El amor siempre funcionó como un género en sí mismo. Sandro dramatizaba la posesión, Dyango se hundía en la nostalgia, Jose Luis Perales hacía hincapié en el desengaño. En Amorío, en cambio, este sentimiento se vuelve un espacio más incierto. Daniela Spalla y Esteman decidieron tomarse el drama en serio, o al menos, jugar a hacerlo. Juntos recuperan la teatralidad de los dúos clásicos -Juan Gabriel con Rocío Dúrcal, Birkin con Gainsbourg, Torroja con Bosé- pero con la libertad de dos artistas que no necesitan representar roles fijos.
Se conocen hace años, compartieron varios shows y una complicidad que el público percibió desde el primer cruce. Vienen de escenas y tonos muy distintos, pero algo en su química siempre los hizo coincidir, y su primer disco colaborativo es el punto de encuentro. "Desde que empezamos a trabajar juntos entendimos que era una unión de dos mundos y de identidades. De ahí surgió algo nuevo, algo que ninguno habría hecho solo", dice Esteman en conversación con Billboard Argentina.
El proyecto actualiza la idea del relato romántico. Habla del deseo, la amistad y los afectos que no necesitan etiquetas. Usa la telenovela como excusa para repensar los vínculos desde una mirada más contemporánea, con espacio para las historias LGBTQ+ y las emociones reales. Todo eso se traduce también en la estética de los videoclips, que más que acompañar, amplifican el mensaje y lo llevan al exceso. El rojo manda, el minimalismo coquetea con lo kitsch y cada objeto, un teléfono, una cortina, un perfume, parece tener algo que contar. "Tomamos inspiración de Pedro Almodóvar en lo visual, el melodrama cinematográfico", complementa Daniela.
¿Qué los hizo elegirse mutuamente para compartir este disco?
Daniela: Siempre tuvimos química. Somos amigos hace más de diez años, y todo se fue dando por etapas. Primero colaboramos en "Te alejas más de mí", una canción que nos dio muchísimo y que salió en un disco de Esteman en 2020, justo en plena pandemia. En ese momento dijimos: "Estaría buenísimo hacer una gira juntos", porque cuando los lugares empezaban a reabrir nadie sabía bien cómo volver a ese ritmo. Al final no se dio, pero quedó la semilla. Después hicimos "Besos y pendientes" para un disco mío, y ahí empezamos a darle más forma a la idea de girar juntos. En medio de ese proceso surgió la posibilidad de hacer un disco colaborativo, y eso terminó de darle sentido a todo
Esteman: También fue muy importante el público. A la gente le encanta vernos juntos. Pasó con Te alejas más de mí, y eso nos llevó a compartir muchos escenarios, a invitarnos mutuamente. En mi show del Auditorio Nacional de México, por ejemplo, cantamos dos canciones juntos, y el público percibía esa conexión. Compartimos referentes musicales, nos gustan la puesta en escena, el baile, la teatralidad, y aunque cada uno tiene su identidad, hay un punto donde nos encontramos. Además, hay amistad, una disquera en común… todo se fue alineando de manera natural.
El proyecto juega entre el homenaje y la ironía. ¿Cómo encuentran el equilibrio entre lo sincero y lo performático, que también forma parte de su identidad?
Esteman: En el proceso de escribir, muchas veces las canciones no nacen de algo que estemos viviendo en ese momento, sino de emociones o historias con las que nos sentimos identificados. A los dos nos gusta evitar lo literal, llevamos los sentimientos al terreno del melodrama. Son cosas que realmente sentimos, pero nos divierte exagerarlas un poco. "No sabes amar", por ejemplo, arranca con una melancolía medio nostálgica y termina arriba, con ese humor ácido de decirle a alguien todo lo que le falta. Eso nos representa mucho.
Daniela: En el proceso creativo esa frontera entre lo real y lo ficticio se vuelve difusa. Uno escribe desde una emoción, pero a veces piensa: "Si lo exagero un poco, va a resonar más". Al final, la creación es eso, un espacio donde están todos los colores disponibles. Por eso las canciones mezclan momentos de juego o teatralidad con otros más sinceros, donde realmente hubo dolor.
