De forma categórica, sin dudar, Hernán Cattaneo define en la casa de Billboard AR, en Buenos Aires, que el mejor año de su carrera fue 2018. Casi irónico si se piensa que en 2004 el DJ de 54 años ocupó el Nº6 del Top 100 de DJ Magazine, el reconocido medio británico de música electrónica. Es más, durante toda la primera década del nuevo milenio también fue el mejor DJ de hispanoamérica.
Pero Cattaneo tiene razón. Su pico de popularidad llegó con los cuatro shows agotados en el Teatro Colón durante el verano de 2018, al punto tal que se habló de una “Cattaneomanía”. Todo confluyó en lo que fue su show sold out en el Campo Argentino de Polo para más de 12 mil personas, en el que se inspira su próximo álbum, Sunset Trip. Y si todavía faltaba algo, a fin de junio se presentará en Glastonbury (el monstruoso festival británico) junto a su colega y amigo Nick Warren en un B2B.
La explicación del crecimiento de su carrera se la podría explicar en términos futboleros. El deporte más popular del mundo es -debajo de la música- su segunda pasión. En 1998, Cattaneo era un reconocido DJ de la escena electrónica argentina, un género que históricamente vivió en el underground. En una suerte de fichaje de caza talento, y tras hacer el warm up de su show en una visita al país, el DJ Paul Oakenfold decidió invitarlo a ser parte de su gira. “Fue el punto de quiebre de mi carrera. De un día para el otro me fui de gira por Estados Unidos y Europa. Con el tiempo me hice muy amigo y empecé a trabajar con las mismas agencias que él”. De pinchar en la discoteca de la costanera porteña, Pachá, Cattaneo pasó a girar en el bus de Lenny Kravitz -vecino de Oakenfold en Los Ángeles-, hanguear con Moby en camarines e instalarse en Inglaterra. “Algo impensado para la época, yo no era algo especial”, dice humildemente. Pero el DJ ya estaba jugando en la “Liga de campeones” de la electrónica mundial.
“El alcohol y las drogas son cosas que los chicos buscan porque todavía no tienen algo que los motive, a veces, puede ser una forma de tapar un vacío.”
Hernán Cattaneo.
Casi se inhibe cuando se lo compara con embajadores argentinos como Lionel Messi o Emanuel Ginóbili. Salvando las distancias de popularidad, y hasta económicas, su figura, al igual que estos dos deportistas de élite, representa la de personas abocadas a su pasión; que a pesar del dinero y la fama siempre mantuvieron un eje de disciplina y valores. El ámbito de la electrónica tiene indirectamente una relación con la noche, las fiestas y los excesos. Pero los vicios no hicieron mella en su determinación. “Quizá para los 18 o 20 años, que eran los momentos donde podía tener tentaciones, ya estaba muy entusiasmado y enloquecido con la música, trabajaba full time de DJ. No tuve tiempo ni para mirar para ese lado”, explica. “El alcohol y las drogas son cosas que los chicos buscan porque todavía no tienen algo que los motive, a veces, puede ser una forma de tapar un vacío. Yo ya estaba totalmente lleno con lo que hacía. Además, en esa época lo que hacía no tenía mucho éxito y me entusiasmaba la idea de hacerlo crecer”, continúa.
Durante 30 años, la vorágine del circuito electrónico lo tuvo entre festivales y aeropuertos. Pero en su cabeza, siempre idealizó con una escena techno y house argentina que juegue mano a mano con la europea. “Nunca tuve ídolos hasta que ví durante seis años al Barcelona de Pep Guardiola. Viví en la ciudad cuando el equipo ganó trece de los quince campeonatos, fue una revolución futbolística”, cuenta con los ojos encendidos, y entre líneas, se ve su afán por llevar la excelencia que representa Guardiola a una escena tan golpeada y llena de prejuicios como lo es la electrónica argentina.
En parte, a eso debe su regreso al país, que significó el primer triunfo de esta cruzada que encarna -junto a su socio Cruz Pereyra Lucena– con cuatro sold outs en el mítico Teatro Colón. “Cuando Cruz me comentó de la posibilidad de tocar en el Colón casi vuelvo nadando al país. Era la oportunidad perfecta para mostrar la mejor cara de la electrónica”, explica. El diseño del show fue también todo un desafío técnico. Pinchar en un recinto como el Colón, donde el set debe ser combinado con una orquesta sinfónica, requirió un trabajo que hasta tuvo que vencer prejuicios en su preparación. “Para mucha gente meter la música electrónica en un lugar así era una herejía. Además, más allá de lo musical, después de la tragedia de Time Warp directamente fue mala palabra, sinónimo de todo lo que está mal”, contextualiza.
“A los 30 estaba en el top 10 del mundo, sin embargo, el 2018 -a mis 53- fue el mejor año de mi carrera. No tiene mucho sentido.”
Hernán Cattaneo.
