
Mientras las cámaras oficiales captaban la alfombra roja, los flashes, los vestidos y los discursos de siempre, en otro rincón de internet ocurría algo distinto: Little Boogie y El Doctor, más conocidos como Los Más Odiados, prendieron un stream desde su propio universo paralelo. Sin estar nominados, sin invitación, sin maquillaje ni protocolo, se metieron en la conversación nacional por la puerta de atrás. O mejor dicho: por la transmisión en vivo.
Durante toda la gala de los Premios Gardel, el dúo hizo una cobertura alternativa —sin filtros, sin concesiones y sin miedo al ridículo— donde comentaron en vivo lo que iba pasando en el evento, desde los ganadores hasta los momentos más incómodos. El resultado fue contundente: el stream de Los Más Odiados alcanzó picos de 2,1 puntos de rating online, superando a la transmisión oficial emitida por TNT y HBO Max, que marcó 0,9.
No se trató de una parodia. Fue otra cosa. Una especie de grieta simbólica, un agujero en el guión de lo institucional. Los Más Odiados no querían entrar por la alfombra roja, querían romperla. Y lo lograron. En tiempos donde la relevancia no se mide por premios sino por atención, conversación y conexión directa con el público, el mensaje quedó claro: la fiesta real no estaba donde estaban las cámaras… sino donde estaba el stream.