Parece que todas las mujeres presentes fueron alguna vez la niña de tres años que se volvió viral por haber llorado cuando Adam Levine se casó. Es que el cantante de Maroon 5 emana sensualidad y las damas de todas las edades lo pueden percibir.
Pasadas las 21 horas del 5 de marzo, el público del Hipódromo de Palermo —casi todo femenino— responde con gritos desesperados a la aparición del jurado de The Voice en el escenario. En el marco de la gira de difusión de su más reciente álbum, V (2014), el grupo visita a la Argentina por tercera vez para ofrecer una buena dosis de pop. Pasaron cuatro años desde su último recital local, una espera demasiado larga para los fanáticos que agotaron las entradas en poco tiempo.
Levine está acompañado por James Valentine (guitarra), Mickey Madden (bajo), Jesse Carmichael (guitarra y teclados), P. J. Morton (teclados), Sam Farrar (guitarra) y Matt Flynn (batería), que suenan precisos y demoledores. Una mención especial para Valentine y Flynn, que son aplaudidos con reconocimiento y en éxtasis en sus momentos de protagonismo. “Si así toca la guitarra, imaginate cómo toca a una mujer”, le comenta una veinteañera a su amiga.
La banda arranca con Animals, que causó controversia cuando se lanzó su videoclip: un hombre obsesionado por una mujer que fantaseaba con tener sexo cubiertos en sangre. Una organización de apoyo a víctimas de acoso sexual denunció que el corto banalizaba los crímenes sexuales y que no podía ser parte de la industria del entretenimiento. En diálogo con Billboard, Valentine explica que “no hubo mala intención. Simplemente quisimos hacer algo más cinematográfico. Sentimos que esas imágenes encajaban bien con la canción”. Otros temas de V que se disfrutan en la noche son Maps, Sugar y Lost Stars, que es cantada tan intensamente por la multitud que Levine se soprende: “Yo también quiero cantarla”.
Con jeans y campera deportiva —que más tarde se la quita para exhibir sus brazos tatuados—, Levine demuestra su talento de frontman. Si bien al principio es algo frío y distante, a medida que avanza el concierto logra establecer un romance con los espectadores con un discurso demagogo que es bien recibido: “Son increíbles, el mejor público que hemos tenido. No decimos esto en todos los shows”. La gente canta de principio a fin todas las canciones, responde a los juegos de coros que el cantante plantea y enloquece cuando Levine hace movimientos sutiles, pero sexis. Un punto extra para su voz, sin falencias y con admirables agudos, a pesar de que el volumen es bajo para los sectores más lejanos a los parlantes.
Los temas que siguen no tienen descanso entre ellos. Uno tras otro, Maroon 5 repasa sus grandes éxitos del pop: De su álbum del 2012, Overexposed, versionan las canciones One More Night, Payphone —durante la cual los músicos se reúnen en el centro del escenario para cantar el comienzo abrazados y a capella—, Daylight, Lucky Strike, Love Somebody; pasan por Hands All Over (2010) con Moves Like Jagger; tocan Wake Up Call, de It Won’t Be Soon Before (2007), y She Will Be Loved —interpretada solo por el dúo Valentine-Levine, con el cantante en la guitarra acústica—, Harder to Breathe, This Love, Sunday Morning, de Songs About Jane (2002). Tampoco falta Stereo Hearts, en la que Levine rapea con exactitud las estrofas que le corresponden a Travie McCoy, de Gym Class Heroes, en la versión de estudio.
Después de una hora y media de show, el grupo se despide con Sugar y una lluvia de chispas en las tres pantallas horizontales que decoran el escenario. Embriagado de hits, el público se retira del predio para encontrarse con una salida algo caótica.
Fotos: Micaela Villalobos