Una mañana fría de junio, en el lobby de un hotel boutique palermitano, los cinco Babasónicos originales –Adrián Dárgelos, Mariano Roger, Diego Tuñón, Diego Rodríguez y Panza Castellano (Carca y Tuta Torres acreditan como “músicos”)– desayunan para amortiguar lo que a continuación se transformará en una larga jornada dedicada a conversar con la prensa. “Solo nosotros podemos hacer algo como eso”, responde Dárgelos, entre bostezo y bostezo, cuando se le pregunta el propósito de editar un disco en vivo a partir de un disco en vivo. “No, en realidad es el resto del repertorio de una gira basada en un show de televisión”, justifica el cantante. A su lado, Roger completa: “En la tradición nuestra, vendría a ser el lado B de Impuesto de fe. Está en la línea temporal de Carolo, Mucho +, Inflame…”.
También se lo puede entender como la prueba tangible de que hay más de 20 cuadras de diferencia entre el Colón y Cemento, ¿no?
Adrián Dárgelos: [Sonríe] Bueno, sí, la locación…
Mariano Roger: Lo dice el Google Maps [risas].
AD: En Cemento no hicimos discos porque sonaba mal.
MR: Pero hubiera estado bueno grabar ahí, eh. El hecho del Colón funciona mejor desde el video que del audio, para mí. Por ahí, alguien me puede decir “Che, suena rebién por la acústica del Colón”. Yo no me doy cuenta.
AD: A mí me gustan las mezclas, para ser un disco en vivo, me gusta mucho cómo suena. Y su valor radica en el contenido de las versiones, que no existen en otro lado. Desde Posesión del tercer tipo, que es muy difícil de encontrar en vivo, hacía mucho que no la tocábamos…
¿Qué tan casual fue la inclusión de ese tema en el show, conociendo la polémica previa con Darío Lopérfido, director del teatro en ese momento? (N. del R.: la canción incluye la frase “Salvajes de traje me quieren educar”).
AD: Lo veníamos preparando desde antes, en realidad. Y justo coincidió con eso. Pero no fue una respuesta a nadie, no necesitamos responder nada.
MR: Se leyó como una respuesta a algo, pero era un tema que nos estaba dando vueltas. Cuando llegamos al Colón, nos pareció que le teníamos que aumentar la lista porque el evento lo ameritaba. También incluimos Gratis y El loco.
Entonces, ¿cómo fue salir al escenario del Colón? Adrián, vos entraste por la puerta del teatro…
AD: Entré al escenario porque venía caminando desde Cemento, llegué medio sobre la hora [risas].
MR: Fue inesperado para nosotros, ninguno se imaginó jamás tocar ahí ni teníamos esa ambición. Somos una banda de rock que siempre tocó en lugares como Cemento y que está más cerca de los lugares como Cemento que del Colón. El rock siempre está destinado a lugares un poco más marginales…
También tocaron en muchos de los teatros importantes de Buenos Aires: Broadway, Gran Rex, Ópera, Maipo.
AD: En los 90 no había lugares y utilizamos estos venues para oficializar la salida de un disco.
MR: Siempre les escapamos a los teatros porque nos resultan incómodos: nuestro show ortodoxo apela a una situación más física en donde la butaca es un obstáculo. Y a nuestro público, la solemnidad de los teatros lo amedrenta un poco, lo incomoda. Pero como este show apela a una instancia más contemplativa, no hay incomodidad. La gente se queda sentada y a veces se pone a bailar.
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Casi dos meses después del show en el Colón, salió publicado Volumen 1, un EP de BBS, el álter ego tecno que Babasónicos usa para presentarse en contadas ocasiones (el festival Sónar de 2015, por ejemplo). El álbum también expone su sentido del humor, y se terminó de grabar en medio de la gira de teatros: “Esto siempre convivió con lo que somos como banda de rock, pero ahora elegimos mostrarlo. Es el resultado de haber tenido que plantear durante tantos meses un acústico. Nos dieron ganas de jugar un rato: teníamos los sintetizadores armados en el estudio y le dimos. Es una música sin guitarras, planteada desde la frecuencia”, explica Diego Tuñón, quien dice que este “proyecto paralelo” lo acercó mucho más al baterista, Panza Castellano: “Él es diseñador industrial. Y si bien toda la música tiene su arquitectura, la tecno la tiene más que nada, porque la podés plantear con una arquitectura directa y escucharla”. Panza agrega: “Aprendimos un montón en el proceso… bah, por lo menos yo tenía una preconcepción de cómo se iba a hacer y terminamos haciendo otra cosa. Y fue milagrosamente terminado en medio de una gira larga, dedicándole no poco tiempo, con muchas sesiones”.
¿Qué vínculo tienen con la música electrónica más allá de la que generan ustedes?
Diego Tuñón: No tenemos casi ningún contacto. No la compro, pero me encanta como fenómeno. Tiene otra sensibilidad que a mí me gusta que exista, aunque yo no la consuma.
Panza Castellano: La electrónica no me gusta casi nada. Siento que para ir a bailar, dependo de la pasti que me tome. Y nosotros buscamos volver a la raíz de lo bailable, pero no ser retro.
Diego Rodríguez: Es una forma de llamar a la danza, de algo más primitivo que racional. Creo que conduce a las personas en un mundo tan comunicado, tecnificado. La gente está solo para “tum tum tum”…, pero es algo que todos tienen dentro del cerebro y que todavía no se lo tocaron.
Con más de 25 años en la ruta, Babasónicos es de las pocas bandas del rock local que se mantiene inalterable en su núcleo duro. Cuesta encontrar casos similares; ellos se lo adjudican a su manera de relacionarse, en la que no exponen tanto ego. “La corporación nos contrata para otra cosa: somos empleados de Babasónicos, le debemos el cien por ciento de nuestra atención y nuestro humor”, dice Diego Rodríguez. Para Tuñón, siguen siendo “gente del Conurbano con hambre, lo que en definitiva produce la necesidad de gustar y hacerte comprar una entrada. Queremos convertirnos en tu necesidad, queremos estar en la discusión de lo que sucede”.
Adrián, recién hablabas de que esto abrió una ventana que está a punto de cerrarse. ¿Ya empezaron a ver para qué lado van?
AD: No, pero tenemos planes, charlas, estamos viendo de qué forma hacer un disco nuevo para salir de todo este proceso con algo que nos emocione. Siempre es difícil, cada vez más, el desafío es mayor. Por lo menos contamos con la voluntad de hacerlo… tenemos las varas altas todavía. No poseemos un horizonte estético al que nos gustaría llegar, no sabemos cuál es. Es el próximo y luego vendrá un próximo.