En medio de todas las acusaciones de acoso sexual de todas las actrices (Gwyneth Paltrow, Ashley Judd, Angelina Jolie, Cara Delevingne, Emily Nestor, Mira Sorvino, Rose McGowan, Asia Argento, Zelda Perkins, y muchas más) que tuvieron el valor de desenmascarar al productor de Hollywood Harvey Weinstein, otros artistas se sumaron al movimiento #MeToo, que consiste en develar la magnitud del problema del acoso sexual en la industria y en la sociedad.
Así, Björk acusó a un “director danés” [que se asume que es Lars von Trier] de acoso sexual, y ahora fue el turno de Alice Glass, que desde 2003 hasta 2014 fue la mitad del dúo electrónico Crystal Castles (proyecto que compartía con Ethan Kath). Fue reemplazada por Edith Frances, cuando Glass decidió marcharse. La cantante denunció directamente a su excompañero de banda, relatando situaciones de abuso físico, psicológico y sexual. Entre otras atrocidades, Alice cuenta que Ethan se aprovechó de ella por primera vez a los 15 años, que amenazó con tirarla por las escaleras, que la encerró en habitaciones, que rompió las puertas de vidrio de la ducha, que le sacaba fotos a sus moretones y las publicaba on-line, que muchas veces tuvieron sexo no consensuado, que la denigraba y le decía que era reemplazable y que la echaría de la banda, que su feminismo la haría blanco de violadores, que él era él único que la podía proteger, que todos la veían patética, y le controlaba su vida. Todo esto, hizo que Alice tarde años en recuperarse. Asegura que el proceso de recuperación todavía continúa y que fue suicida durante años.
En agosto de 2017, un año más tarde de que Crystal Castles lanzara su cuarto álbum titulado Amnesty I, Glass publicó su álbum debut: un EP de seis canciones en las que se incluye el single Without Love, que trata sobre el abuso sexual y emocional.
«Algunos de ustedes sabrán que anteriormente conté mis experiencias con el abuso. Sin embargo, me guardé cierta información: nunca di nombres, porque tenía miedo. Fui amenzada y acosada, y como resultado, fui silenciada.
El impulso que han creado recientemente las muchas mujeres valientes que se han abierto sobre sus propias historias me ha inspirado a ser, finalmente, más directa, a cualquier costo. Esto es para mi propia recuperación, para las otras mujeres que han estado, están o pueden estar en una situación similar con el hombre que abusó de mí durante años, y para aquellas en relaciones abusivas que buscan pararse y hablar.
Conocí a “Ethan Kath” (Claudio Palmieri) cuando estaba en el cuarto año del colegio. La primera vez que se aprovechó de mí fue cuando yo tenía más o menos 15 años. Él tenía 10 años más que yo. Me subí a la parte trasera de su auto extremadamente intoxicada (de las bebidas alcohólicas que él me dio esa noche). No hablamos durante meses después de eso. Hizo todo lo posible para encontrarme de nuevo, acechándome y conduciendo frente a mi colegio, buscándome.
Me rastreaba y aparecía en lugares donde yo estaba. Eventualmente, nos reconectamos. Yo era muy chica e inocente, y estaba en una situación complicada en mi vida. Yo lo percibía como una estrella de rock local, porque había visto a su banda, Kill Cheerleader, en la TV. Muchos hombres mayores también se aprovecharon de muchas de mis amigas de la escena punk, así que para mí, la situación era normal.
Claudio era muy manipulador. Detectaba mis inseguridades y las explotaba: usaba esas cosas en mi contra. Durante muchos meses, me dio drogas y alcohol, y tenía sexo conmigo en un cuarto abandonado de un departamento que él tenía. No siempre fue sexo consensuado, y él siempre estaba sobrio cuando nos juntábamos.
