
La mañana aún bostezaba cuando cruzaron la puerta de la redacción de Billboard AR. Ingresan como quien entra a la casa de un amigo: con confianza, hambre y un café pendiente. Eran las once en punto, y todavía ninguno había probado bocado. Se sentaron alrededor de la mesa, improvisando un campamento entre tazas y galletitas partidas, “como en el colegio”. La conversación gira en torno a Valentino Merlo: les cae bien, dicen, porque 1) tiene talento, y 2) lleva un apellido de localidad del oeste, lo cual solo puede significar que “es buen tipo”. El proyecto – mitad mito urbano, mitad hazaña de supervivencia emocional – lleva el nombre de Fonso (Lucas Difonzo), pero hace tiempo dejó de ser una travesía solitaria. Hoy lo acompañan Martín Luchina, Pedro “Piter” Mazda y Octavio Majul. También forman parte Sebastián Puntillo y Elena Radiciotti, aunque esta vez, como en todo relato que se precie de real, algunos protagonistas llegan tarde o simplemente no llegan.
La génesis de Fonso y Las Paritarias fue una conspiración a pequeña escala. “Empezamos en pandemia, en la clandestinidad”, recuerda Piter, el cronista de la banda. “Nos citábamos a tomar café, a tirar ideas. Fingíamos que había una sesión en una terraza. No existía nada, pero necesitábamos la excusa para empezar algo nuevo”, comparte. El nombre, cual mito fundacional, tiene su propia versión oficial y su efecto Mandela: aparentemente fue Elena quien lo propuso. Aunque alguna vez barajaron llamarse "Fonso y la Ruta del Dinero K", fue Las Paritarias, esa imagen “de algo que siempre va para arriba”, como los sueños y el precio del pan, la que terminó por bautizarlos.
"No entré a la banda por la música", reconoce Octavio, a medio camino entre la joda y la confesión, y suma: "Me gustaba ir a escabiar a la sala de ensayo. Cada vez queríamos pasar más tiempo juntos, y así llegamos acá". "Venimos de ‘It’s a long way to the top if you wanna rock and roll’, y es una verdad", cita a AC/DC sin dejar lugar a dudas. No hay pose en sus palabras. "Hace tres o cuatro años que venimos rompiéndonos el culo", admite. Es cierto, el camino fue largo, pero la entrega de la banda parece inmensa. Esa dedicación fue la semilla que dio vida a su segundo disco homónimo (palabra “de moda” que detestan), que será presentado el 1° de mayo, en el Día del Trabajador, en Niceto Club, un punto de encuentro obligado para los que buscan escuchar algo distinto.
Las canciones se mueven en esa cuerda floja entre la protesta y el desengaño. "No necesito esa remera de H&M", canta Fonso al abrir. Pero esa chispa de rebeldía pronto muta en algo más angustiante: una desconfianza hacia la política y los sistemas establecidos. El humor actúa como escape y catarsis, en una línea que recuerda a Charly García, Fito Páez y Mercedes Sosa, influencias que se escuchan en todos los rincones de la propuesta. Es un abrazo a la herencia musical, pero también una trampa. En ese gesto conviven el respeto y la sospecha sobre el futuro. El álbum no da respuestas cerradas, pero se anima a formular las preguntas que muchos prefieren evitar.
¿Queda espacio para la sorpresa en un disco de rock barrial? En un tiempo donde parece que todo ya fue dicho y hecho, encontrar algo que sacuda de verdad es difícil. Sin embargo, Fonso y Las Paritarias entienden de eso: de esa urgencia que transmiten ciertas obras. Más que inventar algo nuevo, el desafío pasa por tocar una fibra adormecida, por devolverle sentido a una tradición que, aunque golpeada y revisitada mil veces, todavía puede conmover.
Hay una fuerte construcción nacional detrás de su proyecto. ¿Qué es para ustedes la identidad argentina?
Lucas: Tomarse un mate con tus amigos a la mañana es algo muy nuestro. Nosotros siempre arrancamos así cuando nos juntamos a trabajar, por ejemplo. Y creo que también somos muy argentinos porque, más allá de la música, lo más importante para nosotros es la familia y los amigos. Eso es lo que prima, y después vienen las canciones. Si falta eso, las canciones serían malísimas, les faltaría todo ese condimento argentino que tanto nos representa.