Esteman: Nos interesa mirar hacia atrás, pero con una perspectiva nueva. Al mismo tiempo, jugamos con temas muy actuales. "Cita compartida" o "El acuerdo", por ejemplo, parten de experiencias contemporáneas. La segunda es una canción muy ligada a lo LGBT+, sobre cómo se viven las relaciones entre personas del mismo sexo y todo lo que implica ese proceso de deconstrucción. Dentro del universo romántico y melodramático del disco, hay una búsqueda por incorporar esas miradas actuales.
¿Por qué quisieron recuperar una narrativa romántica en una época en la que los vínculos parecen tan fugaces?
Esteman: Creo que los dos tenemos una fascinación muy marcada por el pasado. Nos atrae esa mezcla de música y teatralidad que tenían artistas como Pimpinela -con quienes, de hecho, coincidimos hace poco en el Auditorio Nacional-, Juan Gabriel, Rocío Dúrcal o ese universo más sofisticado de Miguel Bosé y Ana Torroja. Hay algo en esa manera de interpretar, de dramatizar el amor, que nos sigue resultando magnético. Los dos crecimos influenciados por los sonidos de los sesenta y setenta, y cuando nos sentamos a escribir pensamos: "Hagamos algo con esa esencia, pero desde esta mirada dual, desde un dúo actual". Esa idea fue la que marcó gran parte del proceso creativo.

Mecionan referentes románticos de los setenta y ochenta, los cuales solían responder a una visión muy heterosexual del amor. ¿Sienten que este proyecto busca romper con esa mirada?
Esteman: Sí, totalmente. Y creo que lo hacemos de forma muy consciente. Jugamos con esa idea de los dúos clásicos -un hombre y una mujer-, pero desde otro lugar. En "El acuerdo", por ejemplo, hay una historia "ella y yo", aunque en realidad cada uno representa algo mucho más amplio. Lo que somos como artistas ya expresa una visión diversa del amor, más allá de la identidad o la orientación. Eso también se refleja en nuestro público. Es diverso, libre, y encuentra en las canciones un espacio seguro. En el último show lo vimos clarísimo: la gente se dedicaba los temas entre chicos, chicas o simplemente a quien quisieran, sin etiquetas. Y eso nos emociona mucho. Aunque en escena jugamos con ciertos roles tradicionales, lo hacemos sin dejar de ser nosotros mismos. Es una manera de resignificar ese imaginario romántico, pero desde la libertad.
El disco dialoga con lo clásico, incluso con ritmos como el merengue o la cumbia. ¿Sienten que eso los pone un poco a contramano de lo que suena hoy en la industria?
Esteman: Posiblemente. Dentro del pop actual no hay tantos proyectos que se animen a explorar ese universo más clásico que nosotros quisimos recuperar. Aunque hay merengue y cumbia, el disco se la juega, sobre todo en un momento en que la tendencia va más hacia lo electrónico o las producciones "modernas". Pero lo nuestro también es actual, solo que desde otro lugar: tomamos lo clásico y lo traemos al presente.
¿De algún modo este disco los reconcilió con su manera de entender el amor?
Daniela: Creo que sí, pero también siento que vengo reconciliándome con el amor en todos mis discos. En cada uno intento entender cómo funciona, desde lugares distintos.
Esteman: Coincido. Uno siempre está evolucionando y transformando su idea del amor. En mi caso, hace años que estoy en una relación estable con mi esposo, pero eso no significa que no haya variables o aprendizajes constantes. El amor siempre muta, y escribir sobre eso es una forma de revisitarlo. Además, en el escenario encontramos cosas que no siempre podemos decir en la vida cotidiana. Dani, por ejemplo, suele decir que es más racional en su vida amorosa que en el escenario. Y a mí me pasa algo parecido, a través de las canciones nos permitimos ser más emocionales, más viscerales.