Se termina el año y nadie quiere quedarse afuera del último abrazo antes del 31. Dum Chica levanta la mano y propone el suyo el 19 de diciembre en el Teatro Vorterix, en formato fiesta de cierre y acto de apertura a la vez. Es la despedida formal de un 2025 intenso, trabajado hasta el hueso, y el primer adelanto público de la era que viene. "Es el broche de una etapa infernal, del segundo disco y de todo lo que fue este recorrido", asegura Lucila Storino, en diálogo con Billboard Argentina, también en nombre de Juana Inés Gallardo.
Los últimos doce meses giraron alrededor de Súper Premium Ultra, el álbum que las puso en el centro de la conversación rockera local. El trabajo recibió nominaciones en los Premios Gardel, incluyendo Mejor Álbum de Rock Pesado y Mejor Diseño de Portada, dos categorías que resumen bastante bien su propuesta. Sin embargo, la movida grande arrancó un poco antes, en Obras como teloneras de The Cult. "Vinieron mis padres a ver a su banda y, antes de verlos a ellos, me vieron a mí arriba del escenario", recuerda Storino.
Todo parecía alinearse hasta marzo, cuando el grupo llevó su lógica frontal al escenario del Lollapalooza Argentina. Durante el show, proyectaron "imágenes violentas" de la figura del presidente Javier Milei. Su accionar detonó lo esperable en tiempos de hipersensibilidad digital: indignación en redes, acusaciones de apología, pedidos de sanción y un silencio institucional que dijo más de lo que explicó. Lejos de desmarcarse, el dúo asumió la autoría del mensaje y siguió adelante, sin convertir la polémica en parte de su obra.
Con el ruido ya decantado, Dum Chica vuelve a poner el foco donde siempre le importó, el escenario. El 2026 asoma con fechas confirmadas (Cosquín Rock incluido) y con "Dirty Donna" como primer adelanto del nuevo material que proyectan para mediados del año próximo. De cara a lo que viene, no prometen demasiado, prefieren sostener esa serie de convicciones que repiten con orgullo… "Que una banda sin bajo puede sonar enorme. Que una banda de rock puede construir un show performático. Que ir a ver una banda puede ser una fiesta, que se puede bailar música más oscura. Y también dejar claro que somos dos minas muy grosas arriba del escenario. Somos chicas, somos cachorras, y está bien defender eso", enumera Lucila.


Fin de año invita al recap… fue un período muy intenso en vivo, con festivales y escenarios grandes. ¿Cómo lo atravesaron?
Fue una locura. Empezamos a decidir dónde tocar. El año pasado tocamos muchísimo, sin parar, y estuvo buenísimo. Pero este año dijimos: seleccionemos un poco más, para poder dar una calidad de show que lo merezca. Para nosotras eso es fundamental.
Fue un año de menos cantidad y más calidad. Igual volvimos a lugares donde ya habíamos tocado, como Rosario, Córdoba, el conurbano, La Plata, y también hicimos varios festivales, lo cual estuvo muy bueno. Abrimos el sábado en Obras y todavía no terminamos de hacer la recapitulación del año. Hasta que no se cierra la última fecha, seguimos en esa especie de droga workaholic.
Arrancaron el 2025 en un escenario como Lollapalooza, con una intervención que generó conversación pública. A varios meses de distancia, ¿se arrepienten? ¿Qué buscaban poner en juego con esa proyección?
Para nada. No nos arrepentimos en absoluto. Jamás hicimos eso pensando en que se vuelva viral, ni se nos cruzó por la cabeza que iba a pasar lo que pasó. En el momento, cuando lo vi en pantalla, me impactó y pensé que podía ser algo fuerte, pero fue ahí.
A nosotras nos resultó muy natural posicionarnos desde lo que opinamos y hacerlo desde un universo que manejamos, que es lo vampírico, lo sanguíneo, lo diabólico. Es algo muy nuestro. Más que una declaración solemne, parecía una picardía. Nos parecía muchísimo peor no decir nada que decir algo.
Es algo que está pasando entre muchas bandas: cada cual dice lo que quiere decir a su manera. Después eso se convierte en prensa, mala prensa, lo que quieran. Nosotras hacemos música y eso es lo importante, pero también creemos en la libertad de poder dar una opinión. No hay ninguna ecuación malévola de "hagamos esto para volvernos virales". Jamás.
Las visuales existen desde ese lugar. Las probamos, nos parecieron geniales y listo. Siempre hicimos cosas así: tocar con remeras que dicen algo, decir cosas dentro de lo que podemos decir. La división que aparece después es algo que sucede con las bandas. Si no decimos lo que pensamos, lo que piensa nuestro público, es como fingir demencia. A veces está buenísimo fingir demencia desde el arte, porque si no, no se puede. Pero posicionarse también es importante y hacerse cargo. Así que no, no nos arrepentimos.