Sin embargo, fue una oportunidad que el DJ no dejó pasar. “Nosotros sabíamos que podíamos llegar hasta 85 decibeles para aprovechar la gran acústica del teatro y que si ponía el típico kick de la música electrónica nos comía la mitad. El truco fue sacarle presión sonora al kick, para que la orquesta suene adelante y nos concentramos en lo mántrico”. Sin dudas, la puesta fue todo éxito. No solo por los cuatro sold outs (fue él único artista del ciclo Únicos en lograr hacerlo), sino también porque se mostró otra cara de la electrónica, una con lo musical por sobre todo el resto. “Cuando Richard Coleman empezó a cantar acapella ‘Enjoy the Silence’ de Depeche Mode se creó un ambiente único. Cada uno de esos pequeños momentos fueron triunfos ante la gente que dice ‘la música electrónica es ruido’. La Directora del Colón no estaba tan segura de esto y después del primer show no lo podía creer”.
El segundo triunfo de Cattaneo y compañía llegó con la presentación del Sunset Trip, un show de ocho horas que comienza al atardecer. Antes de presentarlo en el Campo Argentino de Polo para más 12 mil personas, tuvo su debut algo más pequeño en José Ignacio, Uruguay. “Hicimos una fiesta de electrónica como si fuera el Cirque Du Soleil, donde todo es espectacular. Es la única forma de barrer con todos esos prejuicios que tienen sobre el género. Y las vamos a seguir haciendo así”. El show ofreció agua gratis todo el tiempo y espacio de sobra para la gente. Al punto que decidieron vender 2.500 tickets menos para que el público esté más cómodo, una decisión que muestra una clara bajada de línea conceptual tanto a nivel artístico como de producción.
“Hicimos una fiesta de electrónica como si fuera el Cirque Du Soleil, donde todo es espectacular.”
Hernán Cattaneo.
En el Sunset Trip se pudo apreciar más que nunca el secreto del arte de Cattaneo, aunque para él tan solo sea sentido común. “Si te invito a comer a mi casa no te voy a dar helado de entrada”, dice. Mezclar música de forma progresiva lleva más trabajo que eso, hay que entender como dos canciones pueden entrar dentro de una sin alterar el groove y maximizar sus melodías. Básicamente, el DJ conoce a la perfección todas las canciones que selecciona dentro de su set. “Yo tomo mis sets como si fueran una película larga, donde la intensidad aumenta gradualmente”.
Cada performance de Cattaneo es única, es decir, no hay dos show iguales y para eso mantiene intacto el entrenamiento de buscar nuevas canciones todo el tiempo. “Todos los días dejo a mis hijas en el colegio a las 8 y ya estoy sentado en mi escritorio con más 500 tracks nuevos para escuchar, y de esos selecciono solo cinco quizás”, cuenta.
“El mejor momento para escuchar música es en los aviones. En un vuelo de 12 horas no hay interrupciones de ningún tipo, no hay WhatsApp, no hay mail, no hay nada. Ahí, generalmente, defino los sets”. Hay una sola condición para que una canción forme parte de su show: que le guste a él. “Cuando mezclo en vivo estoy haciendo una propuesta, no importa si es en Los Ángeles o Tokio, suena lo que yo quiero. Si no sería una rockola donde la gente me dice quiero esto o lo otro”.
Tenés 54 años, te podrías haber aburguesado. ¿Por qué tenés necesidad de seguir siendo DJ cuando podrías ser un ejecutivo?
– Yo creo que primero me encanta lo que hago, tengo mucha pasión por esto. Es el principal motor que me trajo hasta acá. Los domingos de chico yo me ponía a escuchar los rankings, buscaba las Billboard de Estados Unidos y miraba los charts, buscaba discos por todos lados, me gastaba toda la plata en música. Esa pasión es la que me trajo hasta acá. Todos los DJs que llegan a cierto nivel es porque han tenido una pasión enorme. Cuando nosotros arrancamos no era como ahora que hay más herramientas. Si vos te ibas a dedicar a DJ ibas a tener una vida bastante hippie, feliz por tu amor a la música pero no ibas a ganar un mango. No era el glamour que mucha gente se imagina con los DJs de hoy en día, y que hoy tampoco lo es tan así. Pero ahora hay una escena y hay DJs que son estrellas.
Cattaneo comenzó a pasar música de adolescente en plena explosión de la escena disco a comienzos de los ochenta. “Los DJs ni siquiera estaban en los flyers de la fiesta”, contextualiza. El house en Argentina era todavía era un anhelo y recién a comienzos de los noventas se creó un pequeño circuito. “En vez de ir a jugar al fútbol me pasaba el día en la discoteca Cinema practicando enganches para el sábado tener un mejor set. Algo así como el futbolista que se queda entrenando tiros libres después de entrenar”.
“A los 30 estaba en el top 10 del mundo, sin embargo, el 2018 -a mis 53- fue el mejor año de mi carrera. No tiene mucho sentido.”
Hernán Cattaneo.