Cuando tenía 16 o 17 años, me dio un CD de canciones y me pidió que escribiera y cantara sobre ellas. Llevé las canciones a casa y escribí letras y melodías, y grabamos las pistas que me gustaron. Pero incluso con la música, creó un ambiente tóxico que a menudo sentía que tenía que aceptar. Mientras grabábamos nuestro primer EP, el ingeniero de grabación me acosaba sexualmente mientras estábamos en el estudio. Claudio se rió de mí y me presionó para que lo aceptara. Llamó a nuestro primer single “Alice Practice” [La práctica de Alice] y dijo que mi voz fue para una prueba de micrófono. Le dijo a la prensa que fue una ‘grabación accidental’, una intención de reducir mi participación en aquella creación. Era otra forma de bajarme y de atacar mis inseguridades.
Poco después, fuimos invitados a girar por el Reino Unido. Me sentí abrumada por lo rápido que iba todo, y Claudio me convenció de abandonar la escuela secundaria a poco tiempo de mi graduación. A medida que comenzamos a llamar la atención, comenzó a atacar de forma abusiva y sistemática mis inseguridades, y controlar mi comportamiento: mis hábitos alimenticios, con quién podía hablar, dónde podía ir, qué podía decir en público, qué podía vestir. Me impidió hacer entrevistas o sesiones de fotos a menos que él tuviera el control de la situación. Nuestra fama creció junto a Crystal Castles, pero él nunca sintió que recibiera el reconocimiento que creía merecer.
Se volvió físicamente abusivo. Me amenazó con tirarme de una escalera. Me levantó sobre sus hombros y me tiró sobre el cemento. Tomó fotos de mis moretones y los publicó on-line. Traté de irme, y él juró que nunca volvería a suceder, que nunca volvería a abusar físicamente de mí. El abuso psicológico y emocional era muy severo.
Claudio controlaba todo lo que hacía. No me permitía tener mi propio teléfono o mi propia tarjeta de crédito, decidía quiénes serían mis amigos, leía mis correos electrónicos privados, restringía mi acceso a las redes sociales, regularizó todo lo que comía. Me regañaba y me gritaba, diciéndome que yo era una broma, que todas las personas que venían a nuestros shows solo estaban interesadas en sus temas instrumentales y que yo estaba arruinando a la banda. Rompió las puertas de vidrio de la ducha para asustarme, me encerró en las habitaciones. Me dijo que mi feminismo me convertía en blanco de los violadores y que solo él podía protegerme. Me obligó a tener relaciones sexuales con él o, de lo contrario, ya no me permitiría estar en la banda.
Era miserable y mis letras indirectamente hablaban del dolor y la opresión que estaba soportando. Pero como a veces en las relaciones abusivas, su crueldad a menudo fue seguida de bondad. Él era muy bueno para mantener su trato terrible conmigo en privado. A veces era encantador, era hiperprotector y, sobre todo, me encantaba la banda que teníamos juntos. Pero a menudo me decía lo reemplazable que era. Incluso me dijo que estaba buscando activamente a alguien para reemplazarme. Me mantuvo insegura y nerviosa, y luego me dijo que él era el único en el mundo que creía en mí. Me dijo que era nosotros contra todos, porque todos los demás pensaban que era una perdedora, una broma, un payaso sin talento de baile. Yo le creí. Fui suicida por años.
Dejar Crystal Castles fue la decisión más difícil que he tomado, esa banda era todo para mí. Mi música, mis actuaciones y mis fanáticos eran todo lo que tenía en el mundo. Dejé eso y empecé de nuevo, no porque quisiera, sino porque tenía que hacerlo. A pesar de lo difícil que fue, sabía que irme era una de las mejores decisiones que había tomado. Me llevó años recuperarme de soportar casi una década de abuso, manipulación y control psicológico. Todavía estoy recuperándome«.
Kath envió a Pitchfork un comunicado a través de su abogado negando las acusaciones de Glass. “Estoy asombrado y dolido por las recientes declaraciones de Alice sobre mí y nuestra relación pasada. Su historia es pura ficción y estoy consultando a mis abogados para conocer mis opciones legales. Afortunadamente, hay muchos testigos que pueden confirmar -y lo harán- que yo jamás fui abusivo con Alice”.