Antes de ponerse a cantar, hacen ruidos de pájaros. “Chajá, chajá”. Entonan y empieza una con el ukelele, la otra con el piano, la tercera con su beatbox, aparecen las voces en el horizonte de la canción.
Las armonías de las voces de Verónica Gerez y Paloma Iturri es una sociedad aguda y afinada. Ambas experimentan con su voz para llegar a rangos amplios de teatralidad. Verónica es actriz y, además, cantante de Pequeña Orquesta de Trovadores. Paloma es pianista e integra el Grupo Big Jack. Sofía Roma también es actriz y en ese recorrido artístico empezó a experimentar con la música, su voz, hasta que llegó al beatbox. Integra otros proyectos como Hija de Tigre y Ultrazoppi. Sofía fue la última en unirse y con ella grabaron el sencillo “La primavera”. Antes, Verónica y Paloma habían lanzado el EP Cuerpo espacial.
Bestia es tan indescriptible que su fusión de materiales, a priori imposibles de unir, obliga a trazar unas líneas de referencia: Perotá Chingó, Miau Trío, Las Taradas y Fémina. Y por afuera de esas líneas están los materiales que las hacen únicas: el beatbox, la poesía, la actuación.
“Somos un trío femenino fusionando en complemento, es un proyecto de canciones mutantes, donde más allá del género hay curiosidad y juego sin limitaciones”, dicen de sí mismas. En el escenario, el carisma y su belleza provocan un baile, una risa, un canto y un recuerdo.
Después de abrirle a El Kuelgue en el Konex, las chicas de Bestia hicieron un íntimo circular en el teatro Margarita Xirgu, en San Telmo. Ahora están grabando su primer disco, que saldrá muy pronto, pero antes de eso se irán por segunda vez de gira al verano europeo.
Las voces de estas mujeres y lo imprevisto en cada canción hacen de su música una cosa viva, siempre plausible de ser modificada, adaptada y reversionada. Como si todos esos ingredientes que ellas le meten a Bestia lograran hacer muchos platos que se pueden probar en los grabados, en los vivos, en los videos.