
En pleno año consagratorio, Cruzando el Charco se prepara para despedir Esencia a lo grande: el viernes 5 de diciembre en el Movistar Arena, tras haber recorrido más de 12 países y más de 80 shows con una gira que marcó un antes y un después en su historia.
Mientras tanto, la banda platense sorprende con un lanzamiento especial: "Reversiones Acústicas", un registro íntimo en YouTube que reinventa tres de sus canciones más queridas con invitados de lujo como Juan Subirá (Bersuit), Maximiliano Timczyszyn (Guasones) y un ensamble de cuerdas liderado por Javier Casalla.
En diálogo con Billboard Argentina, Francisco Lago y Nahuel Piscitelli hablan sobre el presente del grupo, la conexión con referentes del rock nacional, el crecimiento de su público y la adrenalina de un vivo que los llevó desde los fogones hasta los grandes estadios.

– ¿Cómo están con este presente?
Acá andamos, visitando amigos en Buenos Aires, haciendo un poco de prensa y preparando todo lo que viene. Tenemos varios shows en puerta y, además, acabamos de lanzar unas reversiones acústicas en YouTube.
– En esas reversiones aparece Juan Subirá, un histórico del rock. ¿Cómo nació esa relación?
Con Juan tenemos contacto hace años. Fue uno de los primeros invitados en nuestro segundo disco. Yo le escribí un mail hace más de diez años para invitarlo a participar, pero recién respondió años después. Al final terminó sumándose en otro disco y desde entonces se generó una amistad muy linda.
Él y Pepe Céspedes, ambos de Bersuit, son los productores de la mayoría de nuestros discos. Eso nos unió muchísimo: giras en México, shows compartidos en Baradero, grabaciones. Para esta reversión de "Mi partida" queríamos un formato más arrabalero e íntimo, y sabíamos que el acordeón de Juan le podía dar un toque especial. Y así fue: mágico.
– Bersuit parece estar muy presente en sus raíces.
Sin dudas. Bersuit fue el primer show que yo elegí para ir a ver en Atenas, en La Plata. Me acuerdo de haberme metido en el pogo y sentir esa energía impresionante. Desde ese día hasta hoy, compartir escenarios, giras y grabaciones con ellos es un flash.
El otro día, por ejemplo, estábamos grabando en el estudio de La Plata y se pasó Facu Soto (cantante de Guasones) a saludar. Fue increíble. Me regaló un par de zapatillas, que sabe que me encantan, y nos tiró muy buena onda. Lo mismo con Maxi, otro amigo que participa en las reversiones tocando pedal steel, un instrumento muy particular, que aportó una onda medio country a las canciones.

– ¿Son conscientes del lugar que ocuparon en estos años?
Sí, viene de a poco pero bien. Sentimos que hoy el desafío es defender el lugar en el que estamos. Al principio todo era trepar y llegar a distintos escenarios. Ahora la responsabilidad crece: pasás de tocar para 200 a 500, 1000, 5000 o más, y todo se multiplica.
El equipo también se agranda: luces, pantallas, monitores, filmmakers, CM, fotógrafos. Hoy somos 25 personas viajando. Eso nos acerca a bandas como Guasones o No Te Va Gustar, que además de colegas son amigos que nos aconsejan.
Al final, lo esencial sigue siendo lo mismo: entrar a la sala y hacer canciones buenas, populares, que cualquiera pueda tocar en un fogón. Eso nos conecta con públicos muy diversos, desde chicos de 5 años hasta personas de 70. Y es hermoso ver cómo una canción tuya puede estar en todos esos mundos a la vez.
– ¿Qué lugar ocupa el vivo para ustedes?
Es la parte que más disfruto. El estudio me encanta, pero el vivo tiene una adrenalina única. Es como un partido de fútbol: transpirás la camiseta, el público canta más fuerte que vos, la banda se mira y sabe que está pasando algo especial.
En los shows pasan cosas mágicas: desde gente que se compromete en medio de un recital hasta momentos en los que simplemente dejás de cantar porque el público se adueña del tema. Esa vibra es irreemplazable.
– En un momento sorprendieron con una versión de Floricienta. ¿Cómo surgió?
Fue una locura que arrancó en Olga, por una invitación de Nati Jota al Cris Morena Day. Yo conocía el tema y me gustaba, pero propuse algunos cambios para llevarlo a mi estilo. La banda aceptó y lo hicimos en el Gran Rex.
Después Migue Granados me dijo: "No sabés cómo explotó en Twitter, tienen que grabarla". Y lo hicimos. Terminó siendo un momento muy divertido porque generó nostalgia en gente de 30 y pico que lo veía de chicos, y a la vez lo conocieron nuevas generaciones. Igual, no somos una banda de hacer covers. Cada tanto metemos alguno de Bersuit, La Vela Puerca, Calamaro, Charly o Callejeros, pero no es nuestra característica.
– También llevás en la piel la firma del Diego. ¿Qué significa para vos?
El Diego fue un jugador que me marcó. Cada vez que pude lo vi, y lo que no, lo busqué en YouTube. Soy hincha de Gimnasia y cuando fue técnico del Lobo iba siempre a la cancha. Vivía cerca y era imposible no ir. Me gusta el fútbol en general, más allá de mi club. Tengo amigos de todos los equipos y disfruto de ir a cualquier cancha. Me hubiera encantado conocerlo personalmente, pero no se dio. Esa firma tatuada es un homenaje y un recordatorio de lo que significó.