¿Qué les pasó puertas adentro con la ola de reacciones en redes?
Ahora nos reímos. Hubo gente que se esmeró muchísimo en hacer memes increíbles. Al principio fue fuerte, porque el boxeo en redes es muy grande. Te asustás… está tu trabajo, tu familia, fue algo profundo, aunque no lo parezca.
Lo primero que hicimos fue tratar de quedarnos tranquilas de mente y entender que la historia había que pasarla. El resabio lindo fue que se nos acercó muchísima gente, muy amorosa, y muchos artistas que nos dijeron "tranquilas, estamos con ustedes". Eso es con lo que me quedo.
Después, todos tenemos visiones del mundo distintas. A mí no me genera culpa ni me vuelve insegura. No voy a salir a pedir perdón porque no hicimos daño a nadie. Es una parodia y, si alguien se sintió tocado, bueno, bienvenido sea.
¿Sintieron presiones externas o la tormenta estuvo más en lo digital que en lo concreto?
Creo que fue más digital. Ahora parece que fue una noche dura y ya pasó. Hoy esas cosas duran un día: después aparece otra polémica, otra viralización, y listo. Hay gente que se va a acordar siempre de nosotras y otra que no, y también mucha gente que nos conoció por eso. Para nosotras, eso ya fue.
Elegimos no seguir alimentando esa bola porque no era el objetivo volvernos virales. Si lo hubiese sido, habríamos aprovechado esa oportunidad: nos llamaron de todos lados para hablar y decidimos no hacerlo porque no nos parecía lo importante. Eso no puede ser la columna vertebral de una banda, ni de casualidad. Entonces esperamos, nos calmamos y seguimos.
Además, venían de vivir un momento bisagra, con el show en Obras junto a The Cult.
Fueron dos oportunidades, un sábado y un domingo en Obras, y fue realmente muy fuerte. Mis padres vinieron a ver a su banda y, antes de verlos a ellos, me vieron a mí arriba del escenario. Eso fue muy emocionante.
Más allá de todo, lo más copado es ese mimo que se da entre músicos cuando compartís escenario con alguien a quien admirás. Ese gesto, ese valor simbólico, es lo que se guarda. Eso es lo que queda.
¿Qué representa "Dirty Donna" dentro del inicio de esta nueva etapa?
Para nosotras, es un sencillo que abre la puerta a lo que puede llegar a ser el tercer disco. Teníamos ganas de sacar algo fresco, algo más bailable y distinto a lo que fue el segundo álbum, y fuimos por ahí. Es un tema que salió muy naturalmente en la sala, buscando referencias de los 80, algo que no tenía nada que ver con lo anterior.
Salió y fue como decir: "che, grabemos". Lo hicimos con Carola, que es nuestra nueva baterista, y quedamos muy contentas con el resultado. Sigue siendo una canción de Dum Chica, pero a la vez tiene algo más armado.
¿Sienten que esta nueva era implica una transformación en la identidad de la banda?
Sí, estamos construyendo las canciones con más capas. Pensamos en sumar elementos electrónicos, quizás sintetizadores. Estamos muy enganchadas con seguir agregándole capas a una banda que, en esencia, tiene solo dos instrumentos. Entonces hay que buscar la forma de ampliar el sonido sin dejar de ser nosotras, que tenga distintas facetas.
En nuestro caso, más allá de que Juana después llena con pedales y yo también, siguen siendo dos instrumentos, así que hay que empezar a jugar. Estamos muy intrigadas con incorporar algo más electrónico. Nos gustaría mucho ir por ahí.
Después del impacto de su último trabajo SÚPER PREMIUM ULTRA, ¿la expectativa jugó algún rol a la hora de encarar el material?
Sí. Hay muchas expectativas, sobre todo porque el tercer disco es un momento clave. El primero aparece, el segundo acentúa el sonido y la huella, y el tercero suele ser el que tiene que ser superador. Eso genera ansiedad, pero más que expectantes estamos curiosas, con ganas de ver qué pasa.
Estamos escuchando la misma música, y eso está bueno porque nos pone en sintonía. Al mismo tiempo, ponerle demasiada expectativa puede generar presión y sacarte el foco a la hora de componer y disfrutar. Necesitamos ese momento de conexión con la música. Si no, se vuelve empresa, y ahí la creatividad no fluye.
Con el show de Vorterix como broche, ¿este material ya empieza a aparecer en vivo?
Sí, cerramos en Vorterix con un show intensísimo. Estamos ensayando como nunca, hay invitados muy locos y muchos instrumentos nuevos. Va a ser un gran show, siento que es uno de los puntos más altos de nuestra pequeña carrera hasta ahora. Se está poniendo realmente contundente.