Puede que nunca haya habido un presidente tan amado por artistas y empresas de medios como lo fue Barack Obama, o un candidato que fuera criticado tan vehementemente por la misma comunidad que Donald Trump. Y aun así, los ejecutivos creen que Obama fue bastante duro con la industria del entretenimiento y que Trump puede llegar a ser bueno para ella. “Obama fue malo para la música y el copyright, porque estuvo muy cercano a Google –dice una fuente de Washington D.C.–. La esperanza es que Trump sea mejor”. Algunos de los activistas de la industria del entretenimiento, que tienden a ser demócratas o republicanos moderados, tenían mucho entusiasmo por la victoria sorpresa de Trump y hablaron muy cautelosamente en los días posteriores a la elección. Pero muchos dicen que se presenta una oportunidad interesante de recuperar su influencia en el debate sobre el copyright –el problema más grande por lejos para las compañías de música– contra empresas de tecnología como Google, que es dueña de YouTube, que favorece protecciones más relajadas.
En general, la administración Obama promovió políticas que favorecieron la tecnología a expensas de los sectores de medios y entretenimiento, incluyendo el intento del Departamento de Justicia para hacer que ASCAP y BMI se metieran en el licenciamiento al 100 por ciento y en la búsqueda de la Comisión Federal de Comunicaciones de abrir el mercado para las cajas de cable. “Esperamos que la nueva administración sea más justa con los compositores y reduzca la influencia de empresas masivas de tecnología como Google”, afirma el CEO de la Asociación de Publicistas Nacionales, David Israelite.
“Esperamos que la nueva administración [de Trump] sea más justa [que la Obama] con los compositores y reduzca la influencia de empresas masivas de tecnología como Google”, dice el CEO de la Asociación de Publicistas Nacionales, David Israelite.
A esta altura, no se sabe mucho: Trump todavía no manifestó su posición sobre el copyright, ni hablar de los puntos específicos que afectan a la industria de la música. Pero hay fuertes indicaciones de que apoyaría leyes más duras de propiedad intelectual: criticó a China en un discurso en agosto por el “robo atroz de propiedad intelectual”. Muchos de los negocios de Trump involucran licencias –y el trumpeting– de su nombre, que está protegido como marca registrada para algunos usos comerciales. Y si bien no es parte de su política hacia las empresas mediáticas, el plan de impuestos de Trump irónicamente ayudaría a algunos artistas y ejecutivos de la industria que fueron muy fuertes críticos de su candidatura.
Por años, los activistas de la industria de la música dijeron que fueron poco recibidos por la administración Obama. Esto puede ser por la relación cercana del presidente con Silicon Valley: los ejecutivos de Google visitaron la Casa Blanca más veces que los de cualquier otra compañía, y varios trabajaron en el Gobierno.
El plan de impuestos de Trump irónicamente ayudaría a algunos artistas y ejecutivos de la industria que fueron muy fuertes críticos de su candidatura.
Si su campaña sirve como alguna guía, Trump está en una posición muy diferente. El presidente electo criticó a Google alegando que estaban parcializados en su contra (sin evidencia real) y dijo “Amazon se está saliendo con la suya, en términos impositivos” (si bien Trump mismo puede llegar a haber hecho lo mismo). “Trump y las empresas de tecnología no se llevan bien –dijo un activista del copyright–. Hay una apertura, pero no sabemos dónde va a terminar”. Por supuesto, las grandes empresas de tecnología van a seguir haciendo lobby también: el 14 de noviembre, el grupo empresario The Internet Association, que representa a docenas de compañías, incluyendo a Google y a Facebook, le mandaron al presidente electo una carta abierta que sostenía que Internet ha florecido en parte porque limitar la responsabilidad de las empresas de plataformas favorece el crecimiento económico y la libertad de expresión.
Asumiendo que Trump delegue muchas de las políticas a los republicanos, los ejecutivos del mundo de la música tienen razones para ser optimistas. La plataforma del partido, escrita con participación del equipo de Trump, sostiene que las patentes son derechos de propiedad y, por tanto, deben ser protegidas firmemente. Si bien los demócratas se han identificado con el negocio del entretenimiento, el copyright adquiere ahora tanto o más apoyo de los republicanos. Por ahí, lo más significativo es que el equipo de transición de Trump incluye a la representante Marsha Blackburn (republicana por Tennessee), una de las figuras más importantes de la industria en D.C.
La plataforma del partido, escrita con participación del equipo de Trump, sostiene que las patentes son derechos de propiedad y, por tanto, deben ser protegidas firmemente.
Aun así, es muy temprano como para decir qué va a pasar con algunas de las prioridades políticas de la industria musical, como la ley de “Fair Play, Fair Pay” que obligaría a las estaciones radiales en tierra a pagar por el uso de grabaciones de sonido, o el esperado plan del presidente del Comité Judicial de la Cámara, Bob Goodlatte (republicano por Virginia), para una reforma más amplia del copyright. Actualmente, la industria musical, como todo el mundo en los Estados Unidos, está esperando ver cómo será exactamente la administración Trump. Como dice un activista, “van a ser cuatro años muy interesantes”