
Por Leila Cobo
En 2005, el astro español Alejandro Sanz —el galán de voz áspera, don de poeta y un estilo flamenco que definió su sonido pop global— se asoció con otra superestrella, la colombiana Shakira, para “La tortura”, una sensual mezcla de flamenco y reggaetón.
Era una colaboración sensacional. En un momento en que existían pocas colaboraciones en el mundo latino, se juntaba el artista español más aclamado con una estrella global en el apogeo de su popularidad. Apoyada por un video que derramaba sensualidad, con Shakira bañada en aceite arrastrándose por la mesa de la cocina, la canción explotó y batió entonces un récord al pasar 25 semanas en el No. 1 de la lista Hot Latin Songs de Billboard.
Veinte años después, Shakira y Sanz volvieron a bailar juntos en medio de grandes expectativas. El 13 de mayo, la cantante colombiana invitó a su amigo español a la apertura de su gira por Estados Unidos en el Bank of America Stadium en Charlotte, Carolina del Norte, donde cantaron “La tortura”.
Fue un momento de inflexión para Sanz, quien se prepara para lanzar ¿Y Ahora Qué?, su primer disco en cuatro años, cuyo tema principal es “Bésame”, un nuevo dueto con Shakira. La canción, que recuerda al sonido flamenco/caribeño de “La tortura” pero con ritmos más electrónicos y bailables, tiene esa mezcla de sofisticación y comercialidad que ha caracterizado tantos éxitos de Sanz a lo largo de los años.
Pero ¿Y Ahora Qué? es tan existencial como comercial, un álbum que navega temas personales con humor y vueltas inesperadas.
“Siempre que vas a empezar algo nuevo, siempre que ocurre algo, siempre que tienes que enfrentarte a un cambio, siempre te preguntas, ¿ahora qué?”, dice Sanz, sentado a mi lado en un sofá un martes por la tarde mientras nos tomamos un vino tinto.
Luciendo en forma, bronceado, y aún con un encanto travieso, conversó con Billboard en el estudio 5020 de Sony en Miami a principios de mayo. Este tipo de ambiente —cálido, abierto, improvisado— ha sido el estilo de Sanz a lo largo de los años; una vez que se siente en confianza, se abre y evita las formalidades.
¿Y Ahora Qué? es su primer álbum con Sony Music Latin, y llega después de un periodo turbulento en el que cambió de disquera (dejando Universal tras una década en 2021), enfrentó una demanda de su exmánager y, más recientemente, lidió públicamente con la depresión y una ruptura sentimental.
Además de Shakira, su amiga de muchos años, Sanz también colabora aquí con Grupo Frontera — en una salsa que los aleja del sonido regional mexicano de la banda — y Manuel Turizo, quien deja de lado lo bailable por una balada más melancólica.
Para Sanz, es un salto de optimismo después de la tormenta. La portada del álbum, y el arte de su nueva gira, lo muestra en movimiento de varias formas — caminando, saltando, corriendo. Sanz es un artista prolífico en vivo cuyos shows de 2023 recaudaron 23,8 millones de dólares y vendieron 235.000 boletos en Estados Unidos solamente, según Boxscore.
En total, entre 2022 y 2024 su gira Sanz En Vivo (su tour más grande hasta la fecha) incluyó 86 conciertos en Europa, México, Suramérica y Estados Unidos, vendiendo más de 860.000 entradas y recaudando 100 millones de dólares, según su agencia. El artista ya ha anunciado la primera etapa de su nueva gira y tiene previstos 17 conciertos en México, con cuatro noches agotadas en preventa en el Auditorio Nacional, a las que se le sumaron ya dos más.
Pero la verdadera fortaleza de Sanz reside en sus canciones. Rítmicamente complejas y cautivadoras, realzadas por su distintiva voz ronca, sus composiciones han llevado a 14 entradas en la lista Top Latin Albums de Billboard, incluyendo cuatro No. 1s y 11 top 10s. En Hot Latin Songs, Sanz ha conseguido 28 entradas, incluyendo 10 top 10 y cinco No. 1s. También ha ganado cinco premios Grammy y 25 Latin Grammys, y tiene el récord de victorias — siete — en la categoría de grabación del año en los Grammys latinos.