Mentor de la disciplina y de la competencia con uno mismo. El DJ entiende que son pocos los tocados por la varita que llegan sin una constante insistencia. “Soy un obsesionado. Lo único que quería era mejorar. Competía contra mí. Lo único que quiere un DJ es convencer a la gente que se divierta con la música que te gusta a vos”, explica.
Con el avance de la tecnología el oficio de DJs sufrió más cambios que casi ningún otro en la música. Con la sincronización digital para enganchar canciones (sync), la práctica manual quedó obsoleta. Aún así, Cattaneo todavía lo hace con sus dedos y se reconoce old school. Pero no es una cuestión purista o snob lo que lo lleva a hacerlo sino el riesgo de sentir que se puede equivocar. “Me genera adrenalina”, admite.
Estás trabajando en nuevo álbum, ¿con qué nos vamos a encontrar?
-Aprovechando que el disco va a ser escuchado en distintos lugares, es decir, no solo de noche, me gusta ampliar el panorama. La primera parte es más lenta, más suave, va a ir a 110 bpm y la segunda va a ir a 122 que es la velocidad clásica de club. Se llama Sunset Trip porque está inspirado en los shows que hicimos en el Campo de Polo Argentino y Punta del Este, que son fiestas que arrancan de día y terminan de noche. Al principio es más melódico y cinemático, con algunos vocales y muchos efectos. Después es más parecido a escucharme a mí en una discoteca un sábado a la noche en cualquier parte del mundo.
Algunos creímos que quizás tomarías un camino como el que en tomaron, por ejemplo, Calvin Harris o Steve Aoki. Fusionarte en el elemento cancionero pop actual y darle tu propia impronta desde la electrónica…
-Si bien tengo una buena cantidad de seguidores en todo el mundo, a nivel mainstream sigue siendo un nicho, y yo me siento muy cómodo ahí. No quiere decir que nunca haga un remix de pop, lo podría hacer pero en este momento como DJ me siento bien con esto. Quizá el día de mañana como productor me llamen para hacer un remix y lo haga. En todo caso, estoy más cerca de hacer versiones de temas clásicos que me gustan, como hago en mis sets, donde cada tanto aparecen Pink Floyd, Cerati o Depeche Mode. Probablemente termine haciendo más remixes porque hay un momento en el que voy a dejar de viajar tanto, hoy tomo una cantidad inexplicable de aviones al año. Ponele que dentro de unos años mi hija mayor me pida que le haga un remix a tal o cual artista pop que le gusta, y quizá lo haga pero creo que tiene que ver más con la coyuntura. No quiero tener que ir explicando porque hice las cosas. En su momento me ofrecieron hacer un remix de artistas latinos famosos y justo las canciones que me ofrecieron no eran las que yo hubiese querido hacer. Puede suceder pero no me da ansiedad. Hay artistas nacionales que si me atraen más remixar, desde Virus a Los Fabulosos Cadillacs pero se tiene que dar orgánicamente.
Tu carrera se desarrolló en una industria muy diferente a la actual, ¿que rescatás del pasado y que destacás del presente?
Afortunadamente, la escena electrónica desde hace mucho tiempo es totalmente global y democrática, y eso es gracias a las nuevas tecnologías. Yo todo el tiempo recibo música de productores de todo el mundo. Tampoco sé si es justo comparar. Hoy estamos en una época de transición a algo nuevo. La gran ventaja que veo de antes es que un sello discográfico grande invertía en bandas sin desarrollo si veía talento. Las ponía en un estudio de grabación con Trevor Horn para ver qué salía. Hoy solo van a llevar a un artista con un productor mega top si ya tuvo al menos dos o tres hits. Cuando ves cómo hicieron todos los primeros discos de Pink Floyd entendés que había un interés por desarrollarlos, les cerraban Abbey Road por todas las horas que hacían falta. Hoy en día es imposible eso.
No hay dudas que en los últimos años la música electrónica tomó un nivel de preponderancia mucho mayor, al punto que varios DJs son headliners de festivales mega populares, ¿a qué se lo atribuís?
-Hoy en día hay mucha más música global o popular. La música electrónica de antes estaba más dividida. Hace un tiempo muchos de los DJs más populares están trabajando con bandas y artistas como Coldplay, Pharrell Williams o Bruno Mars. Y es porque la música electrónica le dió un valor agregado al pop que antes no estaba. Creo que el EDM fue en parte responsable de esto, agarró al pop y lo hizo electrónico, fue un bombazo. El impacto que tuvieron a nivel global fue tremendo y ayudó a que la gente se anime a escuchar a los que veníamos haciendo techno, progressive y house. A los 30 estaba en el top 10 del mundo, sin embargo, el 2018 -a mis 53- fue el mejor año de mi carrera. No tiene mucho sentido. ¿Fue mérito solo mío? No, entra a la ecuación que estos DJs hayan multiplicado por 100 a la escena electrónica. Si hubiera sido por mí o los DJs que a mi me gustan eso nunca hubiera sucedido.