Octavio: Quiero agregar algo en esa línea. Recién veníamos por la autopista y había un cartel que decía “Es por AI” en alusión a la inteligencia artificial. Creo que cualquier inteligencia artificial, de acá a poco, si no lo hace ya, va a poder componer canciones increíbles. Y eso significa para nosotros un problema: ¿hacemos esto solo para crear canciones increíbles o hay un trasfondo humano que vale la pena?
Como ese meme que dice: "La inteligencia artificial puede hacer Clics modernos, ¿pero puede irse a Nueva York como lo hizo Charly?". Quizás pueda componer la canción, pero no puede vivir la experiencia que hay detrás.
Martín: Lo que quiere decir es que estamos buscando trabajo. (Ríe) Con toda esta explosión de la tecnología, puede ser que nos quedemos afuera del negocio.
Piter: Nosotros nos reconocemos claramente como argentinos. Eso es casi evidente. Hay una simbología que venimos arrastrando, especialmente relacionada con el Día del Trabajador, pero también hay que entender que, en las bases de la identidad argentina, está muy presente el sentimiento nacionalista que exportamos de Europa. Las personas que vinieron de afuera y fundaron esta nación también jugaron un papel importante.
Nosotros no somos como Atahualpa Yupanqui, que tiene una relación directa con el altiplano o con el interior del país. Somos personas que nos manejamos con códigos urbanos, y que también estudiamos música dentro de la cultura occidental en general. En definitiva, somos argentinos, pero no somos una banda de folclore que intenta aferrarse a las raíces tradicionales de esas regiones.
Martín: Lo que está en debate es qué representa verdaderamente nuestra identidad nacional. La cuestión está en la filosofía detrás de la identidad, en pensar y debatir sobre lo que somos.
Lo que creo es que somos una mezcla. No nacimos en Jujuy ni tenemos una relación directa con el folclore de ese lugar, pero sí somos gente que escucha tango, folclore y rock nacional. Hay una mezcla de influencias, no solo de música, sino también de formas de ver la vida.
¿Creen que el disco, con su mezcla de protesta y humor, refleja una forma de lidiar con la realidad actual, o es una manera de contraponer esas tensiones a través de la música?
Martín: Yo creo que lo que queremos decir no es solo joda, pero sí necesitamos abordarlo con algo de humor, un toque de sarcasmo, porque si no lo hacemos de esa manera, realmente nos aplasta. Lo decimos con alegría, pero eso no significa que lo tomemos a la ligera. Es solo una forma de canalizar todo lo que estamos viviendo.
Piter: Me hace recordar a cuando Turf cantaba "Cuando escuchés esta canción, te va a alegrar el corazón", en plena crisis del 2001. Ellos eran conscientes de que había que ponerle algo de alegría a la situación, aunque todo alrededor estuviera mal. Nosotros estamos un poco en el mismo lugar. El disco intenta capturar esa dualidad: la protesta, pero también la necesidad de encontrar un respiro en medio de todo.
Es como lo que Platón decía sobre la esperanza: "Entre los escombros puede salir una flor". De la piedra puede nacer una florcita, algo que nos dé esperanza. (Todos ríen)
Lucas: La esperanza no es ninguna joda. No hay que subestimar la alegría, porque es lo que más nos hace falta en estos tiempos. Lo que queremos transmitir es que lo hacemos con buena onda, pero no de forma irónica. La alegría tiene un valor, y más en momentos difíciles.
¿Sienten que el arte sigue siendo un espacio para la libre expresión?
Lucas: ¿Cómo se consume la música? La gente no puede pagar recitales, todos son festivales, y la música solo sale a través de unos pocos medios. Es un monopolio gigante, y nosotros, que hacemos el arte que alimenta esos medios, creemos en la pluralidad.
Lo que quiero decir es que la gente debería poder elegir, escuchar y ver cosas de diferentes calibres, para que todos puedan consumir música, no necesariamente a través de una aplicación o asistiendo a tal festival. Creo que ahí está el verdadero peligro, por así decirlo, sobre la libertad de expresión en la música.