En su España natal, Sanz sigue teniendo el álbum más vendido de todos los tiempos, según la sociedad local Promusicae: su gran éxito de 1997, Más, que ha sido certificado 22 veces platino por 2,2 millones de copias vendidas certificadas, e incluye su mayor y más duradero éxito, “Corazón Partío”.

“Para mí, Alejandro es el mejor compositor en español de todos los tiempos”, dice Iñigo Zabala, el expresidente de Warner Music Latin America & España que firmó con Sanz su primer contrato discográfico en 1991.
Hoy, Zabala es cománager de Sanz en un acuerdo poco convencional junto con Alex Mizrahi, con ambos ejecutivos centrados en diferentes áreas de su carrera. Mizrahi, presidente de la empresa de management y promoción OCESA-Seitrack, se encarga de la parte de giras y negocios, mientras que Zabala, quien también es músico, se encarga de su carrera discográfica y producción creativa.
Los dos comenzaron a manejar a Sanz en 2022, cuando no tenía un mánager formal y acababa de terminar su contrato con Universal Music, su casa desde 2011. Pero sí seguía realizando giras, y Mizrahi, su agente en América Latina, deseaba ampliar su relación con él.
“Yo soy un mánager con una orientación mucho más dirigida al live touring”, dice Mizrahi. “En un artista tan sofisticado como Alejandro Sanz, sí necesitas alguien como Iñigo que lo conozca desde sus orígenes y que haya tenido una trayectoria artística con él de peso”.
Esa misma mentalidad –el arte liderando los negocios– también influyó en la decisión de Sanz de firmar con Sony Music un año después, en un acuerdo de licencia que le permite mantener el control de sus másteres.
“Yo necesito una compañía con la que pueda hablar de música, con la que podamos ilusionarnos con un repertorio”, dice Sanz. “Tengo abogados para que hablen de cifras y números y todo eso, y ellos también”.
Esto no quiere decir que Sanz esté improvisando. Más allá de sus giras, ha estado activo en proyectos alternos y visibles. Está en pleno rodaje de un documental de Netflix que se estrena este otoño boreal, y el equipo de producción lo ha seguido durante el último año, incluso cuando participó en un Q&A en la Semana Billboard de la Música Latina el año pasado y recibió el Premio Billboard a la Trayectoria Artística.
Sus canciones también serán utilizadas en un próximo musical de teatro estilo jukebox, que no está basado en la historia de su vida, pero presenta a un personaje llamado Ale. Y una versión deluxe de ¿Y Ahora Qué? se lanzará más adelante en 2025 con colaboraciones adicionales.
Sanz habló con Billboard Español sobre su proceso creativo y cómo se siente en este momento.
¿Y ahora, qué?
Es la primera frase que aparece en el disco, en [el sencillo] “Palmeras en el jardín”. “¿Y ahora qué?” es una frase que es común a casi todo el mundo. Siempre que vas a empezar algo nuevo, siempre que ocurre algo, siempre que tienes que enfrentarte a un cambio, siempre te preguntas, ¿ahora qué? Y cuando vas a cambiar en tu vida sentimental y emocional y ocurren cosas que realmente te mueven, te preguntas, ¿y ahora qué? Me parece muy gráfica y me gusta recuperar frases o palabras que están ahí en el imaginario común y de repente darles un sentido poético dentro de los discos.
“Palmeras en el jardín”, la canción que lleva esa frase y que fue el primer sencillo, es una canción de tristeza, de lo que se perdió, y tiene que ver con tu relación sentimental previa. Pero el mood del álbum cambia después.
Creo que las emociones no distinguen tanto entre lo que es triste o lo que es alegre, sino que nos crean una cierta satisfacción. A ti te gustan los días soleados, pero de vez en cuando te gustan los días lluviosas, ¿a que sí? “Palmeras en el jardín” es el día de lluvia, y algún día soleado más hay en el disco. Me parecía que el hecho que fue la primera cosa que se decía tenía mucho que ver con todo lo que había luchado interiormente para empezar a hacer este disco y para sentirme otra vez atraído por la idea de concebir canciones nuevas y de crear algo. O sea, necesitaba ese tipo de pregunta en mi vida: “¿Y ahora qué?” Porque tienes muchas opciones — te puedes quedar ahí, te puedes venir abajo, puedes seguir adelante, puedes escalar, puedes tirarte de un globo.
