Antes de apretar REC, el clima ya era de brindis adelantado: charla distendida, chicanas internas y esa mezcla de foco y alegría que anticipa una noche grande. "Odisea" no es solo el nombre del show en Ferro; es el modo en que Ke Personajes describe este tramo final del año, con cicatrices cerradas, aprendizajes frescos y la ambición de coronar un recorrido independiente que no dejó de crecer.
El plan para Ferro es claro: un cierre de año convertido en fiesta familiar. La banda quiere que se note el trabajo detrás de cada detalle —de la lista de temas a las invitaciones sorpresa— y que el público salga con el corazón arriba. No es casual que hablen de "unificar la familia": buscan que convivan adolescentes, padres y abuelos en una misma celebración, con cumbia, cotillón y una vibra de "todos adentro".
En paralelo, el presente creativo no se detiene. "Debió ser así" ya encontró su lugar en la calle y en los rankings, mientras el grupo sigue en modo laboratorio: instrumentos, prueba y error, y letras que se comparten más que nunca —aunque no todo— para cuidar la identidad. Entre giras, ensayos y nuevos proyectos rumbo a los 10 años en 2026, la brújula no cambia: excelencia, mensaje claro y disfrute de cada etapa, incluso la que duele porque enseña.

– ¿Cómo viven esta previa al show?
– Con una ansiedad linda y foco total. Estamos en preparación absoluta: mucho ensayo, rigor en cada detalle y, sobre todo, felicidad. Es el cierre ideal de un gran año; quedan 27 días y los aprovechamos a pleno para afinar todo.
– ¿Qué tipo de show están armando para despedir el año?
– Una fiesta grande, pensada y desarrollada para todos. Queremos un festejo con los éxitos que venimos sacando y un concepto celebratorio de principio a fin. Que se perciba diseño, cariño y trabajo en cada tramo del espectáculo.
– "Debió ser así" salió hace poco y ya entró en el ranking de los más escuchados de BB. ¿Cómo la recibió la gente?
– Muy bien. La disfrutamos al crearla y ahora la disfrutamos en vivo. Una vez afuera ya no nos pertenece: es de la gente, que decide hacerla parte de su día. Mientras tanto seguimos trabajando en lo que viene.
– Tras la colaboración con J Balvin, todo se sigue pegando. ¿Hay "fórmula"?
– No lo llamamos suerte ni fórmula mágica. Hay intención, búsqueda y disciplina para que cada lanzamiento crezca y eleve el listón. Si sucede, es por enfoque y trabajo.
– ¿Cómo es "la cocina" creativa de Ke Personajes?
– A la vieja escuela: nos juntamos en la sala, instrumentos en mano, y probamos qué entra, qué sale y qué corregir. Mucha prueba y error, sin miedo. Es música en vivo, con sangre y cuerpo; las ideas encuentran su forma entre todos.
– ¿Y las letras? ¿Se comparten o hay celos?
– Hoy se comparte más que nunca: la creatividad colectiva nos potencia. Igual, no todo se comparte; hay cosas que se resguardan para cuidar la identidad. Abrimos el juego sin perder el sello.
– En 2026 cumplen 10 años. ¿Qué se viene?
– Proyectos zarpados que van a posicionarnos y a empujar la cumbia todavía más alto. Es una década y queremos celebrarla con movimientos a la altura.
– Del arranque al éxito sostenido, ¿cómo manejan un techo cada vez más alto?
– Con trabajo y con riesgos. Cuando las canciones se pegan una tras otra, el desafío es decidir bien el próximo paso. Hay que disfrutarlo todo: lo bueno se merece y lo difícil enseña. La clave es no perder la cabeza y sostener la excelencia.

– ¿Hubo un momento bisagra?
– Más que un hito único, fueron desencadenantes. Tuvimos cambios internos: gente que se fue y gente que llegó, a la banda y a la familia de Ke Personajes. Eso te reordena; quizá no lo ves en el instante, pero el impacto aparece.
– Su público es muy familiar. ¿Fue buscado?
– Sí. Podíamos seguir en boliches, pero elegimos correr el riesgo de salir de ese circuito, alejarnos de ciertos vicios y dar un mensaje claro. Hoy nos ven tres o cuatro generaciones juntas. Ese rango familiar confirma que hicimos lo correcto y nos llena el alma.
– El show se llama "Odisea". ¿Por qué?
– Porque estamos en plena odisea. Ser independientes es una batalla: cuesta, marca y obliga a cerrar cicatrices. "Odisea" nombra honestamente el camino y este final de año: aprendizaje, heridas cerradas y la frente en alto.
– ¿Qué significó la banda en tu vida?
– Una salvación humana. Me permitió, de adulto, ser ese niño del barrio que amaba cantar. Lo rescató, lo trajo al presente y empujó su creatividad. Quizás no soñaba con "ser cantante", pero sí con cantar; hoy cuido mucho lo que hago desde ahí.
– Te elogian la voz y su potencia. ¿Sos consciente?
– Sí, pero no desde el ego. Trabajo para desarrollarla. El ego, bien entendido, es exceso de confianza; algo de confianza se necesita. Si no la tenemos, cualquier viento mediocre te saca de la excelencia, y eso no lo permitimos.
– ¿Te pesa la fama?
– A veces choca, porque en la calle soy el del barrio, una persona normal. Aprendí a buscar respiros para no ahogarme. Lo que compensa es la sensibilidad social: poder ayudar gracias a la visibilidad convierte la fama en herramienta.

– ¿Cómo encontrás ese respiro?
– Con música, soledad y silencio. Soy muy feliz en casa, sin bulla. Tengo amigos y disfruto el grupo, pero mi equilibrio está en el silencio.
– ¿Qué escuchás hoy? ¿Y qué suena en gira?
– En casa, afro, jazz, soul y también reggae; dejo que entre aleatoriamente. En las previas, el estéreo lo maneja uno de los chicos de la banda: cumbia vieja, clásicos —hasta un Perales— y mucha cumbia santafesina.
– Antes de Ferro hay otras paradas. ¿Cómo imaginan esa previa y el gran show?
– Lo más cercano es Córdoba; luego, Ferro como cierre fuerte del año. Queremos una ocasión especial, como en los Arenas: invitados, amigos que se suben a tocar y una atmósfera de fiesta compartida. Que se note el cariño por cada detalle y que todos se vayan con el corazón arriba.