Octavio: Yo creo que la idea de que el arte es necesariamente libre o que arte y libertad van de la mano no es tan simple. Hay que saber manejar los tonos, todas esas cosas, que en general no las sé, pero ellos las saben, y veo que se atan a eso. No es un terreno de pura libertad.
Sería muy lindo pensar que Milei y el arte son cosas opuestas. Tini, Emilia y todas esas artistas son una expresión de la época mileista. No quiero decir con esto que ellas sean mileistas. Y les va re bien y son un producto de Argentina de exportación. Y es arte.
Piter: También está la presión de las redes y la propia sociedad, que te puede condenar por algo que dijiste o dejaste de decir. Pero hasta ahora no hemos tenido ningún tipo de miedo al respecto. Seguimos adelante, y no sé qué pasará en el futuro, si nos sentiremos limitados. Creo que no, que vamos a seguir siendo lo que somos. Siempre buscamos la mirada interna a la hora de componer. Y me parece que ahí está la libertad, la independencia de acción.
¿Les da miedo la fama en la era digital, sabiendo que lo viral puede ser tan efímero como llega?
Lucas: No, todo lo contrario. No nos asusta la fama. Si sos una persona con los pies sobre la tierra, con las cosas claras, podés manejarla bien. Es cierto que todo sucede muy rápido, pero nosotros estamos apostando por algo más trascendental que solo el éxito inmediato. Estamos tratando de hacer cosas constantes a lo largo del tiempo, para evitar esa sensación de ser ultra famosos hoy y desaparecer mañana. Nosotros seguimos tocando, más allá de las modas y las estrellas. Apostamos por la constancia y la trascendencia.
Piter: Creo que es importante entender dos nociones de éxito: uno es el éxito en el ámbito privado, y otro en el público. En nuestra esfera privada, todos hemos alcanzado cierto éxito. Con nuestras familias, con nuestros amigos, eso está cumplido. Luego, si el reconocimiento público llega o no, eso es algo que aún estamos construyendo. Quizá nunca llegue, pero eso no importa. Lo importante es que ya tenemos esa esfera privada cubierta, y eso es lo más valioso.
Martin: Es importante valorar en la vida las cuestiones más esenciales: la amistad, el amor, el tiempo. En eso reside la verdadera libertad. Después, todos quisiéramos tener más guita y estabilidad. Pero sobre todo, no hacer 80.000 laburos para sostener un proyecto o el alquiler, por ejemplo.
Por lo menos en mi caso, no quisiera ser súper famoso y no poder salir a la calle o ver a mis amigos libremente. No me gustaría vivir esa vida de ser conocido y perder la privacidad, como no poder estar en el anonimato en una fiesta.
Así que, gente, abandono la música.
Se levanta y se dirige hacia la despensa en busca de más galletitas surtidas. “Ya era hora, che. Ahora la plata se reparte entre menos”, dice Lucas, mirando al resto.
Escuchar Fonso y las Paritarias, es también escuchar a Charly, Fito, Spinetta… hasta Mercedes Sosa. ¿Hay alguna referencia o inspiración detrás de su música que la gente tal vez no haya notado?
Octavio: Por ejemplo, el primer single del disco, "Gris Analgésico", proviene de un libro de Elena, de Martín Gambarotta, un poeta argentino que definió los años ’90. Es una referencia bastante oculta, no tan evidente como la de Charly.
Martín: Hay que decir que estamos bastante esponjas en el último tiempo. Y muchas frases vienen de situaciones que nos tocan o vemos en un personaje de redes, y se cuelan. Eso se mezcla con todas las influencias notorias que tenemos. Yo, por ejemplo, soy fanático del cine, y hay gente muy leída en la banda. Todo eso hace una mezcla rica, componemos escuchando a Charly, leyendo a Borges o a Rimbaud, mientras comemos guiso.
Piter: Quiero agregar algo importante: este disco fue preproducido en un campo al que nos abrieron las puertas gentilmente. Estuvimos ahí una semana como banda, en comunidad. Mientras cocinábamos, tomábamos mate y compartíamos todo lo que teníamos dentro, Fonso iba anotando todo en su agenda.
