al lado mirándote como “pobre de tí”, con esa cara de los gatos como de humillación, básicamente. Humillación de tu gato hacia tus emociones más profundas. Y también la primera, “Palacio de Hielo”, que es sobre una relación que no puede funcionar. Espero que todos puedan escuchar este disco en sus casas. Dura 30 minutitos, así que son 30 minutos de Inmersión.