¿Tienes un proceso para empezar a hacer música, o simplemente esperas a que llegue el momento perfecto?
No. No. Esperar a que llegue es una demostración de mucha vaguería y sobre todo de cero compromiso. Creo que uno tiene que ir a buscar la canción como se busca la suerte, como se busca el amor.
¿Eres disciplinado al componer?
Cuando tengo que hacerlo, lo hago. Cuando empezaba a hacer discos podía escribir en cualquier sitio — en una panadería o en un avión. Yo ahora vengo al estudio, me pongo a trabajar con la gente con la que trabajo, con el equipo, con los músicos, productores, compositores, y trabajo de otra forma. Antes lo que hacía era meterme a mi habitación y tirarme 14 horas a escribir en una forma compulsiva y totalmente insana. Pero bueno, eso es lo que hacía antes. Ahora, creo que me es mucho más rentable a la hora de producir hacer sesiones más cortas y de otra forma.
Yo pensaba que ese tipo de hábitos no se cambiaban…
Sí, se cambian. Ya no valen las mismas herramientas de antes. Yo cuando iba a escribir un disco antes siempre aprendía un instrumento nuevo o buscaba motivaciones dentro de la música. Ahora he encontrado que trabajar con otra gente me provoca mucho. Me enseña mucho y de algún modo comparto lo que sé. Eso es una cosa que me fascina porque no lo he hecho nunca.
Hablando de trabajar con otros, aquí tienes tres colaboraciones, incluyendo “Bésame” con Shakira. ¿Cómo se dio?
Ya hacía tiempo que hablábamos de poder trabajar juntos de nuevo. Yo siempre bromeaba con ella y decía: “¿Cuándo vamos a hacer otra canción? Haces canciones solo con los muchachos guapos y talentoso”. No habíamos encontrado la canción con la que pudiéramos sentirnos identificados los dos. Es complicado, después de hacer una canción como “La tortura”, encontrar el motivo para juntarnos y, primero, no resultar evidentes, no dar lo mismo, y al mismo tiempo que la nueva cucharada realmente sepa dulce.
Ambos viven bastante ocupados. ¿Se juntaron en el estudio?
No hemos trabajado en el estudio, pero yo creo que los procesos son como tienen que ser y ha sido perfecto la forma en que se ha trabajado. Nos mandamos ideas por mensaje. Los dos somos artistas muy intervencionistas, entonces las conversaciones nuestras son densas. Ella me manda audiolibros y yo intento resumir. Realmente ha sido muy bonito porque hemos conseguido entre los dos crear lo que siempre hemos hecho cuando hemos cantado juntos. La química que existe musical entre los dos es muy fuerte, y cuando cantamos juntos pasa algo. Entonces creo que lo conseguimos a base de eso, de trabajar juntos y de poner cada uno una pizca de nuestras raíces, un poquito de imaginación, ahora sí un poco más de experiencia, tantas cosas para conseguir crear el brebaje que resulta ser una canción. Ahí no hay discusiones porque a ella le encanta el mundo del flamenco. Admiramos mucho lo que hacemos cada uno. Eso es muy importante cuando vas a hacer algo así.
Yo oigo este álbum y siento que es un álbum de desahogo. Me vas a decir que todos son de desahogo, pero este es particularmente así.
Bueno, ¿qué es el desahogo? En el fondo, ¿para qué usamos la música en realidad? Para comunicarnos. Después nos hemos ido pervirtiendo en el sentido de lo que hacemos en la música y para qué lo hacemos. Pero en realidad, si lo piensas bien, el origen de hacer canciones es poder contar tus historias, liberarte. De hecho, todo el mundo se sorprende de que la música se utilice para contar historias personales, pero esto ha existido toda la vida. Lo que pasa es que antes no se sabía de donde venían las historias. Ahora con las redes sociales se sabe de dónde viene todo.