Pero hay una parte fundamental de ese proceso que quiero resaltar: los sueños. Por lo menos, yo soñé mucho esa semana que estuvimos reunidos, y esas imágenes se colaron en algunos de los conciertos. Hay muchas conexiones con la literatura y el cine, como por ejemplo con “Pepe Disquete", una figura mitológica subterránea en el disco. Es el continuador del espía infiltrado en la industria musical del Día del Trabajador.
Quiero cerrar con lo que mencionó Martín sobre la esponja: para poder absorber cosas, una esponja también tiene que saber escurrirse. Eso fue lo que hicimos esa semana, volcar todo lo que teníamos en la esponja, escurrirlo, y de esa decantación surgieron los 14 temas del disco.
¿Cómo se sienten respecto a los discos físicos en la era digital?
Martin: Escuchar un disco no es solo ponerle play en cualquier plataforma, lo cual es muy fácil y directo, sino que también es un momento para deleitarse con la tapa, leer las letras pequeñas, buscar detalles como quién lo grabó, cómo se grabó, o incluso descubrir si hay algún mensaje oculto.
Lucas: Es lo opuesto a la cultura on-demand. Con el disco, lo elegís, lo pensás, lo ponés y lo escuchás completo. Ahí termina toda la experiencia musical. En cambio, con el celular, abrís la aplicación, ponés música y empieza a sonar un tema, luego otro, todo relacionado, pero nada que ver con lo que originalmente elegiste.
Martin: Es una pérdida de libertad también. El algoritmo te bombardea y ya no tienes tiempo para pensar en lo que realmente quieres escuchar. Tal vez incluso te terminas convenciendo de que algo está bueno, pero la magia de elegir y buscar lo que realmente quieres se pierde.
Piter: Yo apoyo YouTube a full. Es la plataforma ideal para ver la tapa y escuchar el álbum completo. Durante la pandemia, pasé grandes momentos en YouTube, disfrutando discos enteros. No hay nada como la experiencia de tener el disco físico, pero YouTube ha sido una herramienta valiosa.
¿Algo así como un "neo-menemista" de la música?
Piter: Bueno, algo así. Pero no había YouTube en los 90. Esa era la época analógica, la más linda, no tan neoliberal.
¿Qué sigue para una banda que ya lanzó dos discos?
Octavio: El 1 de mayo, el Día del Trabajador, presentamos el disco homónimo en Niceto.
El año pasado, cuando presentamos Día del Trabajador en Niceto, fue tan increíble la experiencia que este año dijimos: “Che, ¿y si el 1 de mayo es nuestro?” “¿Y si de acá a 30 años seguimos manteniendo esta tradición?” Ahí ya se empieza a formar una mística que tiene que ver con la trascendencia que te pone frente a algo que da calambre.
Y bueno, el 1 de mayo hay gente que puede ser parte de los orígenes, porque el año 2 todavía se siente como un momento fundacional.
Piter: Lo bueno es que va a estar lleno de invitados, como el año pasado, además de otros músicos que no forman parte de la banda pero que van a estar acompañándonos. No vamos a ser solo la banda clásica, con dos guitarras, bajo y batería. Vamos a tener vientos y otros instrumentos, lo que va a darle un toque especial al show.
Lucas: Es un buen momento para juntarse. A nosotros nos gusta todo lo que tenga que ver con la gente: el encuentro, contar historias, hablar mal de algunos, hablar bien de otros, abrazarnos y desahogarnos. Todo eso bajo el mismo techo durante toda la noche. Además, esta vez vamos a tocar por mucho más tiempo, porque tenemos más canciones. De hecho, tenemos más del doble.
Martín: Es mucho mejor que apostar online.
Octavio: Lo mejor queda para el final: vamos a lanzar nuestro primer contenido audiovisual. Se podría decir que, después de este disco, viene una especie de película que pronto podrá verse. Abrazando la ficción, proponemos una nueva apuesta audiovisual que no se trata solo de tocar y jugar a ser músicos, sino también de encarnar personajes, quizás nuestros doppelgängers o alter egos.