Cuando me [preguntan], “¿Este disco tiene un motivo común?” Bueno, lo que cierra el círculo soy yo, mi forma de cantar, mi forma de entender la música. A mí me ha gustado mucho ser ecléctico en los discos y jugar y explorar en diferentes ritmos. Por supuesto me crié con el flamenco y la música italiana, pero luego llegué a América y me empapé de los ritmos americanos, de la música caribeña. Me encanta todo eso. Eso es lo bonito. Que también la música sea una representación de lo que te está ocurriendo [en tu vida].
¿Te ha costado trabajo desnudarte en tus canciones?
Sí. Estuve muchas veces pensando si sacar o no sacar, pero ¿qué hago entonces? Una vez que se sabe todo y se ha descubierto el pozo, agua para todos. No se le puede cortar a la creación las alas solo porque te dé un poquito de vergüenza la última pluma.
“Hoy no me siento bien” con Grupo Firme es una canción de salsa que, pese a su título, es uptempo. Pero “Cómo sería” con Manuel Turizo y “Vino de tu boca” son canciones sobre pérdida.
“Hoy no me siento bien” es una canción que es el momento en que reconoces que te puedes sentir mal, que no puedes estar perfecto y que no pasa nada por ello. Es un momento en el camino oscuro en que puedes ver que hay un final. Quizás por eso, la sinergia que existe entre la letra, que efectivamente está hablando de una situación complicada emocionalmente — pero el tema musical es como ese pare, ese final del túnel que dice, “estoy mal, pero no pasa nada”. No está mal sentirse mal de vez en cuando.
Tú y Shakira están alineados. Pero sentí que quisiste sacar a Turizo y Frontera de su zona de confort. ¿Frontera en algún momento dijo que no a cantar una salsa?
No, al revés, estaban encantados. Es que yo creo que a ellos también les gusta jugar en la música y se les nota mucho. ¿A qué músico no les gusta jugar con la música y atreverse a hacer cosas diferentes y meter los pies en el barro? ¡Si eso es lo más maravilloso de dedicarte a esto!
Hablemos de “Cómo sería”, tu balada con Manuel Turizo.
Es una balada, pero no es la típica balada. Creo que es una balada que tiene diferentes esquinas y rincones reconocidos de lo que puede ser una balada. Y es una balada mucho menos safe, ¿sabes? Hay formas de hacer las letras o hacer las melodías que resulten más a salvo, más en su zona de confort, y esto lo saca un poquito de esa zona. Yo no había trabajado con Manuel anteriormente y coincidimos en España en algún show. Nos caímos muy bien, y dijimos de hacer una canción. Y su hermano [Julián] también compone en esta canción, y bueno, la verdad es que el resultado es muy bueno. Creo que es igual a lo que pasa con el sencillo con Shakira: hay un poco de su mundo, hay un poco del mío, y estamos en un lugar donde no esperarías verle a él ni a mí tampoco.
¿Escribieron juntos?
Ellos tenían una idea, nos la mandaron [y hubo un va y viene]. Es un método que a una gente le puede sonar así muy frío, pero a mí me encanta. Porque muchas veces cuando te juntas en el mismo sitio a componer, hay otras cosas, otras energías, otra gente que está mirando y no hace nada, por ejemplo. Cuando estás en el estudio entre la pena, entre el no sé qué, ¿sabes?, no surge igual. Cuando van mandando la canción, tú estás en tu casa — retocarla, mandarla, tienes la intimidad de poder trabajar.
Me encanta este disco. Me parece que tiene las canciones que tiene que tener y que cada canción está maravillosa. ¿Qué lugar tiene en tu vida este álbum?
Es un disco que aparece en mi vida en un momento muy importante, en el sentido que termino una etapa en la que musicalmente y a nivel de pasión y de ganas y de amor por la música estaba en un proceso complicado. Llega un punto en que te vas metiendo en una conversación que no tiene nada que ver con la música y se empieza a hablar más de números y de cosas que no tienen nada que ver contigo. Yo, que me dediqué a la música para liberarme absolutamente de hacer una operación matemática y para levantarme tarde, por supuesto, y ser mi jefe — que son las tres cosas que he querido ser toda mi vida — entonces perdí un poco la ilusión. Antes había gente que se podía vender musicalmente, pero lo hacían un poco a escondidas. Ahora lo hacen abiertamente: “Vamos a hacer esta porquería porque sabemos que tal y hagámosla todos juntos”. Y si no haces eso entras en un lugar que es una especie de cajón gigante [de reliquias]. Estaba en ese proceso y este disco aparece a darle luz a mi vida y a mi falta de emoción, a ese espacio que se quedó vacío en algún momento, donde se fueron las ganas, la ilusión, el esfuerzo.

Dado los nuevos modelos de negocios, cada vez más escucho decir que los artistas deben manejar sus negocios.
Hay muchos artistas que les encanta decir que son empresarios. Me parece muy bien, pero yo no me lo creo. Como artista, tú puedes intentar ganarte la vida y vivir como quieras vivir con lo que haces, dependiendo de la oferta y demanda. Pero no creo que alguien pueda ser empresario al mismo tiempo en el sentido que hay un conflicto de intereses ahí, completamente.
Más allá de la música, hablaste muy abiertamente de tu experiencia con la depresión y la salud mental en el 2023. ¿Por qué?
Es que, hay que hacerlo. Si no nosotros, ¿quién? Si no podemos hablar de una forma abierta de este tipo de cosas nosotros, entonces ¿qué estamos mostrando a la gente que está escuchando esta entrevista, por ejemplo? ¿Que es algo de lo que tiene que avergonzarse?
No. Pero es una cosa muy personal. Entonces me pregunto si te costó trabajo tomar ese paso de decir, “Me estoy sintiendo mal, pero lo voy a decir”. Especialmente porque tú eres muy privado.
Sí. Yo soy muy privado para todo aquello que no le importa a nadie, porque realmente a nadie le importa lo que yo hago en mi vida. [Pero] esto es una cosa que creo que a todos nos pasa y creo que es bueno que se hable de ello. Te decía esto porque cuando me pasó, me costaba mucho el contacto. Cuando veía mucha gente junta me daba como un ataque de ansiedad. Pero el único sitio donde yo estaba a gusto era encima del escenario.
Uno pensaría que sería lo opuesto.
De hecho, hice el primer concierto que fue en España y pensé, “Bueno, si este concierto me sale bien hago la gira y si no, no”. Y me sentí increíble ahí. Fue pasando la gira y decidí hacer cosas como por ejemplo intentar ponerme también un poco en prioridad. Dije, “No recibo a nadie, termino mi concierto, me voy a mi hotel o me voy a mi casa o donde sea, y no tengo que cumplir las expectativas de todo el mundo”. Es muy importante eso. Ser educado, hacer bien tu trabajo, ser cariñoso con tu gente y ya está. Eso es lo único que te tienes que exigir, y lo demás, lo que te haga feliz. Si te hace feliz quedarte 20 horas firmando autógrafos, hazlo. Pero si en ese momento no te hace feliz, no.
¿Tienes mecanismos para manejar tu ansiedad?
Más que mecanismos son automatismos. He aprendido a decir no. Siempre tiendes a ser la persona que eras, intentas ser agradable con la gente. Pero también sé poner un límite, y no permito que las aguas lleguen a la cocina.
¿Qué podemos esperar de esta gira?
Primero, me hace muchísima ilusión meter canciones nuevas en el repertorio. Quiero invitar amigos a muchos conciertos, pero sobre todo renovar el repertorio de arriba abajo. Quiero cantar no sé si todo el disco, pero casi todo el disco. Y luego, hay cambios dentro de la banda también. Empezamos los ensayos en julio. Estaremos todo julio y casi 20 días de agosto en ensayo en España, en la finca que tengo en el campo. Ahí monto una carpa y ahí ensayamos entre caballos, las ovejas, las gallinas. Quiero hacer algo bonito, cuidar mucho la escenografía. Siempre hay una conexión muy especial en los conciertos. Siempre creamos algo distinto, y ya llevamos un tiempo sin vernos.
